Los recelos del pelotazo chino
Carbures revisa las previsiones de facturación de su mayor contrato, con el que transfiere a una compañía desconocida en el sector su mejor activo: la tecnología que acelera la producción en línea de piezas de fibras de carbono.
1 de julio. Carbures proseguía su ascenso imparable dando su enésima buena noticia. No hacía ni 15 días que había anunciado dos nuevas adquisiciones (una planta en Australia y otra en Alemania) cuando comunicaba un verdadero pelotazo al Mercado Alternativo Bursátil (MAB): un contrato con una firma china por valor de 71 millones de euros. Esto suponía que la firma especializada en piezas de fibra de carbono iba a multiplicar por tres su cifra de negocio gracias a un solo acuerdo.
Al día siguiente, el valor se apreciaba en el mercado de las emergentes un 3,4%; sin embargo, el esperado crecimiento bursátil se truncaba días después por el escándalo de Gowex, la empresa dedicada a instalar redes wifi que reconoció que había falseado sus cuentas durante años. La caída de esta firma propició un terremoto en todo el MAB al desvelar el escaso control en este índice. En ese mes, las acciones de Carbures cayeron un 25% por lo que, para contrarrestarlo, se redobló la política de buenas noticias. Hasta nueve hechos relevantes remitió al MAB anunciando nuevas adquisiciones o ratificando las intenciones de pasar al mercado continuo. Sin embargo, la mirada de los mercados y de los bancos se agudizó sobre Carbures, que no lograba disipar dudas.
Tampoco calmó los ánimos que se protocolizara al más alto nivel la firma del acuerdo con la compañía china Shenyang Hengrui. Los testigos fueron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el primer ministro chino, Li Kegiang, y el escenario una cumbre hispano-china de máximo nivel con los principales empresarios del país. Eso sí, extrañó que para este relevante contrato acudiera en representación de Carbures Javier Moreno y no otro directivo con más peso, en concreto Rafael Contreras (consejero delegado y principal accionista).
Días después, el grupo empresarial presentó un avance de los resultados del primer semestre, aunque sin auditar. En ellas comunicaba un notable incremento en su cifra de negocio, que fijó en 41,9 millones de euros -casi lograba duplicar el volumen del año anterior en solo seis meses-. Buena parte de la culpa de este incremento exponencial lo tenía el contrato con la compañía china, ya que, aunque se suscribió el 30 de junio, Carbures sostenía que ya había realizado trabajos previos por los que se incluían 19,6 millones de euros en la facturación -un 46% del total-.
Pero llegó el fatídico 8 de octubre, y el MAB, ante las dudas del auditor a las cuentas del primer semestre como a las del año anterior, dejaba en suspenso la cotización de Carbures para proteger a los inversores. Entonces, la compañía se veía obligada a reconocer que uno de los aspectos que tenía que revisar de las previsiones económicas era precisamente este jugoso contrato. Es más; tres días después, con la cotización suspendida, publicaba un hecho relevante donde pormenorizaba la transacción.
Este, en síntesis, es un cuádruple acuerdo donde Carbures le vende a Hengrui siete líneas de producción RMCP; además, le permite que su socio chino comercialice este producto en China, y, lo más importante, le transfiere los derechos ('royalties') de esta tecnología para explotarla tanto en ese país como en cualquier otro asiático. Carbures no hacía otra cosa que vender a un tercero su activo más preciado.
Pero, ¿qué es lo que ha vendido Carbures exactamente? RMCP son las siglas en inglés de proceso de comprensión de rápida multi-inyección, un sistema que, según el grupo, permite producir grandes volúmenes de piezas en fibras de carbono en un reducido tiempo -afirma que ha logrado rebajar hasta un 85% con respecto a otros sistemas-. Este método es propio de la firma y cuenta con una solicitud para patentarlo, aunque la sociedad ha llegado a afirmar en alguna que otra ocasión que ya estaba registrado. El grueso económico del contrato se lo llevan las siete máquinas lineales adquiridas mientras que los 'royalties' se han valorado en 6,4 millones de euros. Esta última cuantía no la recibirá Carbures hasta que la compañía china no reciba la primera máquina, un hito previsto mediante contrato para finales de este año. El resto de tecnología tendría que darse a Hengrui a lo largo del próximo ejercicio.
Fuentes consultadas por este periódico han advertido que esta compañía es una auténtica desconocida en el sector, que invita a dudar de su capacidad para invertir 71 millones en un solo año. Apenas hay en la red referencias a su actividad o productos, y las existentes están vinculadas exclusivamente al contrato con Carbures, que asegura que es una firma especializada en acero y productos de metal no ferroso, así como en la introducción de equipos y tecnología extranjeros en China.
El acuerdo con Carbures fue suscrito en representación de la firma asiática por Youngtao Gu, un empresario afincado en Barcelona que afirma ser accionista de la firma. De lo que se conoce de Gu es su vinculación con la empresa Dextal International, dedicada a servir de intermediario para inversiones españolas en el gigante asiático y que precisamente tiene delegación en Shenyan, la ciudad donde está domiciliada Hengrui. El mediador escribió junto a uno de sus socios un libro con recomendaciones sobre cómo invertir en este país.
Carbures llevaba desde sus inicios con la mirada puesta en el país asiático. Incluso creó una filial para este objetivo, Carbures Asia, y firmó en 2012 una 'joint venture' (una inversión conjunta a largo plazo) con un socio local para construir una planta en la ciudad de Harbin. Sin embargo, en las cuentas de 2013 se apuntaba que esta sociedad no había tenido facturación y en 2012, ni siquiera, actividad. Eso sí, ahora será el agente de este importante contrato.
El presidente del Gobierno
y el primer ministro chino
en la firma del acuerdo
entre Carbures y Hengrui.
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