Héctor Moisés Sánchez Blanco

El estudio de un inmueble histórico: la Iglesia de las Angustias

04 de marzo 2009 - 01:00

La ciudad de la historia

EL estudio sobre un inmueble histórico debe ser abordado desde distintas vertientes. En primer lugar debe realizarse un estudio histórico que analice las referencias documentales existentes. En segundo lugar e íntimamente ligado a éste debe existir un estudio arqueológico (existe una especialidad dentro de la arqueología, denominada Arqueología de la Arquitectura, vinculada al estudio de estructuras en superficie) que analizará los distintos paramentos y elementos que conforman el inmueble, los datos arrojados deben ser complementarios a los obtenidos en el estudio histórico. En tercer lugar es conveniente contrastar la información obtenida en los anteriores estudios mediante un estudio patológico, que será origen del proyecto de ejecución y que puede aportar datos de interés en diversos puntos del edificio. Todos ellos deben ser desarrollados por personal especializado, no siendo conveniente que todos coincidan en la misma persona, ya que se abordan campos muy distintos, es de vital importancia la multidisciplinariedad de dicho trabajo.

En el caso de la Iglesia de las Angustias nos encontramos solo con una aproximación a estos estudios. La iglesia de las Angustias está, como sabemos, situada en la plaza del mismo nombre, próxima a la Calle Corredera, en la que fuese salida natural hacia Medina Sidonia. Dicha ubicación era un punto lógico de reflexión y rezo para los viajeros, siendo éste el motivo de la existencia de una cruz de humilladero que podemos citar como origen de la iglesia ya en el siglo XV, próxima a un pequeño fortín que existiese en la zona. La cruz existente inicialmente evolucionó a ermita en no demasiados años, ya que en el siglo XVI la denominación que encontramos en las referencias documentales es ésta.

La vida del inmueble está unida prácticamente desde sus primeros momentos con la existencia de la propia Hermandad de las Angustias. Aunque ésta no es legalmente constituida hasta 1631, los comienzos debemos situarlos en el siglo XV, siendo más que probable alguna actuación en el edificio, vinculada con el crecimiento de la devoción. No será hasta finales del siglo XVI cuando la hermandad realice una primera ampliación en el edificio, después de diversas peticiones al cabildo municipal.

Ya en el año 1730 y a raíz de ser agregada a la Orden Servita, la hermandad acomete la segunda ampliación. Dicha actuación fue sufragada en gran medida por don Tomás de Geraldino. Los trabajos ejecutados levantaron el actual crucero, presbiterio, camarín y diversas estancias anexas. Se desconoce por qué no se finalizó la ejecución de los trabajos con la demolición de la actual nave central y posterior edificación de una nueva más acorde con el crucero.

No volvemos a encontrar referencias de relevancia sobre el inmueble hasta el año 1868, cuando el templo es clausurado por la Junta revolucionaria, siendo utilizado en primer lugar como club republicano y posteriormente como templo luterano. En el año 1872 vuelve a ser abierto el edificio al culto católico, inicialmente son los padres Carmelitas los primeros en instalarse, no permaneciendo demasiado en el inmueble y estableciéndose a continuación la comunidad de religiosas regulares del Sancti Spiritu de la orden de San Agustín. La hermandad estaba sumida en la inactividad, estando cedido todo el patrimonio de ésta a dicha comunidad. La penuria pasada por dichas religiosas las llevó a vender gran parte de los bienes existentes en el inmueble, perdiéndose en aquellos años el archivo que la hermandad conservaba.

En el año 1925 la hermandad es reorganizada por tres hermanos que aún vivían, volviendo ésta a la actividad. Se eliminan las divisiones de las celdas establecidas por las religiosas durante su estancia en el inmueble.

A mediados del siglo XX se realiza una sustitución de la pavimentación así como la apertura de una puerta lateral hacia la calle Porvenir en el primer cuerpo de la nave principal, puerta que será cerrada en el año 1981. A finales de esta misma década se realizan los estudios y posterior ejecución de los trabajos destinados a consolidar la estabilidad del inmueble, los daños afectaban en gran medida a lo edificado en el siglo XVIII.

En estos últimos años se han restaurado las pinturas murales del camarín y se ha realizado una rampa de acceso sobre parte del reducto de entrada. La información arrojada por el estudio histórico debe ser contrastada con los datos que puedan ofrecer tanto el estudio patológico como el estudio arqueológico.

En el caso de la Iglesia de las Angustias no existe un estudio arqueológico, solamente podemos aplicar dichos conceptos en determinadas zonas, sin proceder a realizar ningún picado o acción que deteriore el edificio, la aproximación realizada a éste sólo nos ofrece datos relevantes de los paramentos exteriores y de diversos encuentros que pueden ser observados a simple vista, destacando la evidencia de tres fases claras en la evolución del inmueble, las dos primeras fases se corresponden con los dos cuerpos de la nave principal (podemos ver diferencias en las fábricas, falta de continuidad en los llagueados, diferencias en las bóvedas, tanto en altura como decoración y superposición de elementos) y la tercera fase con el crucero y resto de dependencias. Sin un estudio más estricto no podemos concretar más en dicha evolución.

El análisis de las diferentes patologías presentes en la actualidad en el edificio no aporta demasiada información en el caso que nos ocupa. La actuación realizada hace escasos años ha subsanado en gran medida los problemas del edificio, pudiendo observarse patologías menores que no arrojan demasiada información. Tenemos casos en nuestra ciudad donde actualmente gracias a un buen estudio patológico se han obtenido datos para la redacción y ejecución de proyectos de rehabilitación que eviten la perdida de nuestro patrimonio histórico y que han aportado información para explicar determinadas actuaciones en otros periodos, dando de esta forma sentido a la información que puede obtenerse del estudio histórico y del estudio arqueológico.

El conocimiento de la documentación escrita junto a un estudio Arqueológico y un estudio patológico son herramientas que pueden ofrecernos datos suficientes para acercarnos al conocimiento de nuestros inmuebles, ofreciendo por lo tanto un instrumento fundamental y obligatoriamente necesario a la hora de acometer cualquier actuación en nuestro Patrimonio.

Fco. Antonio García Romero

Eugenio J. Vega Geán

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