La Faraona y los tangos canasteros
La última vez que la vimos fue el 24 de febrero, hace unos días. Como estrella invitada del espectáculo con el que La Farruca abrió el ciclo Flamenco Viene del Sur en Sevilla. No pudo bailar esa noche porque la enfermedad que ha acabado con su vida ya estaba muy avanzada. Pero llenó el escenario con su sola presencia. Sentada, cantó y recitó con aplomo y profundo amor unos versos inspirados en su hermana. Fue el broche de oro de un espectáculo titulado Mi herencia.
Pilar Montoya Manzano La Faraona, nacida en Sevilla en 1960, fue la hija mayor de Antonio Montoya Flores El Farruco, uno de los mitos del baile flamenco del siglo pasado. Como el de su ilustre progenitor, el baile de La Faraona es corto y directo, sencillo en su aspecto técnico pero muy preciso, lleno de fuerza y confianza en la propia capacidad de trasmisión. La Faraona fue única porque, dentro de las claves estéticas familiares, desarrolló un estilo de fuerza pero también zumbón, pleno de sabor y sentido del humor, faceta ésta que explotó principalmente en los tangos. Fue, sin dudarlo, la más negra, la más africana de la familia Farruco.
Esta bailaora se inició artísticamente en los 70, en el seno de la familia. Aunque su debut profesional vino después de la trágica muerte de su hermano Farruquito, ocurrida en 1974. Antonio el Farruco se recuperó, en cierta medida, del golpe tremendo que supuso la desaparición de su primogénito al volver a los escenarios acompañado de sus hijas. Fue en el tablao sevillano La Trocha, en 1978. Desde entonces La Faraona participó en numerosos espectáculos entre los que destacamos Flamenco puro, Andalucía flamenca, Persecución, Bodas de gloria, Raíces flamencas, Farruquito y familia o Alma vieja.
La imagen última de La Faraona es su estilo canastero, su forma de irrumpir descalza y con una cesta de mimbre al brazo en la escena. Y botando al ritmo de los tangos. Su movimiento de cadera, único, pasará a la historia de la danza flamenca. No obstante, en su juventud, cuando estaba en plena forma física, fue una egregia representante de ese baile de fuerza, agresivo y viril, que es marca de la casa.
Fue también una excelente maestra, actividad que llevó a cabo en los últimos años en la academia sevillana Flamencos por el Mundo. Allí recibió a miles de alumnas de dentro y, sobre todo, de fuera de España que, como todo el mundo del flamenco, están hoy de luto. Ellas encontraban en el contacto directo el calor humano y la bonhomía que no se pueden copiar por Youtube.
Además de su padre, su hermano Farruquito y su hermana La Farruca, otros miembros de la familia de Pilar Montoya son bailaores. Farruquito, El Farru y El Carpeta son sobrinos suyos. Además su hijo El Barullo, también bailaor, se alzó con el Desplante Minero en el Festival de Las Minas el pasado mes de agosto. Es decir que la continuidad del arte en el seno de esta familia está asegurada. Descanse pues en paz Pilar la Faraona.
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