Una excursión botánica
en torno a jerez
Con el Padre Vicente Jiménez Gámezpor la campiña de Jerez en 1915
Junto a los variados testimonios gráficos y documentales que sobre la flora y vegetación del entorno de la ciudad se conservan, sobresale por su especial valor didáctico el de D. Vicente Martínez Gámez. Presbítero, Camarero de honor de su Santidad y Catedrático de Historia Natural en el Instituto de Jerez, Martínez Gámez fue también un enseñante innovador en el campo de las Ciencias Naturales y en la utilización de los recursos del entorno como recurso didáctico.
Durante su etapa de trabajo en nuestra ciudad, en la segunda década del siglo pasado, publicó un curioso libro que con el título (1) recoge una muestra de los trabajos que realizó con sus alumnos. En esta pequeña publicación de gran valor documental, deja testimonio de las especies arbóreas y arbustivas que podían ser vistas en el Jerez de 1915, así como una selección de las plantas herbáceas más significativas que crecían en los alrededores de la ciudad, con especial mención a las orquídeas.
Hijo de una familia acomodada, nació en 1870 en Jimena, Jaén. Se ordena sacerdote y estudia Ciencias Naturales, su gran vocación y ya desde 1897 figura como miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural. En 1906 lo encontramos como profesor de Ciencias Naturales en el sevillano Colegio Calasancio, formando también parte de la Junta Directiva de la citada Sociedad donde ocupa el cargo de vicesecretario en la sección de Sevilla (2). Será en este año cuando publique, como especialista en el estudio de las aves, sus "Apuntes para la Ornitología andaluza y de España en general" (3). Entre otros muchos datos de interés, se recogen en esta obra citas sobre la presencia de la rara malvasía en nuestro entorno (4).
En 1910, año de su llegada al Instituto de Jerez, La Correspondencia de España da cuenta en su sección de Mundo Eclesiástico que "el virtuoso sacerdote y doctor en Ciencias, D. Vicente Martínez Gámez, ha sido nombrado" (5). Entre 1910 y 1015, durante su estancia en el Instituto jerezano que se ubicaba entonces en la Alameda de Cristina, realizará con sus alumnos diferentes excursiones. Además del libro ya mencionado, publicará también un folleto sobre orquídeas con láminas en colores (6). Del Instituto de Jerez pasará al de Cádiz, donde repetirá las excursiones y visitará con sus alumnos en diferentes ocasiones los pinares de Las Canteras de Puerto Real, desplazándose en tren desde la capital. De una de estas excursiones, la que realiza en la primavera de 1920, saldrán después las notas para su libro "El paraíso de las orquídeas", que verá la luz en 1921, un delicioso trabajo en el que amplía y completa los estudios sobre estas plantas ya iniciado en Jerez unos años antes (7).
En 1934 lo encontramos en el Instituto Alfonso X el Sabio de Murcia y el curso siguiente, pasará a ocupar la plaza de catedrático de Historia Natural y Fisiología e Higiene en el Instituto de Castellón (8). En este mismo año publica "Fábulas Morales", un libro para niños con deliciosos grabados a linóleo (9). Lamentablemente, su vida tendrá un trágico final y en plena Guerra Civil, el 15 de mayo de 1937, cuando contaba la edad de 67 años, fue asesinado como otros sacerdotes en Paterna (Valencia) (10).
Pero volvamos a sus años en el Instituto de Jerez, en la segunda década del siglo pasado, donde Martínez Gámez llega con 40 años y donde desarrolla una interesante labor educativa. Y es que, además del valor testimonial que tienen sus trabajos sobre la flora de nuestro entorno, vistos un siglo después, la aportación del padre Vicente Martínez tiene un marcado carácter pedagógico que conecta con las corrientes más innovadoras del momento. La utilización del medio como elemento didáctico estuvo presente en los movimientos educativos renovadores de finales del siglo XIX representados en España por la Institución Libre de Enseñanza. De la mano de su creador, D. Francisco Giner de los Ríos, el estudio de la naturaleza, las excursiones geológicas y botánicas y la observación científica, cobraron un inusitado protagonismo. Las experiencias de D. Vicente Martínez, así como la de otros profesores del Instituto de Jerez, entroncan con esta misma línea renovadora.
Como apoyo práctico a los programas académicos, no dudaba en combinar las explicaciones teóricas con los trabajos prácticos en el Laboratorio de Ciencias Naturales y las excursiones con finalidad didáctica. Entre 1910 y 1915, las memorias del instituto recogen las salidas con sus alumnos a los pinares de Las Canteras de Puerto Real, a la Estación Sericícola o las Dunas del Guadalete en El Puerto de Santa María, o a la Granja Escuela de Jerez (11). De la misma manera organiza excursiones por los alrededores de la ciudad al objeto de estudiar la flora y vegetación, los minerales, los animales... Entre los lugares destino de esas salidas se encuentran La Sierra de San Cristóbal, Cerro Frutos, Los Albarizones, La Cartuja, Los Garciagos, La Torre de Melgarejo, La Alcubilla, los llanos de Caulina, la Laguna de Torrox, La Corta o las playas de San Telmo.
De todas ellas el padre Martínez ofrece amenos relatos salpicados de los datos científicos de sus hallazgos y de consideraciones pedagógicas acerca del valor de la observación directa. Junto a las salidas al campo se aborda también el estudio de la naturaleza en la ciudad: "También pusimos empeño, por creerlo de interés, en que nuestros alumnos conociesen los, así como las plantas ornamentales exóticas más principales -siquiera muchas no estaban en condiciones de clasificación- que se cultivan por doquier en tierra tan amante de las flores, puesto que . No de otro modo podrían darse cuenta del sinnúmero de plantas raras, de otras regiones, que saltan a la vista de un mediano observador en plazas, parques y jardines" (12).
Más de cincuenta especies deárboles y arbustos presentes en nuestras calles y plazas son mencionadas en sus trabajos (casuarina, araucaria, magnolio, aromo, acacia, árbol del amor, jacarandá, …). Mención especial merecen los ejemplares de boj y tejo presentes en el patio del Instituto, los cedros del Líbano, así como varias especies de eucaliptos (E. rostrata, E. amygdalina), hoy ausentes en nuestros jardines. En su librito, el padre Vicente Martínez, se lamenta del poco eco que han tenido entre sus paisanos los trabajos del célebre botánico jerezano José María Pérez Lara, a quien se debe la primera gran obra sistemática de la flora de la provincia "Florula gaditana", y quien le acompañó en no pocas excursiones por los alrededores de la ciudad. Sobre él escribió "… es justo que aquí le rindamos tributo de respeto y consideración. Con un par de aficionados a las exploraciones botánicas, de su talla en cada provincia, pronto se llegaría a conocer la flora completa de nuestra Península, la más rica, interesante y variada de toda Europa" (13).
En su librito realiza numerosos comentarios de carácter didáctico, así como de las ventajas de aprender de manera directa, en contacto con el medio natural. Apunta, por ejemplo, curiosas observaciones sobre el mimetismo de las flores del género Oprhys, así como sobre las características de las Orquidáceas, centrando su atención en la localización geográfica de las distintas especies encontradas. En ocasiones, exagera en cuanto a la presencia de especies en nuestro país en relación a la flora europea ("las cuatro quintas partes") que en realidad no supera el 60%.
De gran interés son también sus referencias a la flora y vegetación de la campiña, apuntando las especies más significativas de arbustos y planteas herbáceas de los alrededores de la ciudad, así como su distribución en los diferentes rincones de nuestro término. En ocasiones, algunos de los hallazgos que considera más significativos llegan a reflejarse, incluso, en las memorias anuales del instituto, como en el caso de la liliácea Fritillaria hispánica, anotado en la del curso 1910/11 (14). En sus excursiones, realizadas durante la primera quincena de abril de 1915, el padre Martínez Gámez menciona más de setenta especies de plantas herbáceas silvestres que crecen en torno a la ciudad.
Por citar sólo algunos ejemplos, en los Llanos de Caulina anota la existencia de numerosos palmitos, gamones, candilitos o lirios; en el parque de Tempul y sus alrededores cita nueza negra, aro, amor de hortelano, parietaria… En las zonas encharcadizas de Torrox y sus cercanías menciona los ranúnculos, lirios, hinojos. "Robustos ejemplares de la Scrofularia sambucifolia, que alcanzaban metro y medio de altura", llaman su atención en el Balneario de San Telmo con sus inflorescencias rojas. En el pinar junto a Las Cruces, donde confluyen los términos de El Puerto y Jerez, el padre Martínez Gámez se recrea en las delicadas flores del jacinto bastardo, o en las vistosas florecillas lilas y amarillas de Lupinus hirsutus y L. luteus, especies "que llenarían su cometido en los jardines mejor que muchísimas de las que se cultivan como de adorno", al igual que otras, también muy vistosas, de los géneros Mathiola, Iberis, Lobularia, Arenaria… que describe en este mismo paraje (15).
Sin embargo, las que más atraen su atención, a juzgar por las descripciones que les dedica, son las Orquídeas: "las pertenecientes al género Ophrys llevan ese nombre, porque dicha palabra significa en griego, entre otras acepciones, arrogancia, lujo, fastuosidad…". A estas especies dedicará no pocas observaciones realizando también varias acuarelas con cuyas láminas ilustra la publicación de sus trabajos. De la misma manera, detalla el lugar donde las encuentra: "las especies de orquidáceas recolectadas son la Ophrys apifera Huds, la speculum Lk. la bombyliflora Lk. la lutea Cav. y la fusca Lk. La primera y la segunda crecen en abundancia en el pinar que hay, pasadas Las Cruces a la izquierda de la carretera de Jerez al Puerto de Santa María, y también cogimos un ejemplar… por encima de la fuente de Los Albarizones, próxima a Cartuja. En este mismo sitio recolectamos diez o doce ejemplares de la bombyliflora, que luego recogimos en mayor cantidad en los Garciagos, pasada la llamada Torre de Melgarejo, así como también la Ophrys lutea, único punto donde pudimos estudiarla. La Ophrys fusca, la encontramos en las canteras de la mencionada Sierra de San Cristóbal, y solamente recogimos tres ejemplares en buen estado" (16)
Esta nómina de orquídeas la ampliará después con las que encuentra en el pinar de Las Canteras de Puerto Real en las excursiones que realiza con los alumnos de Jerez, y, especialmente, con los del Instituto de Cádiz. De ello da cuenta en una de sus publicaciones más conocidas que verá la luz en 1921: "El paraíso de las orquídeas" (17). Junto a las ya citadas, encontradas en los alrededores de Jerez, presentes también en Las Canteras, se suman aquí nuevos hallazgos como Ophrys scolopax, O. iricolor, O. tenthredinifera y O. arachnites (hoy se la denomina O. fuciflora). Para completar el catálogo de orquídeas hallado, a estas nueve especies del género Ophrys, Martínez Gámez sumó la llamativa Orchis longicruris (conocida hoy día como O. italica), que halló también en Las Canteras (18).
Un siglo después hemos vuelto a recorrer en abril estos mimos rincones en busca de las especies descritas por el padre Vicente Martínez. Buena parte de estos lugares que se encontraban en ambientes rurales, han sido "colonizados" por la ciudad o afectados por obras públicas. Junto a Las Cruces, se conserva todavía un pinar y en sus proximidades, en S. Cristóbal hemos visto la llamativa Ophrys apifera. En el cerro de Lomopardo, aún pueden observarse algunas de las especies que se mencionan en esta publicación, como Ophrys fusca, junto a otra que no figura en sus listados pero que es verdaderamente hermosa, Orchis itálica (la O. longicruris que Martínez Gámez encontró en Las Canteras de Puerto Real). El entorno de Los Garciagos ha sido urbanizado, aunque en sus cercanías, junto al Cerro Naranja, hemos fotografiado también O. apifera. En Los Cejos, junto a la Laguna de Medina, hemos encontrado O. speculum. Las fotografías de todas ellas y de las otras especies citadas en Las Canteras por el padre Martínez Gámez, nos han sido facilitadas por nuestro amigo José Manuel Amarillo Vargas para ilustrar este artículo, que se acompañan de los dibujos en acuarela tomados de las obras del autor.
Como hiciera nuestro botánico, "no terminaremos sin consignar, en honor suyo, los nombres de los alumnos que nos acompañaron en las excursiones, de las cuales, a decir de ellos mismos, conservarán siempre gratísimo recuerdo: Manuel Sandoval, Pedro Máximo Ruiz, Vicente Chamorro Latorre, Eduardo Bohórquez Lacave, Pedro Ruiz-Berdejo, José Pomar Atienza, J.A. Fernández Azpitarte, Manuel Peñalver Ávila, José Mato Soto, J. María García Figueras, Ramón Pérez Más y Manuel García Pelayo" (19). En otra ocasión, "saldremos de excursión" con el Padre Vicente Martínez a la búsqueda de rocas y minerales y para hacer curiosas observaciones geológicas en torno a Jerez.
José y Agustín García Lázaro
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