Un mar de fervor rojinegro

Los Judíos

La cofradía hace historia al volver a coger por la calle Merced en su camino hacia la Carrera Oficial

Un mar de fervor rojinegro
Un mar de fervor rojinegro
Juan Pedro Lobato

04 de abril 2012 - 08:36

Parece hecho a posta. El rezo al cielo del Señor de Las Penas representa en el Martes Santo el sentir de todos los fieles de la Hermandad de Los Judíos. Una constante mirada a las confusas nubes que van y vienen por la plaza del Mercado y a veces dejan salir a un tímido sol que hace presagiar que la estación de penitencia está a punto de realizarse. En la preocupación de los presentes a las puertas del antiquísimo templo que respira Jerez por los cuatro costados está el pensamiento de si el retraso de media hora en otro barrio de la ciudad, San Benito, hará esperar un poco más.

Sin embargo, a las cinco en punto de la tarde las puertas se abren para el descanso de los presentes. Familias enteras se emocionan entre aplausos al ver los rayos dibujando la alargada forma de la cruz de guía en el suelo de la capilla gracias a un sol que no ha querido perderse a su Cristo. “Este año sí”, se escucha decir a los padres que esperan reconocer a sus hijos entre las filas de hermanos rojos y negros que ya van en busca de la calle Merced, novedad en el recorrido de este año.

Tras la alegría por la salida, la impaciencia va in crescendo con la salida de los centenares de penitentes con los que cuenta la cofradía. Que la agrupación isleña de ‘Virgen de las Lágrimas’ empiece a tocar antes de que se presencie a Las Penas aumenta el nervio cofrade. El martillo del misterio, entonces, resuena con fuerza entre las paredes de San Mateo. “Ya está aquí”, se escucha a algún niño. El Señor de las Penas se deja ver en penumbra tras los ciriales, perdidos a su vez entre la espesa marea del humo del incienso. El silencio se hace entonces en la puerta de Los Judíos. La dificultad de la salida por el tamaño de la puerta solo deja patente el por qué Los Judíos es el sinónimo de Martes Santo. Sus espectaculares y propios andares solo son comparables en maestría a la forma en que soluciona la dificultosa maniobra. Tras el trabajo de los costaleros, Cristo se encara, Marcha Real mediante, al que es su barrio. Reza y mira al cielo dando profundas gracias a Dios padre por el recibimiento, los fervorosos aplausos que demuestran que Jerez echaba de menos a ‘El chiquitito’, como muchos le llaman. Diego Gorrión, como no podía ser de otra forma, es protagonista en el pensamiento de la segunda levantá. Macarena de Jerez y ‘El Zambo’ hacen quejío sus oraciones mientras Jesús tiene a su dolorida y maltratada espalda unos desalmados que se juegan su túnica. Al son de “derecha alante, izquierda atrás”, el paso va dirigiéndose poco a poco y sin dejar de mecer al Señor, a la Ronda del Caracol.

Y como no podía ser de otra forma, ella también se hace esperar. Las caídas del palio de Desconsuelo ya suenan en su golpeo con los varales y se prepara para pasar el primer reto de la tarde, la puerta por la que hace unos minutos salió su hijo. Un trabajo que vuelve a cortar la respiración en una abarrotada plaza de San Mateo cuando la cruz que preside el palio de la Madre de Dios se dobla gracias al muelle que lleva incorporado. La banda ‘Virgen del Castillo’ pone el final a esta maniobra. Desconsuelo y Juan Evangelista se hablan con la mirada y su pueblo intenta consolarla entre aplausos y vítores. La pureza de María se representa con los claveles blancos que componen el exorno floral.

De esta forma, Desconsuelo sigue al rastro de maestría que ha dejado su hijo, que ya busca la calle Merced. Desconsuelo llora por Ronda del Caracol, pero esta vez de alegría por el cariño de su pueblo, que ya planea una cena temprana para acompañar a su Hermandad desde la plaza San Lucas hasta el altar principal de su sede en San Mateo.

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