La virtud de acaramelar el cante

La crítica

Vicente Gelo, artista equilibrado, supo elegir con acierto cada uno de los palos a acometer

La virtud de acaramelar el cante
La virtud de acaramelar el cante
Fran Pereira

07 de marzo 2012 - 01:00

Conocer las virtudes y los defectos de uno mismo, o sea, tener los pies en la tierra, ayuda y de qué manera a la hora de experimentar con el cante. Eso lo sabe perfectamente Vicente Gelo, un artista equilibrado y que ayer en Villavicencio supo elegir con acierto cada uno de los palos a acometer.

El sevillano, un artista bien curtido en el atrás, enciclopédico y con buen gusto por lo tradicional, completó un recital interesante. Quizás sólo le faltó un compañero de viaje más convincente en algunos momentos pues la aportación guitarrística (como en la bulería final y las bulerías de Cádiz de bis que regaló) en vez de sumar, restó.

Vicente tiene un timbre fino, un eco melódico y pegadizo que te susurra al oído y acaba por acaramelar todo. Deleitó en en las soleares de Cádiz con las que abrió su actuación (sólo le chafó algo su cante el dichoso pie del guitarrista a la hora de marcar).

A continuación, encaró el camino de Málaga para meterse por malagueñas y abandolaos. Nuevamente dio muestras de amplio concepto temático al hacer variedad de estilos, algo de agradecer. Gelo acometió con solvencia la malagueña de la Trini y remató con una facilidad pasmosa los abandolaos, primero un jabegote, posteriormente el fandango de Pérez de Guzmán y como postre, los aires de Frasquito Yerbabuena, todo con absoluta limpieza y una vocalización extraordinaria.

Esa belleza acústica que desprendió en esta última fase, la continuó el de Albaida al interpretar una preciosa guajira del gran Pepe Marchena. Con el buen respaldo de Tino, Vicente se vino arriba ofreciendo melismas que consiguieron calar entre el público, entregado con su capacidad para modular su garganta.

"No veas el calor que se pasa aquí", exclamó mientras se limpiaba el sudor de la cara con un pañueño. Una vez aparcada la tensión, el joven cantaor siguió por la misma línea trazada. Fue el turno para ejecutar cantiñas y para dar consistencia a su actuación con unos tangos en los que nuevamente la amalgama de estilos fue una constante. Además, cosa original, los remató con sones de garrotín.

"Sé que cantar aquí en Jerez bulerías puede ser una osadía, pero me gusta terminar por este palo", dijo. Con aires de Utrera, Vicente Gelo enfiló el último escalón de su completo recital. Aquí, en cambio, nunca se le vio cómodo y la buena sintonía que había tenido antes con la guitarra desapareció, algo que se repitió en el bis con unas bulerías de Cádiz más bien flojitas.

Cante

Vicente Gelo

Cante: Vicente Gelo. Guitarra: Tino Van der Sman. Ciclo: Los Conciertos de Palacio. Día: 6 de marzo. Lugar: Palacio de Villavicencio. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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