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"EL arca de la isla", de Miguel Aranguren (La Esfera) se editó, creo recordar, al final del pasado año. Pero claro, la vorágine brutal (también en tiempos de la maldita crisis) de títulos que siguen editándose, provocó que la novela ya no estuviera en la librería cuando fui a buscarla a principios de este verano (y es de edición, como digo, muy reciente), y que tuviera que pedirla por encargo, lo mismo que si hubiera entrado en la tienda buscando un raro incunable de un autor desconocido. Y no. Ni el autor es novel ni la editorial es 'Ediciones Pepito Pérez & Cía', así que sigo sin entender, y miren que llevo años moviéndome en esto, en qué piensan los sellos editoriales de peso para sacar títulos y luego no darles la publicidad lógica y, en el caso que nos ocupa, merecida. Después se quejarán de que no venden.
"El arca de la isla" es una novela de aventuras, fresca y de un ritmo narrativo frenético cuyo autor, además, ha sabido manejar con precisión de cirujano los saltos en el tiempo, crear un ambiente propio de las novelas de Julio Verne, y enganchar al lector desde la primera página, algo que no todos los libros y autores (por mucho superventas que sean) consiguen ni por asomo.
Pero la novela de Aranguren tiene todos los ingredientes para el triunfo, porque da al lector lo que de un libro de este tipo queremos: que entretenga. Sin embargo, volviendo al principio de estas líneas, me ha resultado doloroso, o al menos sorprendente, que muchos de mis allegados, lectores compulsivos y teóricamente al tanto del mercado, no tuvieran ni pajolera idea de la existencia de este título. No termino de entender que hasta las editoriales de relumbrón saquen a la calle novelas y autores honestos y luego le hagan una campaña misérrima o inexistente, pero después anuncien a bombo y platillo las memorias de una tenista retirada o algún pendón desorejado de la tele. Será por la pasta, digo yo, y no precisamente la de los libros que en ocasiones soslayan tan indecentemente.
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