Denuncian acoso escolar a una discapacitada en el Beaterio
Los padres culpan a los compañeros y a la directora "de una situación que dura 7 años" · Educación investiga y el centro dice que la denuncia llega cuando la niña debe repetir
E.P., padre de una niña discapacitada que estudia en el colegio Beaterio, ha presentado ante el servicio de Inspección de la delegación provincial de Educación una denuncia por el supuesto acoso escolar que sufre su hija de 10 años. Esta es alumna de Primaria y el denunciante culpa no sólo a sus compañeros de clase sino también a la directora. Desde la Administración educativa señalan que están estudiando el caso y en el centro, que no había recibido antes denuncias de este tipo, hacen hincapié en el hecho de que el padre, después de siete años, no pone la denuncia hasta ahora en que le han dicho que la niña debe repetir.
En el texto enviado a la Inspección, el padre hace constar que su hija tiene reconocida una discapacidad del 35% por hipoacusia. La pequeña nació también con labio leporino y fisura palatina completa, por lo que ha tenido que ser sometida a numerosas operaciones que le han dejado cicatrices, deformaciones y descontrol de la mucosidad entre otras secuelas. Además, asiste al servicio de Salud Mental del SAS.
El padre asegura que, desde el primer momento en que la niña comenzó a asistir al centro con 3 años, informó de su situación y de las posibles consecuencias psicológicas que sus deformaciones le podrían acarrear en caso de sufrir algún rechazo, "sobre todo porque la niña tampoco goza de buena respiración nasal, lo que la lleva a hablar mal y necesita tanto soporte foniátrico y abundantes sesiones de tratamiento logopédico".
Ya en la etapa de Educación Infantil de 3, 4 y 5 años, el padre explica que su hija "comienza a sufrir el rechazo de sus compañeros, según el informe elaborado por su tutora, Teresa Cáceres Benítez, en dichos años". Ante esta situación, dice que "nuestra hija empieza a sufrir enormemente, a perder la confianza en sí misma y a no mostrar interés ni alegría por el aprendizaje. Su vacío afectivo y su baja autoestima la conducen a no tener en absoluto una imagen positiva de sí misma y pierde todo tipo de motivación, atención y deseos de esforzarse".
Pese a todo, reconoce que "al principio, aunque nos sentíamos apesadumbrados por ello, creíamos que era una etapa que la niña desgraciadamente tenía que afrontar, y que las cosas mejorarían cuando pasara a un nuevo ciclo". Pero en contra de lo que los padres esperaban, "en primero y segundo de Primaria la situación de la niña se agrava considerablemente. Se sumerge en un mutismo casi total y selectivo que empieza a desesperarnos y a solicitar ayuda y consejo a su doctora en la Unidad de Salud Mental que frecuenta. Con mucha dedicación y perseverancia, conseguimos informarnos que su tutora, la religiosa que a su vez hasta el día de hoy es directora del centro educativo, la sometía a continuos gritos y voceríos, maltratándola psicológicamente, creando un entorno intimidatorio, mediante un trato hostil y degradante". Pero además E.P. asegura que esta conducta no la ha padecido sólo su hija, "sino que también la han sufrido y la siguen soportando otros niños del colegio a día de hoy, pues he sido testigo directo en numerosas ocasiones, de con qué intensidad y reiteración la directora utiliza un lenguaje y un tono hiriente y escarnecedor, contemplando como en algunos momentos ha llegado a sentir cierto placer por ello".
El padre hace hincapié en el hecho de que, debido a la situación que viene padeciendo, "la niña se repliega, y prácticamente no se atreve a dirigir la palabra a su maestra, hasta el punto de que ésta llega a decirnos que no ha escuchado la voz a nuestra hija en casi todo el ciclo (dos cursos). La niña vivía intimidada. No quería ir al colegio; lloraba cada vez que tenía que realizar deberes y cuando los hacía los realizaba mal. Deja de manifestar sus sentimientos y se aísla de la mayoría de sus compañeros". Fue en ese momento cuando pensaron en poner en conocimiento de la Inspección Educativa todo lo que estaba ocurriendo, "pues salvo algunas sesiones tutoriales, nada conseguíamos para que se solucionara". Debido a la buena relación del padre con las religiosas desde que era adolescente y a la oportunidad de un nuevo cambio de ciclo, ya que la niña pasaba a tercero de Primaria, decidieron esperar. Es ahora, cuando le recomiendan que su hija repita curso, el momento en que deciden tomar medidas legales. Asimismo, dice que, a pesar de haberse interesado por el Plan de Convivencia del centro, no se lo han querido facilitar.
Por su parte, la directora del colegio rechaza hacer cualquier declaración sobre estos hechos, pero sí hace hincapié precisamente en la circunstancia de que el padre, después de tantos años, no ha denunciado en la Inspección de Educación hasta ahora, cuando la niña debe repetir curso.
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