La ruta de la radioterapia
Enfermos oncológicos que precisan el tratamiento y sus familias narran el calvario que supone los traslados diarios a una clínica de Sevilla
Al marido de Isabel Cordero, Antonio Duarte, le diagnosticaron el pasado mayo un cáncer en el paladar blando, una noticia que tambaleó la vida de la familia. "En consultas nos dijeron que se tenía que dar tanto quimioterapia como radioterapia, y el médico de cabecera nos recomendó que la radioterapia se la diesen aquí en Jerez, en una clínica concertada que había. Cuando se lo propusimos a la oncóloga, nos comenta que ya no podía ser porque el concierto se había acabado ese mismo mes de junio y que el hospital de Cádiz estaba totalmente saturado". Las únicas alternativas posibles para el tratamiento eran Algeciras y Sevilla, que fue donde finalmente ha estado acudiendo Antonio hasta esta misma semana, que finalizó las sesiones.
Isabel habla indignada y al mismo tiempo angustiada por lo vivido en estos meses. Al sufrimiento que supone el padecimiento de la enfermedad se ha unido el calvario de los viajes diarios a Sevilla en unas condiciones que todos los enfermos que están pasando por ello coinciden en lamentar. El primer día que a Antonio le vino a buscar la ambulancia a las siete de la mañana, soportaba las secuelas propias de la sesión de quimioterapia que le habían dado el día anterior. "Estaba vomitando, con mareos, dolor y encima yo no podía ir acompañándole en la ambulancia", relata su mujer. Era la primera sesión de las 33 que se ha tenido que dar, todos los días, sin faltar ninguno a la cita con el tratamiento, aunque algunas jornadas la ambulancia se tenía que volver a Jerez porque llegando a Sevilla les avisaban de que la máquina de la radioterapia, el acelerador lineal, se había estropeado. El tratamiento está concertado por el SAS con una clínica situada en un polígono industrial. "Aquello es para verlo, el personal es muy bueno, pero las instalaciones...La sala de espera es muy chica, con sólo 17 sillas, y aquello está lleno, con gente de Jerez, de la Sierra. Si no hay sitio para sentarse tienen que esperar en el pasillo, dando vueltas". Cuando estos enfermos vuelven a sus casas son, en muchas ocasiones, las seis o las siete de la tarde y sin comer, "porque además al estar en un polígono, allí no hay nada, ni una máquina para café o zumo". Casi 12 horas desde que salieron de sus domicilios, cuando la sesión de radioterapia no dura más de 15 o 20 minutos. "Regresan destrozados. Yo se lo he dicho por facebook a la delegada de Salud, Miriam Alconchel, que se vaya con los enfermos y que haga ese camino como lo hacen ellos, porque eso no es normal", afirma Isabel. Denuncia además que la empresa de transporte sanitario que lleva a cabo los traslados no deja que la ambulancia circule por la autopista con lo que el trayecto se alarga y se hace insufrible para unos enfermos que hasta han tenido que colocar cartones en los cristales del vehículo, porque no están acondicionados para que no les dé el sol, contraindicado para su enfermedad. La desesperación ha hecho incluso que los enfermos se ofrezcan a pagar el peaje de la autopista para acortar lo que alguien ha dado en llamar 'la caravana del dolor'.
Ángel Garrido se enorgullece de ser una de las pocas personas a las que el Ayuntamiento ha dedicado en vida una rotonda por su trayectoria como dirigente vecinal. Presidente desde hace 42 años de la asociación de Picadueña Alta, Ángel ha sobrevivido a una cirrosis hepática, que a punto estuvo de acabar con su vida si no hubiese sido por aquel órgano que llegó justo a tiempo, el 18 de enero de 2013, cuando ya se encontraba muy grave. Trasplantado y cuando parecía que nada peor podía sucederle, a Ángel le descubren en una de las revisiones un cáncer de próstata. "Me eché a morir, después de todo lo que había pasado. La palabra cáncer te hunde". Y comenzó de nuevo otra lucha, enfrentarse a 30 sesiones de radioterapia en Sevilla, que comenzó el 8 de junio. Las condiciones en que se desarrolla tanto el traslado como la estancia en la clínica concertada hicieron que un día estallara, según él mismo reconoce. "Perdí los papeles, pero aquello no era normal. Llamamos incluso a la policía: tantas horas sin comer, esperando, con la máquina que se estropeaba cada dos por tres e igual el técnico se encontraba en Barcelona, sin sillas suficientes en la sala de espera, cuando a veces te juntabas hasta 30 personas. Y en la ambulancia ni tan siquiera puede ir un familiar, al menos con los más graves porque yo me defendía, pero otros pobres...Y luego sin poder ir por la autopista. Fíjate en pleno verano, sobre todo los viernes era mortal, te pillaba cada caravana".
Entonces surgió la idea de crear una plataforma para exigir que abran el edificio de Radioterapia en Jerez, un inmueble terminado y cerrado desde hace un año y sin que vaya a empezar a funcionar antes de junio de 2016, según las previsiones más optimistas de la Junta. Isabel y Ángel son dos de las personas que se han implicado en la plataforma para pedir la apertura del servicio, pese a que tanto el marido de la primera como Ángel ya han terminado con la traumática experiencia de los traslados a Sevilla. "Pero lo hacemos por los demás enfermos y no vamos a parar hasta conseguirlo". Asegura Isabel que van a ser exigentes. "No vamos a permitir que traigan aquí una máquina de otro sitio, queremos una máquina nueva, de alta tecnología, no como la de Sevilla que se estropeaba cada dos por tres". La primera movilización está convocada para este lunes: a las diez y media de la mañana, en el edificio que hace tiempo debería acoger el servicio de Radioterapia en Jerez.
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