'Peregrinos de Esperanza'. El anuario de la Hermandad de la Defensión
la saeta jerezana
A palo seco
ELcante de la saeta en la Semana Santa de Jerez, siempre tuvo una personalidad particular. Y hay una razón para que así lo sea. La saeta, cantada por siguiriyas, nace en nuestra ciudad a finales del siglo XIX. Hay razones concretas que así lo demuestran y que por razones de espacio no se pueden tratar en un artículo periodístico. Pero esa es la verdad, como lo reconoce el propio Antonio Mairena, cuando indica cómo a principios del siglo XX "una forma jerezana de cantar saetas, a la que se llamó por seguiriyas llegó a Sevilla y terminó convirtiéndose en un gran cante, con las mismas dificultades y duende que el mejor estilo flamenco". Fueron La Serrana, Manuel Torre y, posteriormente, El Gloria, quienes llevaron a Sevilla esa forma distinta de cantar la saeta.
También Mairena decía que "el andar sobre los pies" lo inventaron los costaleros sevillanos de la Macarena cuando, desobedeciendo la voz del capataz, no avanzaban escuchando la saeta del Niño Gloria.
Jerez ha tenido a lo largo de los años saeteros de una categoría extraordinaria. De los antiguos, Manuel Ríos Ruiz nos detalla una nómina escogida: Paco La Luz, Perico Cantarote, El Chato, Medina El Viejo, y una generación después, Don Antonio Chacón, Isabelita de Jerez, La Pompi, Juan Mojama y los ya citados Torre y la Serrana. Posteriormente, El Carabinero, Pepe Torre, Juan Jambre, El Serna, Tía Juana La Chicharrona, Morao El Viejo, entre otros, mantenían una llama singular de un cante netamente jerezano que marcaba, por definido, un estilo propio. No se dejaba influenciar, dicho con toda claridad, de otras maneras de decir la saeta, más recargada, con florituras y adornos que se alejaban del sentir cantaor de Jerez.
Mi memoria alcanza ya, otros saeteros que destacaban en los años sesenta: El Niño de la Fortaleza y su hermano El Locajo, Ana María Las Jerezana, Juanata, Luis de Pacote, Eduardo Soto, el Carbonero, Juan Acosta, La Bizca, Agujetas, El Guapo, y más recientemente, los hermanos Moneo, Juan de la Bárbara, Diego Rubichi, Rafael "El Lilo", Ramón Junquera, Ana Peña, la familia de los Salmonetes, Angel y José Vargas, Auxiliadora Romero, Fernando y Curro de la Morena, entre otros.
Deliberadamente no reseño a los más jóvenes; pero si queremos respetar ese cante tan jerezano que escuchamos respetuosamente todas las Semanas Santas; si entre todos, asumimos la responsabilidad de mantener el legado que varias generaciones de saeteros nos han regalado, hay que volver a los fundamentos del verdadero cante de la saeta de Jerez.
Ese que, en su día, dejó atónitos a los sevillanos, por su profundidad, quejío y duende. Y si alguien tiene alguna duda de cómo se debe interpretar, tengo grabado el documento que lo atestigua: una saeta, verdadera, cantada al Cristo de la Expiración por la Paquera de Jerez a mediados de los años setenta del siglo pasado. ¡Extraordinaria!
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