La memoria es como una nube de humo y ceniza
La otra mirada
Expresan sentimientos comunes a todos los seres humanos, en Java, Cádiz o Estambu
Jerez/IMPACTANTES y enigmáticas imágenes de estancias en penumbra, donde lo humano o las huellas de la vida se empequeñecen para destacar sobre ellas las ausencias, el vacío o la pérdida de aquello que ya no volverá.
Quizás sea ese el discurso común y global de las imágenes de Eleazar Ortuño que ilustran esta página.
El ciclo alternativo de la vida, creación–destrucción–creación, se desarrolla en las imágenes partiendo de la nada, del vacío de luz y color para llegar, a modo de zoom, a los elementos que de forma casi irreal irrumpen en la escena. Jugando ambiguamente con los conceptos de tiempos futuros y tiempos pretéritos, de esperanza y de pérdida. De vacío y de ilusión. De recuperación de la necesidad que el ser humano tiene de creer en sí mismo, en su capacidad de sobreponerse a los traumas, y convivir con la adversidad, que de forma constante o cíclica irrumpe en nuestras vidas. La capacidad de caer y levantarse. De asimilar heridas y cicatrices. De aceptación de la realidad.
La estancia vacía de polvorientos recuerdos que acompañan a un hombre en su última etapa, al que solo le queda el cariño de un perro y una vieja bicicleta pinchada que se detuvo con el tiempo. Los recuerdos que se volatilizan en la oscuridad, como una nube de humo y cenizas que se esparce y diluye, y que se apaga como la luz de la memoria.
La mirada atónita de dos niñas, que contemplan la esperanza enjaulada en el único atisbo de recuperar el ciclo creativo de la vida, inmersas en un páramo de cenizas y penumbra.
Los recuerdos, la memoria, la desesperanza, la soledad, son el escenario que Ortuño adopta para enmarcar sus imágenes. Para poner el acento sobre el ser humano, y su precariedad. Su capacidad de sufrir, de soportar y superar. De resistir y de aceptar. Imágenes saturadas de vacío, de tenue oscuridad. De pérdidas y ausencias. De desolación y realidad. De la muerte y de la vida que, a pesar de todo, late y lucha por abrirse camino en un panorama desalentador.
El 26 de octubre de 2010, el volcán Gunung Merapi de la isla de Java entró en erupción. La lava y la ceniza cubrieron aldeas enteras. 300 personas fallecieron y 150.000 tuvieron que ser evacuadas perdiendo casi todo lo que tenían, excepto la memoria.
‘Forgotten Land’ es el título del trabajo fotográfico que Eleazar Ortuño realizó sobre la catástrofe y que hasta el 13 de junio se exhibe por el Vicerrectorado de Proyección Internacional y Cultural de la UCA en la Kursala de Cádiz.
‘Forgotten Land’ es el testimonio de los supervivientes de aquella tragedia. De la vuelta a su espacio y a su hábitat plagado de eternos y crueles recuerdos, pero al fin y al cabo donde habitan sus ausentes recuerdos. Pero no es sólo eso, puede ser más, mucho más. Como toda obra que alcanza la categoría de arte sus imágenes, conmocionan y emocionan. Expresan sentimientos comunes a todos los seres humanos, en Java, Cádiz o en Estambul. Provocados por un volcán o por la simple pero inexorable precariedad de la vida, de nuestras vidas.
‘Forgotten Land’ es un catálogo de emociones humanas y de reflexiones sobre la muerte, la soledad, el dolor, las pérdidas, las ausencias, la desilusión, la desesperanza, la memoria, la evocación, los traumas, la belleza, la superación, la precariedad emocional... ‘Forgotten Land’ son retratos del alma de los seres humanos.
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