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JOSÉ Luis Repetto Betes celebró ayer su última Eucaristía como cura-párroco de San Dionisio. Le ha llegado la jubilación de sus tareas pastorales. Con tan solo 10 añitos entró en el Seminario, con 22 se ordenó sacerdote, un 21 de junio de 1959; 56 años como cura, y 52 años como párroco en Jerez. Cuando poseemos algo, no lo valoramos tanto como si careciéramos de ello. Y aunque no seamos conscientes ahora, ha sido un lujo para la Iglesia local haber tenido al padre Repetto al frente primero de Santa Ana durante 11 años, y como párroco del Salvador y San Dionisio después; abad primero, deán de la Catedral desde que somos Diócesis, José Luis es de esos pocos sacerdotes en la historia de nuestra ciudad que son únicos, irrepetibles, insustituibles. Su altura intelectual es conocida: decenas de libros publicados sobre Historia de Jerez, Teología, Hagiografías, Semana Santa.
Todos estos campos los ha dignificado sobradamente. Los que hemos tenido oportunidad de trabajar junto a él en la parroquia, sabemos de su amor a la Iglesia de Jesucristo, su obsesión por servir a los más necesitados, el amor por su feligresía. Su temperamento firme es el que le permitió llevar a cabo miles de proyectos en el mejoramiento social y espiritual de tantas familias y jóvenes; y también con el patrimonio diocesano, que no sería hoy lo mismo sin su inmenso trabajo. Cuando fue llamado a otras dignidades eclesiales lejos de aquí, optó por quedarse con los suyos, con quien lo necesitaba, pensando antes en los demás que en sí mismo. José Luis ha sido un párroco y es un sacerdote ejemplar. Por fortuna lo seguiremos disfrutando muchos años, como a él le gusta decirse: sacerdote, sólo sacerdote, siempre sacerdote. Ayer, en San Dionisio, con un templo abarrotado, su gente quiso demostrarle gratitud y reconocimiento. Gracias monseñor.
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