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TRIBUNA LIBRE
EXISTE un postulado personal de nuestra parte para el desarrollo de la profesión periodística que siempre mantenemos como principio fundamental. Cuanto más alto es el calibre intelectual, académico y universitario de un personaje mejor es su estilo sencillo de comportamiento en sus relaciones sociales y humanas. Así se puede sintetizar la línea accesible de Juan Pedro Domecq Solís. Un personaje famoso como ganadero, muy singular que se nos ha ido para siempre. Al dolor irreparable de su pérdida hay que unirle lo que significa su desaparición para el mundo de la comunicación hablada, escrita, visual y no digamos de su apasionante vinculación al ámbito de las nuevas tecnologías, donde ha demostrado ser un adelantado. Una forma muy afín en su vida ganadera plagada de trabajo, estudio e investigación, de entender a la tauromaquia con la necesidad de actualizar unos métodos tan propios del siglo XIX para trasladarlos a la época actual del XXI . Es una parte de lo relevante que fue en vida Juan Pedro Domecq Solís, continuador en tercera generación de una misma estirpe ganadera y creador de su sucesor ya en plena actividad como el cuarto Juan Pedro, su hijo de apellidos Domecq Morenés, responsable desde hace tiempo de la ganadería de Parlade.
Con la velocidad supersónica con la que se difundió la noticia y a pesar de las innumerables muestras de condolencia que han saltado del muy complejo mundo taurino han sido múltiples las comunicaciones que hemos recibido desde distintos lugares de España para consultarnos más de cerca la vida jerezana del fallecido. Se ha escrito que nació en Sevilla y podemos advertir que fue casual porque toda su infancia y juventud se desarrolló en la casa de la Plaza de Rafael Rivero, donde en la actualidad tiene sede el Casino Jerezano. Entre el triste episodio trágico de su muerte recordamos la triste circunstancia que también su primo hermano Francisco, magnífico aficionado, caballista y ganadero primogénito de su tío Salvador tuvo la fatalidad de morir una noche en accidente de trafico cerca de su finca. A Juan Pedro nunca se le fue de su imaginación sus orígenes jerezanos. Ya residiera en Madrid o en su finca jamás olvidó la figura insigne de su padre Juan Pedro Domecq Díez, heredando sus aficiones ganaderas y poéticas y le encantaba complacer cualquier llamada para atender a la tierra de sus antecesores. Sus grandes dotes de locuacidad le valieron para destacar como un magnífico comunicador. Existe un amplio reflejo en Jerez: Su presencia como pregonero de la feria taurina de Jerez, en acto organizado por la tertulia Los 13, sus apariciones en la semana taurina del Club Nazaret para homenajear a Rafael de Paula. Como ferviente admirador del torero de la tierra también fue uno de los principales intervinientes en el multitudinario acto que impulsaron Paco Flores y Manolo Salado en la noche del 19 de diciembre de 2000 celebrado en el Hotel Jerez para conmemorar los cuarenta años de alternativa del diestro jerezano. Atendió hasta al propio 'costalero' Cala para dar una conferencia en la humilde y desaparecida peña Portagayola de la calle Guárnidos, donde se encontraba el toro disecado de Osborne que recientemente se ha denunciado su desaparición .
Atrás no se queda su accesible decisión para acompañarnos en muchos coloquios taurinos de año en año celebrados por Onda Jerez en directo tras las corridas de la feria en el Hotel Jerez. Siempre encontramos a un invitado de honor dispuesto y valiente contestando a preguntas a veces poco cómodas para resolver, especialmente cuando la corrida no había sido buena. Siempre fue prudente, correcto y ejemplar. Una de estas noches estaba incluso reciente la muerte de uno de sus hijos, Fernando, cuando un veterano aficionado, Domingo, apoyado en la nostalgia de la bravura del pasado, algo contrariado con la corrida le decía "si don Juan Pedro levantara la cabeza …" al referirse a las exigencias de su padre. Aguantó muy estoico. Fue respetuoso en la contestación sin entrar en ningún envite de discusión. Como ganadero creador del toro moderno admitía con sonrisa que las figuras preferían sus toros porque el bueno era la pera en dulce y el malo no molestaba.
A nivel personal como periodista lamentamos su pérdida por lo didáctico, divulgativo e innovador que ha sido su figura para la Fiesta. Todavía mantenemos en la memoria cuando en 1989 acompañé al maestro de picadores el entonces casi nonagenario picador Miguel Atienza, fallecido en 1990, a fin de que montase por ultima vez en su finca 'Lo Álvaro' para filmar una serie televisiva de 'las suertes en el toreo'. Fue una magnífica oportunidad para reforzarle mi aprecio al ganadero y a su vez para contar siempre con un personaje importante que añadir a la agenda periodística. A Juan Pedro Domecq Solís, un ganadero accesible y comunicador lo vamos a echar mucho de menos. Descanse en paz.
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