El Pinsapode las Escaleretas
en torno a jerez
Un árbol monumental que se muere de viejo
Los lectores que, como nosotros, sientan admiración por los árboles, a buen seguro que sabrán apreciar especialmente aquellos ejemplares que, por sus características sobresalientes, se han incluido en el Catálogo de Árboles Singulares de Andalucía. Ocupando un escalón superior en este selecto grupo, se encuentran aquellos que por sus excepcionales valores han sido reconocidos como Monumento Natural de Andalucía. Uno de ellos es el conocido como Pinsapo de las Escaleretas, que crece en las estribaciones del Cerro Alcojona, en el término municipal de Parauta, en un hermoso paraje enclavado en el Parque Natural Sierra de las Nieves, destino de nuestra salida de hoy.
En diferentes ocasiones hemos visitado este impresionante ejemplar, varias veces centenario y todo un símbolo de estas serranías, habiendo sido testigos de su lento, pero -al parecer- imparable deterioro. Y es que, como indican los expertos que han estudiado la progresiva sequía de sus ramas, la "enfermedad" que aqueja a este viejo pinsapo no es otra que el inexorable paso de los siglos: el Pinsapo de las Escaleretas se muere de viejo". Para rendirle un sencillo homenaje y dejar aquí constancia de nuestra admiración por este viejo árbol y su entorno, vamos a volver a visitarlo -aunque nos duela tanto contemplarlo en este estado-, a recorrer de nuevo los caminos que nos llevan hasta él recordando también sus historias. ¿Nos acompañan?
Para llegar hasta el lugar donde crece este "monumental" pinsapo, hemos salido de Ronda en dirección a San Pedro de Alcántara. Tras recorrer aproximadamente 12 km, dejaremos a la derecha el cruce de Parauta para seguir, unos 2,5 km más, hasta encontrar a la izquierda de la carretera el desvío, bien señalizado, hacia el Parque Natural de la Sierra de Las Nieves. Desde aquí, una pista forestal en buen estado nos conduce, entre un monte adehesado de encinas y pinos de repoblación, hasta el cortijo de La Nava, una finca que cuenta con alojamientos rurales. Desde sus cercanías la pista continúa ascendiendo hasta un paraje en el que nos encontramos una bifurcación. En este punto podremos dejar los vehículos, tras haber recorrido algo menos de 7 km desde el inicio de la ruta. El camino de la derecha asciende hacia Los Quejigales (a 2,7 km), mientras que el de la izquierda, en dirección a Tolox, desciende por las laderas de la sierra hasta La Escalereta (2, 4 Km), lugar al que nos dirigimos.
Iniciamos así nuestro paseo, caminando cómodamente por esta pista y disfrutando de las magníficas vistas que, a nuestra derecha, nos ofrecen las faldas del pico Alcojona (también conocido como Cerro Alcor, de 1420 m), en las que crece un denso bosque de pinsapos. A los pies de este cerro de perfiles cónicos, en el fondo de un pequeño valle, vemos el caserío y los prados de la finca La Nava, que hemos dejado atrás en nuestra subida. A la izquierda del camino se alzan las verticales paredes de las laderas de solana de las moles montañosas que conforman el núcleo de la Sierra de las Nieves: el Alcazaba y el Torrecilla (1.919 m). Este último, es la cumbre más alta de la provincia de Málaga y durante buena parte del invierno puede verse cubierto de nieve.
En algunos puntos del camino, magníficos ejemplares de pinsapos salen a nuestro encuentro, como anticipo del bosque que nos espera y que ya intuimos cuando, tras cruzar un pinar, llegamos a la zona conocida como Llano de la Laguna, donde la pista se adentra ya en un bosque cerrado y denso. La luz, perezosa, se filtra tamizada entre las copas de los pinos, de los pinsapos, de los quejigos… haciéndonos sentir una indescriptible sensación de paz. Apenas hemos recorrido unos centenares de metros por el bosque, un cartel nos indica el desvió, a la derecha, hacia el "Sendero de las Escaleretas" una cómoda senda que, tras recorrer algo más de 500 m por el bosque de pinsapos, nos lleva hasta los pies del Pinsapo de las Escaleretas.
Conforme nos vamos acercando, apunta ya entre el bosque la copa del pinsapo que da muestras, desde lejos, de la sequedad de sus ramas. El paraje donde crece es fácilmente reconocible ya que en él se ha instalado un pequeño mirador para contemplar, desde una perspectiva adecuada, este monumental árbol que, a diferencia de unos años atrás en los que se mostraba vigoroso y lozano, nos provoca ahora una impresión de pesar. Un panel informativo nos aporta los datos básicos de este árbol singular hasta cuyos pies no nos resistimos a bajar, y al que llegamos fácilmente a través de las grandes lajas de piedra caliza que, dispuestas a modo de escalones, descienden cómodamente hasta el bosque. Como no podía ser de otra manera, esta curiosa formación rocosa que pone al descubierto los estratos horizontales de caliza, ha bautizado a este paraje y al Pinsapo, con el nombre de "Las Escaleretas".
Ahora, junto a su enorme tronco, bajo la sombra ya menguante de su copa nos sorprende sus imponentes ramas principales y contemplamos con pena como muchas de sus ramas secundarias están secas. Donde hace unos años el árbol tendía una densa maraña vegetal sobre nuestras cabezas, hoy se nos muestra seriamente afectado por los estragos del tiempo y de la edad. Permanecemos en silencio y recordamos que durante siglos se produjo aquí una feliz conjunción de sucesos que libraron a este viejo pinsapo de incendios y de rayos, de pastoreo, de hachas y carboneo, de insectos y hongos parásitos, de talas para los astilleros de la Marina… Y nos lamentamos ahora de que, al final, el inexorable paso de los años está haciendo que este espectacular pinsapo "se muera de viejo".
Sin embargo, no queremos dejar de recordar que, desde el 23 de noviembre de 2001, el Pinsapo de las Escaleretas fue declarado Monumento Natural de Andalucía, por "los valores naturales relevantes de carácter biótico que reúne", que es tanto como decir que se le situó en el más alto escalón de protección. Y no era para menos ya que este soberbio ejemplar, al que se le calcula una edad entre los 350 y los 500 años, destaca por las grandes dimensiones de su tronco (de 5,10 m de perímetro medidos a 1 m. del suelo) que supera 1,60 m de diámetro. Su altura de 26 m es también excepcional, como lo es (o mejor debiéramos decir, "era") su frondosa copa, que a diferencia de la que exhiben mayoría de los pinsapos que hemos visto en el bosque, no es cónica, sino amplia, abierta y ramificada, proyectando una sombra de más de 200 metros cuadrados. Muchas de sus ramas son también de buenas proporciones y a unos 3 m de altura, el tronco principal se divide en tres gruesas ramas cuyo calibre se acerca a 1 m de diámetro. Sin embargo, como hemos dicho, de unos años a esta parte, las ramas bajas han empezado a secarse y algunas de ellas las encontramos, ya vencidas, a los pies del árbol, como nos muestran varias de las imágenes que acompañan este reportaje, captadas hace tan solo unos días por nuestro amigo Juan Manuel Grilo Reina.
Cuando nos alejamos de este umbroso paraje, caminando ladera arriba, la copa del pinsapo descuella entre los árboles dejando claro que, aunque "malherido", este viejo árbol sigue siendo el "señor del bosque". Como todo viejo árbol, el Pinsapo de Las Escaleretas guarda una hermosa historia, como se relata en el panel informativo: "cuenta la leyenda que este pinsapo creció, como "faro y guía de los caminantes", en el mismo sitio donde fue enterrada una señora del lugar cuya bondad y hospitalidad con los transeúntes era motivo de veneración ente los que la conocieron".
Mientras lo contemplamos, pensamos en ello y en cuanto nos gustaría que los problemas que le afectan fueran pasajeros y que, en nuestra próxima visita viéramos rebrotando en su tronco nuevas ramas que sustituyan a las que ahora parecen perderse sin remedio.
Después de descansar un rato, retomamos ladera arriba el sendero conocido como Cuesta de las Lajas, que discurre ya por zonas donde la vegetación se aclara y donde pueden verse también sabinas de buen porte y, sobre todo, enebros. Apenas hemos recorrido 500 m, llegamos a los pies de otro árbol excepcional que, en buena parte nos recuerda al que acabamos de ver. Es el conocido como "Falso Pinsapo de las Escaleretas".
El pinsapo preside con derecho propio El Puntal de la Mesa, paraje en el que se encuentra, sobresaliendo en medio de la vegetación que ya no forma aquí un bosque denso. Por sus grandes dimensiones, tiene poco que envidiar a su "hermano mayor", el pinsapo de las Escaleretas, si bien su copa es más redondeada y cerrada y, visto desde la distancia, no ofrece tampoco los perfiles típicos que esperamos ver en esta especie de abetos. De su grueso tronco, apenas a metro y medio del suelo, arrancan enormes ramas secundarias que, vistas desde lejos, dan al árbol el aspecto de un gran candelabro. Como curiosidad puede observarse una rama lateral que une, a modo de peldaño de una escalera, dos de estas enormes ramas secundarias. La copa del pinsapo exhibe sus "ramilletes" de piñas y a los pies del árbol, pueden verse durante meses las brácteas de las piñas del año anterior tapizando el suelo. De continuar el deterioro de su "hermano mayor", este "Falso Pinsapo de las Escaleretas" terminará por ser el nuevo "rey del bosque". Ojalá que aún queden muchos años para ello.
Continuamos el sendero algo más arriba hasta alcanzar la cordal del Cerro Alcojona, dejando a nuestras espaldas las cumbres del Torrecilla. Al poco, no sin cierto vértigo, se abre ante nosotros un magnífico panorama que premia el esfuerzo realizado para llegar hasta este lugar. A nuestros pies, discurre el valle del Río Verde, que contemplamos desde aquí a vista de pájaro, flanqueado por la Sierra Palmitera, cuyas laderas desnudas guardan aún el recuerdo del incendio que hace unos años asoló sus bosques. Y a lo lejos, entre los montes y las nubes, como un espejo en el horizonte, se adivina el Mediterráneo, el mar de Málaga surcado por barcos que apenas se dejan ver entre las brumas.
Regresamos de nuevo sobre nuestros pasos y volvemos a detenernos a los pies de los viejos pinsapos. Dejamos atrás estos bosques y, cuando aún no nos hemos ido, ya estamos pensando en volver esperando, como en aquel hermoso poema de Machado, que, en nuestra próxima visita en el viejo Pinsapo de las Escaleretas, se produzca "otro milagro de la primavera".
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