'Díez-Mérito'camina a los dos siglos
Jerez Ciudad Europea del Vino
La compañía que fundó el 'salvador' del Alcázar y los Claustros sigue sacando pecho. Un trozo de historia
¿Por dónde empezar? ¿Por los Díez?, ¿por los Mérito? La historia y cronología de la compañía del 'VORS Fino Imperial' se antoja compleja por los vaivenes en la propiedad del negocio y la confluencia de distintas compañías jerezanas. Por eso, será mejor seguir los pasos de aquellos grandes hombres, Salvador y Manuel Díez y Pérez de Muñoz, creadores de la bodega que, desde el pasado más reciente, conocemos como Díez-Mérito.
Todo comenzó en 1876. Años antes, las agitaciones políticas extremas llevaron a los hermanos a abrazar el Carlismo -Dios, Patria y Rey-, entonces 'flotador' de los valores morales y religiosos, como muy posiblemente se empaparon por una férrea formación religiosa, guía y norte de sus vidas. El advenimiento de la monarquía les confina en Francia. Desde allí, Salvador escribe a su padre José María pidiéndole que le envíe "buen y viejo vino de Jerez". El primer envío debió de gustar, y mucho, a los franceses. Repite el pedido y las primeras remesas de cien pequeños barriles de una arroba se amplían y amplían. Aquello prosperaba.
A su vuelta a Jerez, Salvador se alía con Manuel y otro de sus hermanos, Pedro, levantan la sociedad 'Díez-Hermanos'. Adquieren importantes soleras a Isasi y Cía. y sólo el esfuerzo y la constancia harían que la sociedad multiplicase sus ventas, que la casa central en Jerez creciera en importancia y se convirtiera en duro competidor para las grandes firmas, llegando a alcanzar el primer lugar.
Los años siguientes son de absoluto éxito. La compañía ya poseía casa en París y en Londres, es proveedora de la Casa Real, compra la bodega de Riva, Rubio y Compañía, extiende sus actividades a Oporto y amplía sus viñas e instalaciones por toda la ciudad. Pero 1961 será el año más prometedor para la compañía: Lorenzo Díaz Lacave, hijo de Salvador, ya fallecido, adquiere las bodegas del Marqués de Mérito, modificando su razón social por la de 'Díez-Mérito'.
Lo que resta es una historia salpicada de melancolía. La abeja venía rondando ese apetitoso negocio. Rumasa adquiere las bodegas y hace de sus marcas y nombres uno de sus referentes comerciales. Cuando se produjo el estallido de la expropiación, el empresario riojano Marcos Eguizábal se hizo con las bodegas Díez-Mérito e Internacionales a precio de saldo , puso a la venta la mayor parte de sus activo, se desprendió de gran parte de sus posesiones y tan sólo mantuvo las instalaciones de Díez en Diego Fernández Herrera, la coqueta bodega de 'El Cuadro' y el complejo de vinificación y embotellado de la carretera de Morabita.
Hoy día, Díez-Mérito es la única bodega jerezana que conforma la División Jerez, del grupo Bodegas Paternina, con intereses en La Rioja y Ribera del Duero, que comandan los herederos de Eguizábal tras su desaparición en 2009. Ejerce como gerente en Jerez un hombre de la casa, Jaime Romero Salado, siendo Nicolás Montilla responsable de Administración y José Antonio Portales, que ya pasó con cierto éxito por las bodegas Álvaro Domecq y la sanluqueña Zuleta, como jefe de Enología.
Un recorrido por los cerca de los 10.000 metros cuadrados que abarca la bodega Conde de los Andes de la mano de su relaciones públicas María José de la Torre es un agradable paseo entre naves y recoletos patios sobre los pasos de su primitivo propietario, el marqués de Misa. Díez-Mérito sigue comercializando sus finos y brandies, además de la gama de licores de Otaola. Pero el 'rey de la casa' sigue siendo su 'Fino Imperial', un amontillado de un único encabezado llevando la crianza de un fino lo máximo posible y que no se alcoholiza gracias a que su concentración, hará subir su grado alcohólico. José Antonio Portales tiene muy claro el concepto de calidad en el jerez: "Una materia prima seleccionada, el tiempo y, en medio, unas prácticas enológicas. No todo lo antiguo es alta calidad".
Cuando, días atrás, Julian Jeffs visitó la bodega, José Antonio le ensalzó el 'Fino Imperial': "Es un vino de muy alta gama, de mucha vejez y un sabor intenso, pero fácil de beber". Él le respondió: "Estoy de acuerdo. En Jerez hay vinos magníficos, de una calidad muy alta pero imposibles de beber...".
María José de la Torre y José Antonio Portales, en una sala de la bodega
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