Amargura con sabor a buen hacer
La Flagelación
La cofradía de Los Descalzos demuestra sus ganas de hacer estación de penitencia después de no poder salir el año pasado
Jerez/QUE no vuelva a pasar;se leía en los ojos de los presentes en la calle Medina. El año pasado, Jerez se quedó sin Amargura, la calle Naranjas se quedó sin su marea de nazarenos azules y blancos y el barrio san Pedro no pudo disfrutar de la aflicción de ese frágil y maltratado flagelado, magnífica talla de manos italianas que llena de orgullo el día más grande de la Semana jerezana.
Y es que el sabor cofrade con más clase y elegancia en sus formas lo suele poner La Flagelación en su estación de penitencia, cada año, a la Santa Iglesia Catedral, que fue la primera sede canónica de la hermandad, fundada a finales de la década de los años 20, aunque sus dos imágenes titulares corresponden al siglo XVIII. El paso de palio de María Santísima de la Amargura es una verdadera obra de arte en movimiento. El techo y las caídas, dibujo de Enrique Hernández en terciopelo azul celeste y con sedas de colores, no tiene parangón en la Semana Santa de Jerez. Armonía absoluta con el resto de elementos que terminan de componer el perfecto retablo que enmarca la talla de María, abrumada en plena expresión de dolor con su inconfundible rubor en las mejillas. Ni qué decir tiene que el conjunto llega a su momento culmen en Miércoles Santo como el de esta jornada, cuando el sol rivaliza con los bordados en brillo.
Así, pensando en lo amargo del año pasado, cuando quedan pocos minutos para las seis de la tarde, las cancelas de la parroquia de Los Descalzos se abren para dejar paso a la no menos impresionante churrigueresca cruz de guía de la cofradía que no hace otra cosa que evocar la magnitud de la cofradía que va a procesionar por la calle Medina en un momento. Momento que llega después de que los ciriales salgan del patio interior de Los Descalzos, cuando el enorme paso de misterio neobarroco encara la puerta de su templo, preparado para emocionar a Jerez a su paso. La banda de cornetas y tambores de la Vera Cruz de Utrera son los encargados de anunciar al oído la salida de Jesucristo.
En su andar está su estilo, su esencia. Y sin que te des cuenta, la hermandad pone paso a la calle Naranjas en busca del barrio de San Pedro, con ganas y emoción. Pero la gente permanece quieta, expectante, María aún está en el interior de Los Descalzos. Y cómo no, el andar de los hombres del capataz de la cofradía, Francisco Yesa, no desentona ni un poquito con el carácter de esta hermandad. Amargura sale, anda y abrumada se mezcla con su pueblo, bañando a Jerez con todos sus tonos de azul. Momento aún más ensalzado gracias a los sones de la banda de música Julián Cerdán.
Solemne y con gracia, el sinsabor de la amargura se vuelve placer en el paladar cofrade que este año se ha quitado la espinita de contemplar la estación de penitencia de uno de los símbolos de la Semana Mayor.
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