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PISA 2009 nos ha traído a los andaluces muy malas noticias. No hemos mejorado desde la edición anterior. Pasa el tiempo y seguimos igual. Me temo que si continuamos haciendo las mismas cosas que hasta ahora, el próximo PISA 2012 nos ofrecerá un panorama similar.
En PISA 2006 Andalucía fue, en resultados, la última comunidad de las diez que participaron en el programa. Esta vez ha aumentado la participación a catorce (se han incorporado Baleares, Canarias, Madrid y Murcia), pero no hemos sido capaces de mantener el puesto décimo. En comprensión lectora y competencia científica (lectura y ciencias, para abreviar, en adelante) hemos bajado al lugar doce, mientras que en matemáticas el descenso ha sido hasta el puesto número trece. No está mal, de catorce lugares.
Se puede argüir, con algo de razón, que el lugar que se ocupa es algo que tiene un valor relativo. En una etapa ciclista, un corredor puede llegar en el puesto noventa y ocho, y llega al mismo tiempo o a muy escasos segundos del tercero, porque los participantes han llegado en compacto pelotón. Pero ¡ay!, no es el caso de Andalucía. El problema de nuestra querida región es que es ella la que marca la ruptura en el pelotón. En las tres áreas de competencias de PISA hemos medido las diferencias en términos de carrera ciclista, y hemos convertido la distancia entre el primero y el último en un arco de treinta minutos. Así, la comunidad autónoma que obtiene mejores puntuaciones marca la referencia en tiempos a las demás.
Pues bien, en lectura Andalucía queda descolgada a 22' y 57'' de Madrid, que es la que obtiene más alta puntuación. La comunidad que antecede es Murcia, que ha llegado con más de diez minutos de ventaja sobre Andalucía. En Matemáticas hemos llegado en el puesto trece, de catorce, a 19' y 48'' de Castilla y León. Esta vez nuestro antecesor, que vuelve a ser Murcia, se ha distanciado de nosotros en más de seis minutos. Por último, en ciencias, hemos llegado muy descolgados, acompañados de Baleares y, a más distancia, Canarias. Hemos entrado 22' y 4'' después de Castilla y León, que está que se sale. Murcia, esta vez, se nos ha adelantado en siete minutos.
PISA 2009 distribuye las puntuaciones de los alumnos en siete escalones. Los tres primeros (-1, 1 y 2) se asignan a los sujetos que no alcanzan el mínimo exigido. Dentro de ellos, es especialmente bochornoso el primero, pues indica el analfabetismo casi total en la competencia en cuestión. El cuarto escalón corresponde al nivel 3, e indica la dosis mínima necesaria para alcanzar la suficiencia. Los escalones 4 y 5 recogen a los escolares con un apreciable dominio de la competencia. Finalmente, el 6 es el lugar de la excelencia. En esta distribución tampoco hemos quedado bien.
En lectura, matemáticas y ciencia más de la mitad de los alumnos andaluces ocupan los tres primeros escalones (55,1, 57,4 y 55,1 %, respectivamente). Los tres últimos sólo los ocupan, siguiendo el mismo orden, el 13,8, el 17,5 y el 15,6 %. Es desolador el panorama del más alto nivel. En el escalón 6 no hay nadie en lectura, en matemáticas tres de cada mil, y en Ciencias uno de cada mil. Por el contrario, cerca de tres de cada cien niños se muestran como cuasi analfabetos en la competencia lectora. En matemáticas son prácticamente trece de cada cien los sujetos que tienen en esta materia una incompetencia prácticamente absoluta. En ciencias, la media: siete. Tampoco escapamos mal en repetidores, aunque aquí el pelotón no nos deja atrás con tanta facilidad. Cuarenta y tres de cada cien alumnos andaluces de quince años son repetidores.
No cabe la excusa de los inmigrantes. El casi seis por ciento de ellos ha sido el que menos puntuación ha obtenido si tomamos como referencia la puntuación que obtienen los inmigrantes en las demás regiones. Tampoco nos libran de la mala posición los ajustes de los resultados derivados del bajo nivel social, económico y cultural de las familias de los alumnos. Si se descuenta este efecto, Andalucía sigue a la cola, dejando detrás únicamente a Baleares y, claro, a Canarias.
No son buenos resultados. En el caso de España se dibujan sistemas educativos que van a distinta velocidad. El lugar donde se cursen los estudios tiene una influencia significativa en cuanto a los logros a conseguir. Nosotros, desgraciadamente, estamos en el lado malo. Y no debemos conformarnos. Ni nuestros alumnos ni nuestros profesores son más torpes que los demás. Pero habrá que hacer otras cosas, probar otras medidas, llevar otros controles. Lo que se ha hecho con los nacidos en 1994 -la cohorte examinada en PISA 2009- ya se ha visto lo que ha dado de sí. No se puede seguir con un sistema en el que uno de cada tres alumnos lo abandona en cuanto puede, y en el que más de la mitad no alcanza niveles estándares pensados para que lleguen a ellos un ochenta por ciento de la población.
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