Cuando Jerez se hace Getsemaní
La Oración en el Huerto
Volvió a salir la hermandad de Santo Domingo por la Puerta del Reloj catorce años después
NOS contaba en cierta ocasión el maestro Fernández Lira que siempre vio acertadísimo que una cofradía con sede en el convento de la Orden de Predicadores llevara dos ángeles, uno en cada paso. Pues bien, son dos los que físicamente se ven, el que acompaña al Señor orando en el Huerto en el misterio (¿Rostro de hombre? ¿Rostro de mujer? Una incógnita que no acabo de descifrar) y el Confortador, atribuido a la Roldana, en el palio. Pero son muchos más los que procesionan con la corporación de hábito dominico: aunque ya no estén entre nosotros, Fray Domingo, Pepe Antonio, Antonio Asenjo, Ignacio Rodríguez, José Manuel Franco, fallecido hace justo hace un mes, Manolito, siempre Manolito, y tantos otros siguen haciéndose presentes en la corporación dominicana que unos genoveses fundaran mediado el siglo XVI y que, allá por 1941, fuera reorganizada para mayor grandeza de nuestra Semana Santa.
Media hora faltaba para las ocho de la tarde, en un Jueves Santo que daba la razón al dicho de los tres jueves que lucen más que el sol, cuando la sobria cruz de guía de la Hermandad se aposentó, catorce años después, en la Puerta del Reloj para que el cortejo, compuesto unos ciento ochenta nazarenos, vistiendo hábito compuesto por túnica y escapulario blancos y capa y antifaz negros, al más puro estilo dominico, comenzara su estación de Penitencia.
Pocos minutos después, las marchas "Orando al cielo" y "A la niña de mis ojos", magistralmente interpretadas por la Agrupación Musical La Sentencia, hacían silencio entre el público a la salida del imponente misterio que tallara Manuel Guzmán Bejarano y que porta el momento trágico en el que el Dios hecho hombre, el Hombre que era Dios, se enfrenta a su momento supremo, el instante de la aceptación radical de la muerte como voluntad de Dios, magistralmente plasmado en el misterio al que dieran forma las gubias de Juan Luis Vasallo. Cuarenta almas, dirigidas un año más por Manolo Ballesteros (¡y van 33, oiga!), llevaban el Getsemaní de Jerez, que iba con un elegante exorno formado iris morado que acentuaban, aún más si cabe, la belleza del conjunto.
Enfilando ya el cortejo y el paso de misterio la calle Porvera para girar hacia San Juan de Dios en busca de la Carrera Oficial, el bellísimo paso de la Virgen de la Confortación, exquisitamente ornamentado con alhelíes y rosas blancas, hace su aparición a los sones de la Banda Sinfónica Municipal de San Fernando, que con la Marcha Real y "Confortación" llevan la salida de este palio a cotas estéticas insuperables. Comandado por vez primera por Juan Antonio García Gallego, hijo del recordado Diego García de los Santos "Gorrión", treinta hombres destilan esencia y saber costalero desde un templo tan mariano que nos hace mirar tanto a las marismas de Almonte con la Virgen del Rocío como a al Jerez medieval con la Virgen de Consolación. A reseñar la restauración de la saya de la Dolorosa, obra de Fernando Calderón, y la vestimenta del ángel confortador, donación de un grupo de hermanos.
Destacó sobremanera, al regreso a su templo, el paso de la dominica cofradía por puntos del Jerez antiguo como Peones, Carpintería Baja y Tornería, calle esta última donde, al igual que al entrar en Carrera Oficial, el misterio marcó a los sones de "Una mirada al cielo", marcha dedicada a la hermandad que se estrena en este año 2014.
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