En el Puerto de Gáliz
En torno a jerez
Un recuerdo a Juan "el Igualeja"
EN un paraje remoto donde las provincias de Cádiz y Málaga comparten bosques, montes y arroyos, en un lugar alejado de pueblos y ciudades, en el corazón del Parque de Los Alcornocales, allí el Puerto de Gáliz.
Desde siempre -como sucede ahora- fue encrucijada de caminos y paso obligado de quienes iban y venían de las comarcas de la campiña gaditana a las serranías de Cádiz y Málaga, o de los que buscaban las rutas hacia el Campo de Gibraltar, pasando por La Sauceda y por Jimena.
Desde la conquista en 1309 del castillo de Tempul por las tropas castellanas de Fernando IV, este enclave, como sus montes y valles cercanos, pertenecieron al término de Tempul, pasando posteriormente a sumarse al alfoz jerezano tras la cesión en 1333 de estos territorios al Concejo de Jerez por la Corona.
Desde el s. XVI, tenemos ya referencias del Puerto de Gáliz. En La Carta de previlexio donando el castillo de Tempul (1351), las menciones a este lugar aparecen con la forma Gales: "(…) partiendo término de Gales con Venajssin", se ayunta el río que sale del puerto de Gales" (1). A mediados del S. XVI, en el Libro de la Montería, existen varias alusiones a la alcaría o alquería de Gales, que da también nombre a un río. Aunque algunos autores asocian estas citas a los parajes del Puerto de Gáliz, pensamos que por la descripción del entorno que se apunta en esta obra, debe tratarse de un enclave con el mismo nombre próximo al Tiradero, en Los Barrios (2). A finales del XV, se mantiene aún este mismo topónimo y, como Puerto de Gales figura también en los documentos y testimonios de los jueces, procuradores y medidores que visitan la zona con motivo de los pleitos que el Consejo de Jerez mantiene con el Duque de Arcos por los términos de las Cuatro Villas, a partir de 1485, y con la ciudad de Ronda, desde 1490 (3).
Como Puerto de Galis se menciona ya en 1500, en la copia del Privilegio de Cesión, en el que se describen los límites del término de Tempul y su amojonamiento y donde se alterna también este nombre con la primitiva forma de Gales: "(…)E el otro mojón va a cabo delante y esta en una syerra donde se levanta Focalcuerda, agua vertiente de Tempul e cabo adelante sube a una carera antigua a mano yzquierda desta caueza que va a ayuntarse con el camino que va de Tempul a Benafasin e dende toma un çerro ayuso partiendo término: Galis con Benahazín y es Gales de Xerez e Banahazin de Alcalá e da consigo do se ayunta una garganta que se levanta de la syerra del Algibe y se ayunta en el río que sale del Puerto de Galis… (4). En 1577, en el Señalamiento de las dehesas de Montes de Propios existen ya sólo referencias al Puerto de Galis (5).
En los siglos posteriores parece consolidarse esta denominación. Un fragmento de un mapa en pergamino, datado a comienzos del s. XVIII, que es el más antiguo que se conserva en nuestro archivo, lo recoge ya como Galis (6), al igual que un curioso plano de 1729 sobre los pleitos de términos con el Duque de Arcos (7). También el primer mapa provincial de Cádiz, elaborado por F. Coello en 1868 (8), El Plano Catastral de 1897 (9) o el del término de Jerez de Lechuga y Florido (1898), mantiene esta misma forma (10). El Plano Parcelario de A. López Cepero (1904) introduce una nueva variante. "Puerto de Galli" (11) y el ingeniero Antonio Gallegos, describiendo en 1916 el proyecto de construcción de la carretera de Cortes, vuelve de nuevo a la forma más antigua para referirse a este lugar: Puerto de Gales (12). Definitivamente, para fijar el topónimo que hoy pervive, habrá que esperar al primer mapa topográfico Nacional del Instituto Geográfico en 1917 en el que se incluye ya la forma actual de Puerto de Gáliz, que se mantiene en la cartografía posterior hasta nuestros días.
Por su condición de encrucijada de caminos no resulta extraño que el Puerto de Gáliz fuese testigo en los siglos medievales de las guerras de frontera, y del ir y venir de las tropas musulmanas que guerreaban entre el Tempul y Cardela o de las cristianas que peleaban por la toma de Jimena y de la Serranía de Villaluenga. Conoció después, en el s. XVI, las escaramuzas contra los moriscos, o la rebelión de los monfíes en la zona de los Montes de Jerez y en los bosques del Aljibe y La Sauceda.
Fue testigo del paso de bandoleros, de arrieros y carboneros, de corcheros y cazadores, de contrabandistas y trajinantes. En la Guerra de la Independencia, estos parajes vieron pasar las tropas del General Ballesteros en sus refriegas serranas contra los franceses y en recuerdo de este personaje, la enorme roca de arenisca, auténtico hito natural que se levanta en el cruce frente a la venta, es conocida como Peñón de Ballesteros. Ya en el siglo XX, aún frescos en el recuerdo los bombardeos y la destrucción de La Sauceda, los fusilamientos junto al Marrufo…, el Puerto de Gáliz guarda también memoria del paso de aquellos crímenes de 1936 que esperan aún -por dignidad y justicia- ser reparados.
Hoy en día, el Puerto de Gáliz continúa siendo esa encrucijada de caminos entre las carreteras que unen Jerez, San José del Valle y Algar con Cortes y Ubrique o con Jimena y Alcalá. Y presidiendo este paraje, como un faro entre los bosques de alcornoques, la conocida Venta del Puerto de Gáliz. Los actuales propietarios nos informan que ya en 1940, la casa en torno a la que se construyó posteriormente la venta, servía sus primeras viandas a los viajeros que transitaban por estos apartados lugares. A partir de 1960 amplió sus servicios y hoy es parada obligada de quien circula por estas carreteras y aún destino final de otros que quieren disfrutar del paseo y de los magníficos paisajes que nos deparan los Montes de Jerez, y los bosques de Los Alcornocales. Y es que a veces, como en el Viaje a Itaca, lo importante es la travesía y estos caminos bien la merecen si a todo ello sumamos además la estampa añeja y hogareña de esta venta que, en palabras de Elena Posa, "invita a la excursión por sí misma", y a la posibilidad de saborear los mejores platos de carne de caza (13).
En la cercanías del Puerto de Gáliz no faltan hermosos parajes naturales y rincones con sabor serrano para disfrutar de un día de campo o de un agradable paseo por el monte: La Sauceda, El Marrufo, la Sierra del Aljibe, Los Hurones, El Tempul los Montes de Jerez, El Mojón de la Víbora, el Cerro del Berrueco… lugares a los que nos acercaremos en futuras excursiones.
Y junto a todo lo anterior, queremos atraer la mirada del viajero hacia las ruinas de una vieja casa ubicada frente a la Venta, al otro lado de la carretera, a los pies del Peñón de Ballesteros, esa enorme roca aislada que preside el puerto y que es ya un auténtico monumento natural. Esas ruinas es todo lo que queda de un antiguo ventorrillo. El Plan General de Ordenación Urbana de Jerez de 1995 incluía esta casa, la "Casa Contreras" -como se la conocía y como figura aún en la cartografía del IGN- en su catálogo de bienes a proteger como patrimonio rural y etnográfico gracias al acierto de M.A. González Fustegueras y J. Antonio Márquez que reconocieron sus valores (14). Se quería destacar así la singularidad de esta construcción -claro ejemplo de arquitectura popular-, su especial estampa y su sabor tradicional. Los que la conocimos antes de su ruina recordamos su horno de pan, su soleríade piedra de Tarifa, las vigas de madera que sostenían su tejado de teja árabe, su soberado, el pequeño emparrado de la entrada…
Pero sobre todo recordamos a sus últimos moradores: "Juan el Igualeja" y su esposa Catalina. Allí, en su casa, en la Venta "vieja" de Puerto de Gáliz servían, junto a su apacible conversación, algunos refrescos o café de pucherete o unos huevos fritos con chorizo. En ocasiones, los huevos se recogían para la ocasión en el corral de la casa y las chacinas colgaban de una alcayata clavada en una viga del techo… La casa cerró a finales de la década de los noventa, pero la recordamos vivamente. Hace casi veinte años, la última vez que visitamos la casa-ventorrillo de Juan y Catalina, con Agustín Cuello, J. A. Márquez y otros compañeros, en la pequeña estancia donde esta buena gente recibía a sus "clientes", visitantes y amigos, podía leerse en un cartelito colgado en la pared: "Casa de Juan El Igualeja. El que tenga bulla que se vaya". Toda una rotunda declaración de intenciones. De buenas intenciones.
Cada vez que venimos al Puerto de Gáliz, además de disfrutar de su Venta y del paseo, nos gusta acercarnos hasta lo que queda de la casa de Juan "El Igualeja". Entre las ruinas, aún podían verse hasta no hace mucho, los restos de aquel viejo sillón donde se sentaban las visitas que no tenían "bulla".
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