Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Crónica personal
LA vicepresidenta del Gobierno ha tenido que salir a escena para descalificar unas declaraciones de la ministra de Igualdad. El día anterior era el ministro de Cultura el que se veía obligado a rectificar a Bibiana Aído, y entre los socialistas que están en la pomada se dice que Aído se ha convertido en un peligro público y hace más daño al Gobierno que toda la oposición junta.
El nombramiento de Aído ha sido un error, inmenso error. En primer lugar, por el ministerio en sí; ni se necesita ni se comprende para qué lo quiere Zapatero; todo lo que tiene que ver con Igualdad se lleva a Justicia, Trabajo, Interior o incluso Sanidad. Para ese viaje no hacían falta las alforjas, Aído. En segundo lugar, y más importante, la ministra va de ridículo en ridículo, de bobada en bobada... hasta la derrota final. Porque al final de esa trayectoria demencial no queda más que ponerla en la calle, echarla del Gobierno. Cualquer otra solución que pase por mantenerla da pie a la oposición para poner de vuelta y media al Gobierno y da pie al Gobierno para ponerse rojo de vergüenza.
Primero fue el famoso teléfono de los maltratadores, después los miembras y miembros, a continuación las bibliotecas sólo para mujeres y con libros escritos por mujeres, más tarde "inferiorizar", y ahora ha puesto en un brete al Gobierno, otro más, con su peculiar teoría sobre la vestimenta de las mujeres musulmanas, lo que ha obligado a Fernández de la Vega a rectificarla para explicar que en este país nuestro en el que una mujer como Aído ha llegado a ministra las mujeres musulmanas pueden vestir como marquen sus tradiciones siempre que cumplan la legislación vigente.
Esta ministra deja en pésimo lugar a las mujeres. Esta ministra incapaz, inconsistente, que frivoliza con lo más serio, que utiliza una terminología ridícula y que se deja llevar por el feminismo radical, que es el principal enemigo del feminismo, provoca que los que aún muestran reticencias a ver a las mujeres en puestos de responsabilidad se crean cargados de razón para rechazar a mujeres para ocupar esos cargos. Es lo peor que les podía pasar a quienes pelean por la igualdad de las mujeres.
Los españoles, todos, merecen mejor trato. Merecen que todos y cada uno de los miembros del Gobierno se planteen su trabajo con seriedad, que sean reflejo de lo mejor que hay en España, que presenten iniciativas solventes, que sepan lo que traen entre manos y que no suelten frases que provocan auténtico sonrojo.
Los españoles merecen que Zapatero dedique cinco segundos a reflexionar sobre lo que está haciendo Aído. Sólo cinco segundos, no más: suficientes para darse cuenta de que se ha equivocado y que lo mejor que puede hacer es enviarla de nuevo a Alcalá de los Gazules.
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