Romero Bejarano 'desnuda' las murallas de Jerez en su nuevo libro

El investigador jerezano habla hoy en 'El Laberinto' sobre arquitectura defensiva

Manuel Romero Bejarano posa junto al Alcázar, durante la entrevista, ayer.
Manuel Romero Bejarano posa junto al Alcázar, durante la entrevista, ayer.
A. Cala / Jerez

19 de junio 2008 - 05:00

Manuel Romero Bejarano ha venido para hablar de su libro. Y no es que este joven investigador e historiador jerezano haya estado desaparecido, es que simplemente conversará de forma especial hoy jueves, a las ocho y media de la tarde, en la librería 'El Laberinto', sobre 'La arquitectura militar en Jerez durante el siglo XVI'. Primera parte de su tesis doctoral publicada por el Ayuntamiento y Premio de Investigación Manuel Esteve 2005, por segunda vez, que convoca la Biblioteca Municipal. Esta conferencia forma parte del programa de actividades y presentaciones de libros que se realizarán en la librería en los próximos meses.

"Santas cosas son llamadas los muros et las puertas de las çibdades e villas". De este modo lo expresaba el rey Alfonso X en Las Partidas y así fue considerado por los jerezanos durante los siglos XIII y XIV, ya que de la conservación de las fortificaciones dependía su supervivencia. Y así lo cuenta a su vez Romero Bejarano en este libro sobre la evolución de las murallas jerezanas y la arquitectura defensiva, en general, durante el siglo XVI.

Así, entre algunas de las cosas de las que hablará Bejarano hoy destaca, por ejemplo, que "la arquitectura defensiva forma parte de las obras públicas porque ya existían todas en esta época. Eran edificios heredados de la Edad Media, época en la que Jerez estaba en guerra. Por ello fue necesario construir tanto un alcázar como unas murallas. En el siglo XVI el Ayuntamiento se encuentra con un problema: había unas leyes antiguas que prohibían tocar las murallas y obligaban a su conservación. Esta legislación no tenía sentido en la Edad Moderna, ya que la ciudad fue creciendo fuera de las murallas, lo que termina dividiendo a los ciudadanos que viven dentro y fuera de ellas. Además, las murallas, hechas de tierra, empezaron a arruinarse y caían encima de las viviendas".

El historiador también se centrará en las soluciones a estas dos cuestiones. Por un lado, se empezaron a abrir puertas por todas partes, ya que en un principio sólo había cuatro, las llamadas boquetes. Y por otra parte, se permite construir sobre la muralla de manera que esto sirviera para conservarla, ya que el dueño se encargaba de cuidar de ella, por lo que el Ayuntamiento cobraba un alquiler. Así, nuestra muralla se conserva sin que sepamos que está ahí. Por ejemplo, en La Moderna.

Manuel Romero afirma que se están haciendo intervenciones en las murallas, con el objetivo de continuar con su conservación, como en la calle Muro, Ancha, Porvera, "pero te estoy hablando de hace 25 años. Creo que ahora el Ayuntamiento hace lo posible, lo que ocurre es que hay ciudadanos que se dedican a pintar en los muros, una irresponsabilidad porque, por un lado, es patrimonio histórico, y por otro lado, están hechos con tierra, que absorbe la pintura y para quitarla hay que dañar el monumento. Estas personas maltratan el patrimonio".

Las murallas han condicionado la forma de la ciudad "porque -añade el autor- si te fijas, en la mayor parte del recorrido, hay calles que se han convertido en las principales de la ciudad como la plaza del Arenal, Lancería, Larga, Porvera, Ancha... condicionadas por la muralla. Por ejemplo, el boquete de Cuatro Juanes lo hizo la gente como acceso fácil a sus casas. El Ayuntamiento lo tapó en muchas ocasiones, pero los vecinos lo volvían a abrir".

Entre las curiosidades de este libro se relata que al estar prohibido construir hasta bien entrado el siglo XVI, entre las casas extramuros e intramuros había espacios vacíos, que los ciudadanos aprovechaban para tirar las basuras y criar animales. Los vecinos exigían más protección y llegaron a pedir que se cerraran los accesos a las murallas. "Tenemos que entender todo esto con el prisma de la vida en el siglo XVI, cuando no existían servicios públicos que hoy son básicos. Sin embargo, la organización de la ciudad sí fue muy estudiada en la época. Sólo hay que ver la alineación de las casas hoy día", subraya Bejarano.

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