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EN nuestro poema "Juramento y conjuro por los credos de Marilyn", fechado en 1991, escribimos para empezar: "Ya no eres más que cine, dicen tus granujas biógrafos./ Pero nadie se conforma con tan cuca referencia de ti". Y terminábamos con estos dos versos: "Y si pudiera desenterrarte de forma verdadera y escrita/ demostraríale al mundo la hermosura recobrada de tu naturaleza".
Teníamos el presentimiento de que la verdadera Norma Jeana Montenson, Marilyn Monroe artísticamente, era una mujer de intensa espiritualidad, de honda entidad humana en todos los sentidos. Y nos lo confirma su libro: "Fragmentos" (Seix Barral, 2010), en edición de Stanley Buchthal y Bernard Commente, con prólogo de Antonio Tabucchi. "Fragmentos", reúne poemas, notas personales y cartas manuscritas por la inmortal artista. En la nota editorial se nos recuerda: "Estando ella en vida, los medios inventaron bajo presión de los estudios la imagen de una mujer alegre, radiante, aun a costa de hacerla aparecer como una típica rubia tonta". Y seguidamente se nos aclara: "Y sin embargo, como todas las medallas, el icono posee dos caras. La solar y luminosa de la pin-up. De la rubia chispeante. Y la lunar, la de una joven perfeccionista en grado máximo, en busca del absoluto, a quien la vida (la profesión, las amistades, los amores) sólo podía decepcionar".
Al reunirse sus escritos, repartidos por carpetas, libretas y papeles sueltos, gracias al hallazgo de Annan Stradberg, viuda de su representante, se comprueba que no hay en ellos nada sucio, ni de baja estofa, nada de cotilleos. Y comprobamos que lo que encontramos en sus meditaciones o poemas, es su intimidad sin exhibicionismo, registros de un alma, por lo que la estrella se nos ofrece más viva que nunca. Por eso escribe: "Vida/ soy de tus dos direcciones./ De algún modo permaneciendo colgada hacia abajo/ casi siempre/ pero fuerte como una telaraña/ al viento. Existo más con la escarcha fría resplandeciente./ Pero mis rayos con abalorios son de color/ que he visto en un cuadro, ah vida/ te han engañado".
En el prólogo, Antonio Tabucchi afirma sobre Marilyn: "Ahora lo sabemos, era una persona culta, no sólo escribió poesía, también leyó mucha poesía". Efectivamente, en el volumen revelador que comentamos, aparecen fotografías en las que tiene un libro en las manos. Y en otras imágenes posando junto a grandes poetas como Carl Sandburo y Ediith Sitwell.
Las confesiones de Marilyn Monroe son admirables por su sinceridad. Termina diciendo: "No es tan divertido conocerse demasiado o creer que se conoce uno demasiado. Todo el mundo necesita un poco de amor propio para superar las caídas y dejarlas atrás". No obstante, no pudo dejar de quitarse la vida. Qué complejo es el ser humano.
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