El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
Las cosas que pasan
F UE algo impactante y costó recuperarse a palo seco. Menuda sorpresa se llevó más de uno al conocer que UGT pagó en Avilés 12.000 euros del ala por oír una conferencia del humilde juez Garzón -gran aficionado a la caza- casi en familia. Acudieron, seguro que impacientes y ávidos de conocimientos, unos cien afiliados a su conferencia, por lo que la cuenta es bien sencilla: a 120 euros por barba tocaron. Y ya puestos: ¿la central no podría traer este año a Jerez a Rosario Flores o a U2? Seguro que acudirían en masa afiliados y simpatizantes, incluso los no creyentes, dispuestos a pagar. Y con esta petición, no queremos ofender al PSOE, un partido con más sensibilidades que las que afloran en un concierto de Raphael. De hecho, hay tantas familias en su seno que incluso algunas forman UTEs en función de lo que esté en juego. Pero vaya, no dirán que la UGT no tiene capacidad de sorpresa. Y hablando del PSOE, hoy por hoy, el rey del PSOE de Jerez no es otro que Juan Manuel García Bermúdez, ahora algo alejado de las tareas más pesadas como delegado por motivos de salud y por lo tanto fuente de envidia sana de los que siguen al pie del cañón. "Cada vez que te veo me acuerdo de lo que dijo el ministro Solbes ante los universitarios cuando le preguntaron por el cese de Bermejo. Tú si que sabes, Juanma", le saludan los compis entre aromas de jazmín y rosas con espinas. Seguramente, ahora que se sigue gastando algo más de lo que se ingresa en el Ayuntamiento -por más que se trabaja en cambiar esta tendencia a marchas forzadas-,Bermúdez lo ve todo con otra perspectiva y más calma. La vida no se acaba en la política Fraga y hay que gastar cuidado con tomarse las cosas muy a pecho, porque los sustos, en los tiempos que corren, están a la orden del día y más con la que está cayendo. Aunque para susto, el que se llevaron los familiares de un incombustible xerecista, recientemente, cuando fueron a conocer su estado de salud al hospital. El bueno de Luis visitó Urgencias al encontrarse bastante mal, y al cabo de las pocas horas su cuñado fue a interesarse por su evolución en el propio hospital. Le comunicaron, en un primer instante, que había fallecido, aunque apenas unos minutos después le explicaron que se había tratado de un desafortunado error y que por suerte seguía -y sigue- vivo. El susto fue de muerte, pero la rectificación fue una bendición.
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