Lunes de gloria cofrade

La Cena

A La Cena, que reunió multitudes a su lado, sólo le faltó que la lluvia no se invitara a su recogida

Lunes de gloria cofrade
Lunes de gloria cofrade
Francisco Abuín

03 de abril 2012 - 07:13

Reviviendo esos instantes que Tacho García Pomar nos desveló en su pregón de este año, toda una suerte de izquierdos, costeros, andando de frente valiente y con el compás que saben darle al gente de abajo al Señor de San Marcos, La Cena recibió ayer a Jerez y Jerez se le entregó porque aprecia el esfuerzo y la calidad.

Tarde de expectaciones y esperas, de apreturas y bullas, de aguardar la llegada del Señor en la Consagración y de la brillante Paz bajo palio. Es la hermandad del Lunes Santo en la calle; la que atrae la atención no sólo por el tópico costalero de la que hace gala sino también por su belleza y armonía. Frente a la puerta grande de San Marcos cabe la gente que cabe. Es pequeña pero increíblemente es capaz de acoger a cientos de personas que no están dispuestas a perderse la salida Señor. Un inicio que cada año es diseñado en movimiento bajo el paso y la música que sale de los instrumentos de la Estrella. Una conjunción banda-cuadrilla que obra unos minutos de gloria cofrade que a lo largo del año se recuerda sobremanera.

Así fue como el ‘Castillo’ abandonó el templo dejando atrás los armoniosos sonidos del órgano para adentrarse entre un gentío que no dejó de estar muy pegado a los respiraderos para seguir con el alma cada marcha, cada voz de mando que sale de las trabajaderas y cada palabra de Martín Gómez hacia su gente de abajo. Es evidente que la hermandad ha crecido y lo sigue haciendo.

El impulso costalero está presente pero también el de una hermandad que sigue propiciando la penitencia nazarena como el mejor activo que puede tener una cofradía, por encima de muchos otros. Sin ellos no hay casi nada: para dar la mejor escolta al Señor con su Cáliz y a la Virgen de la Paz bajo su singular paso de palio, único, diferente pero maravilloso. Contemplarla es una delicia pero aún más verla pasar y comprobar cómo va dejando un rastro de paz, regusto y cadencia sin estridencias, todo absolutamente medido y un regalo para todos los sentidos ante la estética que se nos marcha buscando el Jerez eterno.

Todo esto transcurre en una hermandad cuyo entorno de ida se flanquea del verde de los esplendorosos naranjos de San Marcos, rodeado de casas señoriales y recias; de grandes y pequeños ocupando al ciento por ciento los pocos y escasos espacios libres, de hermanos de la Borriquita con varas y estandarte en sus manos saludando su paso, y de música de calidad adecuada a la cofradía, alegrando el paso o pidiendo recogimiento ante una oración que se escribe en un pentagrama. Así fue la Cena en su Lunes Santo de gloria, que sólo se vio enturbiado por un cambio de recorrido (José Luis Díez en vez de Carpintería) para poder llegar rápido a San Marcos en caso de que se pusiera a llover, algo que acaeció a las diez y cuarto de la noche. Y tocó acelerar.

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