'Al pasar la barca'
En torno a Jerez
Una pequeña historia de las barcas que cruzaban el río Guadalete (1).
Antes de que se instalaran pontones, o se construyeran alcantarillas y puentes, los ríos y los arroyos se atravesaban por vados, vaderas y “pasadas”. Sin embargo, cuando los caudales andaban crecidos no quedaba más remedio que recurrir a las barcas. Ubicadas en los lugares donde confluían los caminos, en los que también solían existir vados, las barcas permitían dar continuidad al tráfico de personas y mercancías y como pequeños trasbordadores, servían por igual a caminantes y viajeros, a trajinantes y carreteros, a pastores y ganados.
En nuestro recorrido de hoy por la historia y por los paisajes de la campiña, les proponemos cruzar nuestros ríos en aquellas barcas de antaño y en especial en las que franqueaban el Guadalete y el Majaceite.
Algunas barcas célebres en la provincia
En la provincia de Cádiz, las barcas jugaron un papel insustituible en las comunicaciones entre distintas poblaciones, especialmente entre finales del XVIII y mediados del XIX. Así, por referirnos sólo algunas de las muchas que existieron, mencionaremos la barca que cruzaba el río San Pedro, entre Puerto Real y El Puerto de Santa María, hasta la construcción de un puente colgante en 1846. Ya desde finales del siglo XV, como indica el historiador Bartolomé Gutiérrez, Puerto Real contaba con “dos barcas de pasage… de que el rey les fizo merced, la una es en el Saladillo que está entre medias de Puerto Real é del Puerto de Sta. María; esta gana renta; la otra es en el Puntal de la Matagorda para pasar a Cádiz” (1).
Grandes servicios prestaron las barcas del río Guadiaro, debido al considerable incremento de caudales de este río en invierno, que contaba a mediados del XIX, según Madoz, con barcas para su paso en Jimena, Cortes, Benadalid, Gaucín, Casares y San Roque (2). Muy célebre fue también la “barca de soga” de Villamartín, instalada para cruzar el Guadalete tras el arrastre del puente en la avenida del Guadalete de 1917, que dio lugar a la conocida terminación con la que se completaba el dicho popular “En Villamartín te espero… si la soga no se rompe”. Pero sin duda, la única que junto a la de La Florida ha dejado su recuerdo en la toponimia ha sido la de Vejer. Madoz señala que el río Barbate, además de la conocida “Barca de Vejer”, al pie de esta población, contaba también con “una barca cerca de su desembocadura en el mar” (3).
Pieza clave para el tránsito por el Campo de Gibraltar fueron las barcas de los ríos Palmones (en el camino de Algeciras a Gibraltar) y Guadarranque (en el de Algeciras a San Roque) que, según informa Madoz, generaban a mediados del XIX importantes “derechos de pasages” proporcionando su arriendo 40.000 reales anuales al Ayuntamiento de Algeciras. En Chiclana, “cerca del empalme con la carretera general” (lo que hoy conocemos como nudo de Tres Caminos) encontramos también en esta época un puente de barcas sobre la ría del Zurraque que “fue establecido con el objeto de atender a las reparaciones de este tramo del camino y al de la barca de pasage que anteriormente había en este punto” (4).
Trebujena, Puerto Serrano, Arcos, Sanlúcar… contaron también con barcas para cruzar el Guadalete o el Guadalquivir, pero sin duda, el mayor número de ellas se concentraba en el término de Jerez, de las que hemos localizado información de más de una docena en los últimos cinco siglos.
Las barcas del Guadalete
En un trabajo publicado hace ya casi treinta años Juan de la Plata, daba cuenta de localización en nuestro Archivo Municipal de referencias sobre cinco de las barcas existentes en el Guadalete entre los siglos XVII y XIX a lo largo de su recorrido por la Campiña: la del vado de la Torre de Martín Dávila (la más antigua, en 1652), la de la Florida (1725), la de Florindas (1767) y la del Alamillo (1768) (5). Madoz, en 1846, mencionado los aspectos destacables del Guadalete señala que “en los términos de su tránsito, tiene 4 barcas en el de Jerez, que procediendo de arriba abajo, son; la de la Angostura, en el camino de Jerez a Arcos; la de Berlanga, en el de Jerez a Algar, la del Alamillo, en el de Jerez a Paterna, y la de Florinda en el de Jerez a Puerto Real” (6).
Vamos a ocuparnos ahora de algunas de estas barcas que cruzaban el Guadalete y de su afluente principal el Majaceite, a su paso por el término de Jerez. Para ello remontaremos el río desde El Puerto de Santa María hasta la sierra, visitando los parajes donde se ubicaban y conociendo algunos datos de las pequeñas historias que guardan.
Barca de Florinda o de Florindas
El recordado compañero del CEHJ Alberto M. Cuadrado Román, quien investigó como pocos las claves geográficas e históricas de nuestro río, vinculaba en uno de sus artículos, la tradicional leyenda de la Cava y de Don Rodrigo (recurriendo a la versión de Theophile Gautier) con la toponimia de los alrededores del Guadalete. Apunta en relación con ello que “el que tal vez, sea el único lugar cartográficamente documentado de la referida Leyenda de la Cava, se encuentra en el mapa del año 1811 Map of the Country round Cadiz comprehending St. Lucar de Barrameda, Xerez, Medina, Conil, Chiclana &c. from the Spanish Map of Jose Cardona, de Faden, Cardano y Thompson. Se encuentra en la Biblioteca Nacional y aquí lo adjuntamos. Ahí aparece la leyenda ‘Barca de Florenda’ (Barca de Florinda), que por su descripción y ubicación en dicho mapa, no puede ser la pedanía jerezana de La Barca de la Florida (el poblado de La Florida se creó en 1935 y el pueblo actual en 1948)” (7).
El citado topónimo de “Barca de Florenda” (o Florinda, pues se lee con dificultad) figuraba ya en un mapa anterior al citado, en el que en gran medida se basa aquel, como su mismo autor indica: el de José Cardano, de 1809 (8). De la misma manera lo podemos encontrar en otros aún más antiguos. El más significativo de ellos es el Mapa geográfico de los términos de Xerez de la Frontera Tempul Algar sus despoblados y pueblos confinantes del geógrafo Tomas López, compuesto en 1787 (9). En él puede leerse, esta vez sin errores, el topónimo de ”Barca de Florindas”, en un punto situado certeramente frente a las “Huertas de Sidueña” donde estuvo ubicada esta conocida barca del Guadalete que, en buena medida, vino a sustituir a la vieja barca de Puerto Franco que cruzaba también el río en un paraje cercano.
Aunque pueda resultar sugerente la relación entre el Guadalete, la Barca de Florinda, Don Rodrigo y el personaje de Florinda y la leyenda de la Cava, como planteaba A. Cuadrado, nos tememos que se trata sólo de una feliz coincidencia. En ella también reparó Adolfo de Castro. El erudito y escritor gaditano rechaza esta posible vinculación en su obra “Historia de Cádiz y su provincia”(1858). Señala en ella al dilucidar por el posible itinerario de las tropas musulmanas invasoras que “…Hay un pasaje del Guadalete entre Jerez y Puerto Real llamado la Barca de Florinda. Ignoro el tiempo en que se le impuso. Sea como quiera no puede significar que en aquel sitio ocurrió la batalla (de Guadalete). Sabido es que con razón se tiene por novela arábiga la violencia que a la hija del conde D. Julián hizo el rey Rodrigo, de la cual se originó la pérdida de España, conseja semejante á la de Lucrecia” (10).
El topónimo de Florinda (o Florindas) está a buen seguro relacionado, como apuntará ya Agustín Muñoz y Gómez con el nombre patronímico de una conocida familia jerezana, la de los Florindas. De ella era miembro el célebre jesuita D. Diego de Florindas (del que también nos habla Parada y Barreto en sus Hombres ilustres de la ciudad de Jerez), quien fue “rector de varios conventos de Andalucía y Visitador de parte de los de América”, que falleció en 1730, siendo rector del convento de Córdoba y a quien se debe el nombre de la jerezana calle Florinda, entre las de Pedro Alonso y Corredera (11). Muñoz y Gómez recuerda también como “en el Guadalete hay una barca llamada de Florindas, con el disfrute de ciertas tierras, pero con la obligación de pasaje á los viajeros y traginantes” (12). Otros miembros de esta misma familia dieron nombre a la mencionada barca y como ya publicó Juan de la Plata, “…en 1767, se autoriza una tercera barca, llamada de Florindas, ya que fueron sus promotores y encargados de manejarla, el jerezano Juan de Florindas y sus hermanos (13).
Una referencia de autoridad es la que nos proporciona el ilustrado Antonio Ponz, quien recorre en su Viage de España (1792) estos parajes de las marismas del Guadalete y menciona la “afamada Barca de Florinda”. Así, como relata en la Carta Sexta del Tomo XVII de dicha obra, tras visitar el Monasterio de la Cartuja y describir el Puente, toma el camino de La Isla de León siguiendo la ruta de la actual Cañada Real de La Isla o de Cádiz y Puerto Franco diciendo lo siguiente: “…Después de haber salido de entre estos pinares desmedrados se descubre á cortas distancias los bellísimos Pueblos del Puerto de Santa María, de Puerto Real, que quedan a mano derecha: y al mismo lado queda el paso del Guadalete por la que llaman Barca de Florinda…” (14).
La barca de Florindas figura en un buen número de mapas editados entre los siglos XVIII y XX, por lo que debió estar activa hasta bien entrado el siglo XIX. En la 1ª edición de la hoja 1016 del Mapa Topográfico del IGN de 1917 puede verse aún la leyenda de “barca” en el meandro del río en el que tuvo su emplazamiento. Hoy día, los viajeros que transitan por la carretera que une el puente de Cartuja con Puerto real, bordeando las marismas del Guadalete, aún pueden divisar donde se encontraba el emplazamiento de la Barca de Florinda a orillas del río, a unos quinientos metros frente a la curva del canal de riego.
La barca de Puerto Franco:
Entre el extremo más meridional de la sierra de San Cristóbal y el Guadalete, se encuentra el paraje conocido como “Puerto Franco” donde ya desde el siglo XV se estableció un pequeño asentamiento dedicado a la pesca en el río. En este lugar, donde viene a desembocar en el Guadalete el arroyo del Carrillo (o Matarrocines) vadeaba el río la prolongación de Cañada del Carrillo, también conocida como Cañada de Puerto Franco, por lo que este punto constituía además una encrucijada de caminos. La llamada “barca de Puerto Franco” posibilitaba la continuidad de la mencionada vía pecuaria (15).
Al cruzar el Guadalete se pasaba a través de la barca a las tierras que fueron del Haza de Florinda y de La Tapa y se enlazaba con la Cañada Real de la Isla o de Cádiz y Puerto Franco que, partiendo del Puente de Cartuja se dirigía por los bordes de la marisma hacia Puerto Real y Cádiz. Como nos recuerda Esperanza de los Ríos, en 1612 el ingeniero de la Corte, Cristóbal de Rojas, señala en un informe que realiza para mejorar la navegabilidad del río, la citada “barca de Puerto Franco” como el lugar donde habría que realizar uno de los cortes para enderezar el cauce del Guadalete (16). De la misma manera, como ha escrito Cuadrado Román, el ingeniero Leonardo Turriano hace también alusión a la citada barca al señalar el emplazamiento donde se encuentra como el punto por el que sería más fácil trazar un canal de unión con el río San Pedro (17). Un lugar, el del emplazamiento de la barca, a lo que se ve, estratégico por muchos motivos. Como se deduce de las fuentes documentales, esta barca cayó en desuso y tiempo después la “barca de Florindas” sustituiría, de alguna forma, la función que cumplía la vieja barca de Puerto Franco al encontrarse ambas en parajes cercanos. (Continuará) Consultar mapas, referencias bibliográficas y reportaje fotográfico en http://www.entornoajerez.com/
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