La construcción del puente de Cartuja (II)
Pretérito perfecto
Dada la frecuencia y alcance de los últimos ataques de los corsarios berberiscos, el Ayuntamiento redactó el 28 de abril de 1523 un memorial en el que exponía a Carlos V la situación, diciéndole que “entre las otras cosas que son convenientes e muy convenibles al serviçio de dios e vecinos de ella e de otros lugares que con ella confinan comarcanos es que se faga un puente en el vado que dizen de medina media legua de esta çibdad en el Rio de Guadalete termino de ella”. Según se contiene en el documento, el gobierno municipal había tratado ya en varias ocasiones este asunto, descartando la ejecución de la obra por falta de fondos. No obstante, en este momento pensaban que era absolutamente imprescindible la construcción del puente, aunque Jerez no tenía dinero para levantarlo “por lo que de presente padesçe por los trabajos e aprietos de la tierra que a cabsa de los años pasados por ser tan esteriles e de tanta pestilençia an subçedido”(1). El Cabildo no engañaba al monarca con esta afirmación, pues como hemos visto, entre 1518 y 1523 afligió a la comarca la peor epidemia de peste que se recuerda.
En el memorial presentado a Carlos V se desgranan todos los motivos que hacían necesaria la construcción de un puente en el Vado de Cartuja, los cuales pasamos a exponer.
En primer lugar se explica que en invierno el río aumentaba de modo considerable su caudal, lo que ya hemos comprobado por las mediciones realizadas por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Esto dificultaba bastante el paso por el vado y en ocasiones lo hacía peligroso. De hecho, en el memorial que se envía al emperador se dice que cada año “se an ahogado e ahogan en el dicho vado y en otras partes del dicho Rio tres y quatro personas e otros años mas e se les pierden a los vezinos de esta çibdad yeguas e cavallos e burras cargadas con mantenimientos por pasar el dicho vado”(2).
A continuación el memorial razona que el Vado de Medina era paso obligado para llegar por tierra desde Jerez a Cádiz, Gibraltar, Puerto Real, Medina Sidonia, Vejer, Conil, Chiclana, Tarifa, Jimena, Alcalá de los Gazules, Casares, Paterna y Barbate(3), concluyendo “que no ay otro camyno para los dichos lugares mas convenible ni mas çierto”(4). Al dificultar el tránsito, el Vado complicaba las transacciones comerciales entre ambas orillas del Guadalete, llegando a interrumpirse en invierno el flujo mercantil. Esto repercutía en la hacienda real que dejaba de percibir impuestos por los negocios que dejaban de cerrarse.
Sin embargo, las razones expuestas hasta el momento eran secundarias para el Ayuntamiento, que pensaba que el principal motivo por el que había que construir el puente era acabar con los ataques de “los moros enemigos de nuestra santa fe catolica”(5). Las poblaciones más castigadas en los últimos años habían sido Conil y la Isla de León. No por casualidad en este informe se hace referencia al ataque de 1523 a esta última población, explicándose que en esta ocasión “los dichos moros llevaron cativos de la puente de çuaço que es a quatro leguas de esta çibdad ochenta e tantas animas de christianos y muchos despojos e joyas e dineros”(6), añadiendo que los piratas “an fecho asimismo otros muchos estragos e daños e andan con mucha soltura en la mar que ponen mucho temor a los dichos pueblos y puertos de mar”(7).
El Vado de Medina constituía una barrera para las tropas jerezanas que acudían a socorrer a las poblaciones costeras, diciéndose que “quando van por otra parte los moros tienen fecha su presa y tomados los cautivos que an podido e se an puesto a salvo”(8). Por tanto, la única solución para auxiliar a las castigadas localidades del litoral era construir un puente en el vado “por ser el camyno mas breve y menos trabajoso de donde podria proçeder que los moros no hiziesen daño y que estando ellos informados del favor e socorro que tienen (las ciudades costeras) e que aquel es çierto dexaran de hacer y poner en obra sus pensamientos dañados como los suelen y acostunbran haser hordinariamente”(9).
Una vez expuestas todas las razones, y en vista de la urgencia con que se necesitaba la nueva obra y de la precaria situación de las arcas municipales, el Ayuntamiento solicitaba ayuda económica a la Corona.
No conocemos la respuesta exacta de la corte al memorial enviado por Jerez(10), pero ésta hubo de ser favorable, ya que a finales de 1525 se pone en marcha el proceso de construcción del puente. El 3 de noviembre el Ayuntamiento llega a un acuerdo con la Cartuja de Santa María de la Defensión (ubicada en las inmediaciones del lugar en que se había de levantar la nueva obra) que permitía la construcción de una casa en unos terrenos de su propiedad ubicados en las inmediaciones del Vado de Medina para guardar en ella tanto los materiales como las herramientas necesarios para los trabajos. La única condición que pusieron los monjes fue “que en siendo acabada la dicha puente la podamos derribar sin contradiçion alguna y asy quedemos como siempre”(11).
Con una decisión inusitada para el desastroso Consistorio jerezano, a los pocos días comienza el acopio de materiales en el Vado, contratándose la traída ni más ni menos que de 2000 carretadas de piedra de la dehesa de Martelilla(12). Hay que señalar que estas canteras se pusieron en explotación precisamente para la obra del puente de Cartuja, como nos confirma un documento de 1534 que dice que “la çibdad mando abryr y descubryo una cantera para la obra de la puente”(13). Hasta el momento, los edificios que se levantaban en Jerez se hacían con piedra extraída de las canteras de la Sierra de San Cristóbal. Este material presenta un contenido alto en sal, lo que hace que se disgregue al estar en contacto continuado con la humedad. Por tanto, era inviable fabricar el puente con esta piedra, así que se decidió extraer la cantería de la dehesa de Martelilla (ubicada a unos seis kilómetros del puente en dirección sureste), mucho más dura y resistente a la acción del agua. De hecho, la calidad de esta piedra quedó demostrada con esta obra y fue demandada con posterioridad para otras obras, pues a su dureza hay que unir que es un material idóneo para realizar labores escultóricas. De ahí que, por ejemplo, las Casas Capitulares de Jerez en el XVI o la fachada de la iglesia de La Cartuja en el XVII, se hicieran con piedra de Martelilla.
NOTAS
1. Archivo Histórico General de Simancas (a partir de ahora A.H.G.S.). Cámara de Castilla. Legajo 176. Expediente 26.
2. Ib. Se trata de parte del testimonio de Pedro Gómez de Sierra. Por mantenimientos se entendía alimentos en la época.
3. Ciertamente el vado era paso obligado a otras muchas poblaciones, pero nos limitamos a enumerar las que se contienen en el memorial.
4. A.H.G.S. Cámara de Castilla. Legajo 176. Expediente 26.Se trata de parte de una de las preguntas del interrogatorio contenido en el memorial.
5. Ib. Se trata de parte de una de las preguntas del interrogatorio contenido en el memorial.
6. Ib. Se trata de parte del testimonio de Alonso Camacho, vecino de Puerto Real.
7. Ib. Se trata de parte de una de las preguntas del interrogatorio contenido en el memorial.
8. Ib. Se trata de parte de una de las preguntas del interrogatorio contenido en el memorial.
9. Ib. Se trata de parte de una de las preguntas del interrogatorio contenido en el memorial.
10. La pérdida de la mayor parte de las Actas Capitulares de 1525 y 1526 ha impedido que conozcamos de modo directo la respuesta de la Corona. No obstante, por otra Acta de 1533 (A.M.J.F. Actas Capitulares. 1533. Fol. 359 vto. y ss. 4 de octubre) sabemos que en esta fecha se solicita a Carlos V licencia para gravar con impuestos a la población para financiar la construcción del puente, a lo que varios caballeros capitulares se opusieron, demandando “que la çibdad no pida ynpusiçiones para la puente por quanto la çibdad tiene muchas ynpusiçiones en sy para lo suso dicho”, de lo que se deduce que, si ya la población estaba gravada con impuestos para construir el puente en 1533, era porque la solicitud de 1525 había sido atendida.
11. A.M.J.F. Actas Capitulares. 1582. Fol. 341 y ss. 24 de agosto.
12. Archivo de Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. (a partir de ahora A.P.N.J.F.). 1525. Oficio X. Baltasar de Lueña. Fol. 252 vto. y ss. 8 de noviembre.
13. A.M.J.F. Actas Capitulares. 1534. Fol. 642. 17 de marzo.
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