Enrique / García-Máiquez

Contra el congelador

Su propio afán

05 de junio 2015 - 01:00

TODOS me aconsejan que escriba, aprovechando las vacas gordas de la inspiración, cuatro o cinco artículos de más, si puedo, y que los meta en el congelador, para cuando lleguen las vacas flacas. Me parece un consejo estupendo, extraordinario y a la vez con mucho sentido común, fantástico, muchas gracias, pero no consigo aplicármelo.

El congelador me hiela la tinta. La adrenalina por las nubes al ver que se me acaba el plazo de entrega y que tengo que escribirlo todavía, me ayuda a teclear con más ansia, entre sorbos espasmódicos al café. Si no es para mañana, yo, como don Juan Tenorio, suspiro: "¡Qué largo me lo fiáis!", y me tumbo a leer la Divina Commedia, que es una obra eterna, con un pie fuera del tiempo, allá en el más allá.

"Si uno hablase siempre de la actualidad no podría, evidentemente, tirar de congelador", replican mis consejeros, "pero no es tu caso". Es cierto; muy a menudo no hablo de la estricta actualidad, sino de la vida misma, que no tiene fecha de caducidad (o no tan perentoria, esperemos). Sin embargo, siempre hablo del presente. "Deja la actualidad, que se hace sola/ y ve al presente que te necesita" son dos versos de Álvaro García que he adoptado como mote de mi escudo.

Un presente que me permitiese escribir artículos extra, además del de cada día, sería un presente exultante, lleno de energía y de vitalidad, de fuerza y entusiasmo. Sin embargo, un presente en el que no fuese capaz de pergeñar un artículo para llegar a mi cita diaria con ustedes, sería un presente de encefalograma plano y de alma hundida, sin fuerza ni alegría. Y me sonaría a engaño gordo que en vez de contarles a ustedes que estoy seco como una mojama, sea precisamente esa semana desangelada, en la que voy llorando por los rincones, cuando aparezca en las páginas del periódico con la intensidad de un rapto poético exuberante (aunque descongelado).

Contra toda prudencia, seguiré jugándomela al propio afán de cada día, sintiendo el vértigo del paracaidista que no sabe si se abrirá su mochila en el segundo justo. Aunque tengo la confianza de que, si bien salto sin congelador, sí lo hago con red. Ustedes sabrán perdonarme que alguna vez mis artículos sean más precipitados y tropezones. La actualidad siempre se hace sola (y así sale, por otra parte), pero el presente está en nuestras manos, y a veces nosotros no estamos para nada. Como hoy. Y eso también tenía que contarlo.

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