Restos romanos en Jerez (y II)
POR otra parte, existieron otras inscripciones dispersas por la ciudad, que por ser de material resistente también fueron reutilizadas como refuerzos de muros. Destaca una columna conmemorativa de gran tamaño - Manuel Esteve la denomina columna miliaria- cuya inscripción hace alusión a un municipio republicano o de los primeros años del imperio que estaba colocada en la Puerta Real. En 1753 fue extraída de la mencionada puerta y enviada a dependencias municipales y hoy día se encuentra en el Museo Arqueológico de Jerez. Es razonable que dicha columna fuese reaprovechada por los musulmanes para reforzar la muralla, datada su construcción en los siglos XI-XII. Este hecho nos hace dudar que viniese en realidad de Asta Regia, como tradicionalmente se ha mantenido, pues Asta estuvo habitada hasta el siglo XIV. No parece lógico que la mencionada columna con su inscripción se trajese a Jerez y no fuese reaprovechada en la propia Asta, todavía habitada.
También se encontraron inscripciones romanas en una casa de la calle de la Carne y en una esquina de la calle San Marcos. Un cipo de mármol con inscripciones alusivas a un municipio romano estuvo en las huertas de Santo Domingo hasta finales del siglo XIX. Otra inscripción se halló en la Puerta de Santiago, otra en la calle Flores, etc. Lamentablemente, aunque de todas ellas existe una amplia documentación, han desaparecido.
Asimismo, también se encontraron en Jerez ánforas romanas completas, como la aparecida en 1937 en los cimientos del patio de la casa sita en calle Basantes n.º 6 y que fue donada a la sección arqueológica de la Biblioteca municipal por Francisco Siles. Otras 3 ánforas enteras aparecieron en el entorno de la iglesia de San Dionisio. Cuestión aparte es la aparición de monedas, de las que hay constancia de su aparición, incluso de la enigmática Cerit, apareciendo éstas entre los muros de una edificación en la Plaza del Mercado (así lo apunta Jerónimo de Estrada a finales del siglo XVIII) y en lugar indeterminado de la misma plaza (Agustín Muñoz y Gómez, siglo XIX).
Por otra parte, en la periferia de Jerez se ha encontrado todo un cinturón de yacimientos romanos de carácter rural, con abundante material anfórico de distintas épocas, alfares y villaes. Este tipo de asentamientos han aparecido por el borde de la elevación que suponía Jerez respecto al arroyo del Guadabajaque, que recorría desde el sur las Playas de San Telmo hasta el nordeste de la ciudad. Sin duda conformaban explotaciones industriales con salida a través de este arroyo hasta la desembocadura del Guadalete, hacia el Portus Gaditano. Entre estos yacimientos destacamos los de Torresoto, Alcázar, Picadueñas, Tempul, Los Villares (con una amplia necrópolis), Rabatún-Montealto, El Almendral, etc. En el solar donde se construyeron las bodegas Croft, donde existió una importante villa, apareció un trozo de suelo romano que fue rescatado entre los escombros por José Caballero Navarro y donado por éste al Museo Arqueológico en los años 80 del siglo XX. Del solar del antiguo campo de fútbol de la Espléndida, varios jóvenes donaron en los años 70 varias ánforas al Colegio La Salle.
Sin duda, un lugar tan privilegiado como Jerez en época romana no debió pasar desapercibido para una civilización tan instruida: en lugar elevado, dominando un arroyo con salida para la exportación, con ricas tierras de cereal y viñas, en comunicación con la cuenca del Guadalete y el Guadalquivir, atravesado por riachuelos, con abundancia de agua potable, etc. Jerez estuvo ampliamente ocupado en época romana. Probablemente, una sucesión de villae industriales con numerosa población, sobre todo esclavizada, para trabajar las fértiles tierras.
Ya en época islámica, es de suponer que tras las invasiones normandas o vikingas del siglo IX sobre el valle de Sidueña, la numerosa población existente en ese valle fundase sobre las antiguas villae romanas de Jerez convertidas en alquerías islámicas la ciudad de Sarish (Miguel Ángel Borrego: La capital Itinerante. Sidonia entre los siglos VIII y X, 2013).
Por otra parte, no estaría mal que todas esas basas y marmolillos romanos que perviven en las esquinas de los edificios jerezanos se estudiasen e inventariasen.
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