La huella de Rumasa en Jerez
Bodegas, sedes de empresas y fundaciones, viviendas, centros educativos... Es el legado jerezano de Ruiz-Mateos.
Cuando el gobierno socialista expropió Rumasa en febrero de 1983, el grupo empresarial creado por José María Ruiz-Mateos daba empleo en Jerez a unos 10.000 trabajadores entre puestos directos e indirectos, la mayoría vinculados a las cerca de una veintena de bodegas con las que llegó a contar el entramado del holding de la abeja y a la división bancaria, la otra pata de la expansión de Rumasa.
Jerez fue la cuna del imperio creado en 1961 hasta que en 1967 trasladó su base de operaciones a Madrid, desde donde protagonizó una expansión vertiginosa. Tan rápido crecimiento fue posible gracias a la financiación que ofrecían los bancos del grupo y a la política de reinversión de los beneficios en el negocio, práctica que se llevó a rajatabla los veinte primeros años de existencia del grupo, en los que no se repartieron dividendos.
Todo empezó en Jerez, donde quedan numerosos vestigios de la actividad empresarial de Rumasa, así como de su obra benéfica, social y cultural, la otra rama de la huella de este empresario roteño que, desde su llegada al municipio jerezano a los 14 años de edad, empezó a hacer sus pinitos en Zoilo Ruiz-Mateos, la pequeña bodega de la calle Chancillería fundada por su padre y a través de la que consiguió, a base de insistir, el millonario contrato de suministro de vino con la británica Harveys.
Espoleado por el 'Acuerdo de los 99 años' -que alude a su duración-, el joven Ruiz-Mateos se lanzó a la compra de bodegas y de las primeras que cayó en sus redes fue Palomino & Vergara, en torno a la que el fundador de Rumasa erigió 'La Atalaya', convirtiéndola en la nueva razón social de Zoilo Ruiz-Mateos. En el interior del recinto, sede del Museo de Relojes y del que tras la expropiación se hizo cargo la Fundación Andrés de Ribera, se hizo construir un chalet que le serviría de residencia familiar.
Bodegas medianas como Mérito, Díez Hermanos o Misa, y otras de más calado como Williams & Humbert y Garvey se incorporaron al grupo junto a otras nacidas de la agrupación de varios cascos bodegueros, como Villa del Duque en Picadueñas, o creadas desde cero, como Bodegas Internacionales.
En esos años también jugó un papel fundamental la División Hispano-Alemana de Construcciones, filial del grupo que se hizo cargo de la construcción tanto de nuevas instalaciones bodegueras con mayor capacidad como de otras edificaciones, caso del polideportivo que lleva el nombre del empresario.
En el apartado civil, la División Hispano -Alemana de Construcciones, nacida el mismo año de la fundación de Rumasa (1961) también cuenta entre sus principales trabajos con la ejecución de parte del edificio primitivo del hospital de Jerez.
Algunas de las construcciones que albergaron sus empresas y de las que se construyeron con su patrocinio o mecenazgo mantienen su actividad original, no así otras muchas que cambiaron de manos tras la privatización de los activos de Rumasa, algunas absorbidas por el crecimiento urbanístico de la ciudad y otras adaptadas a nuevos usos. Es el legado de Ruiz-Mateos en Jerez.
Dentro del ámbito empresarial, 'La Atalaya' mantiene parte de su actividad de aquellos años, al igual que algunas bodegas. En el apartado social, prosiguen con su función original el Centro de Formación Profesional Rumasa y el colegio de Montealto o del Perpetuo Socorro, patrona a la sazón de Rumasa. También se conservan las fachadas de edificios que han cambiado de uso, como el Cine Maravillas en calle Larga, hoy día de uso comercial y para oficinas, o el Banco de Jerez, reconvertido en hotel en Cristina.
En aquellos años, las bodegas construían viviendas para sus trabajadores, como las que levantó Rumasa en la barriada Perpetuo Socorro. Y no fueron las únicas.
Hay otros inmuebles de los que no queda rastro, entre ellos, los cascos bodegueros de la Unión de Exportadores de Jerez, en lo que hoy se conoce como la avenida Tío Pepe y que entonces era la salida hacia Sevilla, y a la que popularmente se denominó el 'Valle de los Caídos' al exhibirse en su muro exterior los rótulos con los nombres de las bodegas que eran absorbidas por Rumasa.
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