Una alternativa a la prisión

La Asociación Brote de Vida se ha convertido en los últimos años en una de las salidas para los usuarios que cumplen condena en prisiones de la provincia · De esta manera, además, intentan curarse de sus adicciones

Una alternativa a la prisión
Una alternativa a la prisión
Ainhoa Rosado

10 de mayo 2010 - 01:00

Es una realidad que los problemas con las drogas y la delincuencia en algunas ocasiones van de la mano. La desesperación, la ansiedad, la dependencia, lleva a muchas personas a cometer imprudencias de las que más tarde llegan a arrepentirse. En los últimos años, asociaciones como Brote de Vida han conseguido dar una pequeña esperanza a personas que cumplen condena en prisiones de la provincia y que además deben sobrellevar la carga de la drogodependencia.

Esta asociación, fundada en 1984, cuenta con un programa terapéutico en los centros penitenciarios con el que se pretende ayudar a cambiar las conductas propias del estilo de vida del preso toxicómano, a través de entrevistas individuales y terapias de grupo. Además, con este programa se pretende potenciar la motivación del interno para que decida realizar un proceso de rehabilitación y reinserción en el centro Brote de Vida, motivación que el individuo debe demostrar a través de la implicación en el desarrollo de su programa terapéutico, y en un cambio real y comprobable por los educadores dentro de la prisión. "El enfoque que queremos darle no sólo se centra en que dejen de consumir drogas, sino también pretendo que cambien actitudes y hábitos equivocados. La meta de nuestro programa es que la persona recupere un vida digna con nuevos propósitos e ilusiones", explica Antonio Ferrer, educador y coordinador de programa de la asociación.

Este programa de actuación en los centros penitenciarios contiene dos fases que se irán superando con el progresivo cumplimiento de objetivos del programa, siendo el equipo de tratamiento de la prisión quien finalmente valore la posibilidad de tramitar la aplicación del artículo 182 del Reglamento Penitenciario, en el que se concreta que el centro podrá autorizar la asistencia en instituciones extrapenitenciarias adecuadas, públicas o privadas, de penados clasificados en tercer grado que necesiten un tratamiento específico para deshabituación de drogodependencias y otras adicciones, dando cuenta al Juez de Vigilancia.

En concreto, la actuación de la asociación consiste en visitas terapéuticas a los distintos módulos de la prisión, con especial atención al módulo 4, donde asisten lunes, martes y jueves en sesiones de mañana y tarde. Allí se realizan terapias de grupos, entrevistas individuales, talleres y seminarios, tratándose los temas de drogas, las relaciones familiares o las habilidades sociales.

"Existe un mito urbano en el que se piensa que en las prisiones hay más drogas, pero la realidad es que hay menos y más cara. Lo que afecta al toxicómano es el estado emocional en el que se encuentra que les lleva a consumir más. Al estar encerrados piensa más en consumir que en la calle", apunta Ferrer. Por esta razón, es muy importante que la familia colabore "e intentamos mantener también una buena relación con ellos", declara el educador.

El trabajo más importante de esta asociación es la motivación, en cada una de sus entrevistas o de sus terapias de grupo, los trabajadores sociales y los educadores animan al preso, procuran que coja fuerzas para seguir adelante con el tratamiento, e intentan inculcarle la fe cristiana, que es uno de los pilares de Brote de Vida.

La asociación se puede encontrar dos tipos de presos en las prisiones; los que se encuentran cumpliendo condena y los que están en prisión preventiva a la espera de que se celebre el juicio y con cada uno de ellos se actúa de forma distinta. Cuando están en prisión preventiva "yo no puedo entrar, porque no están condenados entonces no se puede hacer mucho por ellos, si me piden una cita yo sólo puedo ir y hacerles una entrevista, lo oriento y lo animo. Después tengo que negociar con el juez, porque si utiliza el ser toxicómano como justificación del delito, si le dan la libertad provisional mientras no se celebra el juicio, puedo negociar con el juez que en esos meses entre en nuestro centro. Así de cara al juicio esa persona va a estar más lúcida y va a estar unos meses fuera de su entorno negativo", explica Antonio Ferrer.

Es diferente en el caso de los que se encuentran cumpliendo ya su condena, "ahora hay que negociar con la prisión. Aquí en la provincia se suele cumplir la mitad de la condena, así se contenta a la sociedad y al preso, ya que también hay que darle una motivación para que trabaje en prisión, haga los deberes educacionales, culturales, la motivación es la reducción de condena", declara Antonio.

"Para los que tienen una condena de cuatro años, a la mitad de la pena si lo ha llevado bien, se ha ganado méritos, ha estado en la escuela, ha asistido a los cursos terapéuticos, pues podemos plantearnos el mandarlo al centro. El preso puede tener un año de libertad condicional, más un año que dura el tratamiento, pues un preso que esté condenado a cuatro años, cumple dos y ya fuera une la condicional con un año de estancia en la comunidad. De alguna manera está cuatro años en contacto con la prisión, pero ya fuera de ese entorno que le dificulta la reinserción", explica el educador de la asociación Brote de Vida .

Pero no todos los presos llegan a buen puerto, sólo un 10 por ciento consigue continuar con el tratamiento e ingresar en el centro. Alberto es uno de los usuarios que cumple su condena en Brote de Vida y asegura que "me han dado la vida. La cárcel es muy desagradable y aquí llevo casi 8 meses cumpliendo las normas del centro y trabajando y luchando por reinsertarme. En cuanto supe que podía salir de prisión dejé los hábitos de consumo para conseguir méritos y llegar hasta aquí. Yo ya no estoy interno, ya he superado varias fases y puedo salir los fines de semana para estar con mi familia".

Veintiún meses lleva Antonio en el centro, y a día de hoy, es capaz de afirmar que "nunca en mi vida había tenido una oportunidad, nunca había logrado salir de las drogas, esto ha sido para mí una salvación. Ojalá hubiera conocido yo este centro hace 20 años. Yo siempre le digo a los jóvenes que veo entrar que aprovechen esta oportunidad al máximo".

"Yo siempre había tenido problemas con las drogas hasta que me vi en prisión. Tengo 27 años y mi mujer me habló de esta asociación y la verdad que han cambiado mi vida totalmente. Ahora veo las cosas de otra forma, estoy muy feliz. Llevo más de un año sin consumir y tengo las ideas muy claras, se que no necesito ninguna sustancia. Ahora mi objetivo es volver a recuperar la confianza de mi familia", explica Daniel.

Pero no todos los presos tienen la intención de acabar con su problema con las drogas, muchos sólo buscan en Brote de Vida una tabla de salvación para librarse de la prisión. "Lo más ingrato es ver que muchos sólo vienen para librarse de la cárcel. Como terapeuta te das cuenta que hay muchos que vienen con una motivación externa; o porque no quiere entrar en la cárcel, o porque su pareja lo va a dejar. Pero son una minorías los que vienen concienciados de que se están destrozando la vida y que están haciendo un daño a la sociedad", concluye Ferrer.

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