De paseo por la Sierra de Líjar
En torno a Jerez
Un cómodo recorrido circular con impresionantes vistas.
Quienes hayan visitado alguna vez Algodonales, o quienes hayan pasado por la carretera que se dirige a Olvera o Ronda, habrán visto que tiene bien guardadas sus 'espaldas' por las faldas de la Sierra de Lijar, una montaña caliza de más de 1000 metros de altitud, a cuyos pies se cobija este pueblo serrano.
En nuestro paseo de hoy vamos a realizar un recorrido que, aun pudiendo ser calificado como de 'altura', es apto para 'todos los públicos'. Se trata de un cómodo y fácil itinerario circular por la meseta que corona la cima de este mogote calizo en el que disfrutaremos de unas inigualables vistas sobre la Sierra de Cádiz.
Hasta finales de la década de los ochenta del siglo pasado, la de Líjar era una sierra prácticamente desconocida para el senderismo ya que, aunque contaba con sobrados atractivos, las vías de acceso eran escasas y dificultosas. Los graves incendios de septiembre de 1985 que asolaron buena parte de la masa forestal de las cumbres de Líjar y las posteriores tareas de repoblación que se llevaron a cabo en los años posteriores, mejoraron la principal pista de subida al mogote que se vio ampliada cuando, apenas unos años después, se habilitaron las primeras pistas de despegue de alas delta y parapente.
A la cumbre de Líjar podemos llegar por diferentes rutas, que parten de Algodonales, de las cercanías del Cortijo de la Sierra o de los alrededores de las Casas de Lijar, a través de un sendero que se encaja por El Canalizo, un estrecho valle labrado por el arroyo Vertiente del Nacimiento que baja desde las zonas altas de la sierra. Todas estas alternativas requieren el ascenso por las faldas del monte a través de senderos que salvan el gran desnivel (entre 400 y 500 metros) existente entre su zona basal y la planicie de su cima.
El camino de ascenso
Nosotros, sin embargo, elegimos hoy la vía más cómoda, que nos lleva hasta lo más alto a través del camino que arranca en las cercanías de la población de La Muela, -pedanía de Algodonales- por el que acceden los vehículos hasta las pistas de despegue de parapente. Se trata de una pista forestal de unos 8 km de longitud que los senderistas más animosos podrán subir caminando, si bien nos quedarán entonces menos fuerzas para realizar el recorrido por la parte alta de la Sierra -otros 8 km-, razón por la cual preferimos subirla en nuestro vehículo, reservando las fuerzas para el paseo que nos aguarda.
Para llegar hasta aquí hemos llegado hasta La Muela, tomando el desvío que parte a la izquierda, en la carretera Jerez-Ronda, poco antes de llegar a Algodonales. Desde La Muela, a unos 500 m en dirección a Olvera, encontraremos a la derecha del camino la indicación hacia la Zona Recreativa La Muela, habilitada hace unos años en las faldas de la Sierra de Líjar, que como leemos en el rótulo de la puerta de acceso, pertenecen al 'Monte de Utilidad Pública' denominado .
Circulamos ya por una pista, asfaltada con cemento en muchos tramos, que se abre paso por las faldas de la montaña entre encinas, quejigos y algarrobos. Apenas hemos recorrido 1 km, cuando vemos a nuestra izquierda la entrada a la Zona Recreativa donde se ha habilitado un merendero. Siguiendo nuestro camino algo más arriba a la derecha, una magnífica encina aislada alberga bajo su copa unos bancos y una mesa, a modo de mirador, desde el que se obtienen bonitas vistas de la pedanía de La Muela.
Al llegar a una curva cerrada, donde la pista forma una herradura (2,2 km), se levanta frente a nosotros un impresionante tajo calizo de paredes verticales. El lugar es ideal para practicar la escalada, aprovechando la instalación permanente de una vía que se realizó en su día para los practicantes de este deporte.
El camino continúa su lenta ascensión trazando numerosas curvas en las que deberemos circular con mucha prudencia. Para recordarlo, badenes de hormigón cruzan la pista de vez en cuando, obligándonos a moderar la marcha. En otra cerrada curva (3,3 km), la instalación de un mirador invita al viajero a realizar un alto en el camino para recrearse en el paisaje. Desde aquí pueden obtenerse magníficas vistas de La Muela y en el horizonte sobresale frente a nosotros la imponente silueta del Peñón de Zaframagón, donde se asienta una de las mayores colonias de buitres del país, que veremos sobrevolar también, a buen seguro, entre los tajos de Lijar.
A partir de este punto, se suceden las curvas y las rampas durante otros 3 km en los que la pista deja a la derecha las paredes calizas de la sierra, discurriendo entre laderas cubiertas de arbolado. A medida que el camino asciende, la vegetación se hace más abundante y cerrada. En los troncos de las encinas, llaman la atención las hiedras y por las zonas más umbrosas, el suelo tapizado de vinca.
Tras una larga rampa ascendente y cuando hemos recorrido algo más de 6 km, llegamos a una bifurcación señalizada. El desvío a la derecha conduce hasta las 'Pistas de Poniente' (a 500 metros), cuya visita recomendamos realizar en el trayecto de vuelta, después del paseo, para asomarnos a las vertientes sur y oeste de esta sierra. Nosotros continuaremos el camino tras tomar una curva de 180 grados, ganando altura hasta llegar a una zona más despejada de vegetación en la que el paisaje se abre y nos permite ver un amplio panorama. Algo más adelante (7,5 km desde nuestra partida) se ha habilitado a la izquierda de la pista un mirador desde el que se divisan en dirección norte las campiñas sevillanas y en primer plano, a vista de pájaro, el blanco caserío de La Muela. En dirección sur cierra el horizonte la crestería de la Sierra del Pinar que hasta entonces había quedado oculta a la vista.
Quinientos metros adelante encontraremos un nuevo cruce en el que dejaremos el coche. En este punto iniciaremos nuestro paseo circular por la cumbre amesetada de la Sierra de Líjar, un cómodo recorrido de unos 8 km, por una pista que apenas presenta desniveles en su trazado y que lo hacen accesible para todos los senderistas.
Sendero circular por las cumbres de Líjar
Un poste de señalización indica a la derecha el camino que conduce al mirador de Levante (pistas de parapente), situado a 2,2 km, al que podemos acceder también en coche. Nosotros, sin embargo, tomaremos el de la izquierda, el conocido como Sendero Algodonales - Los Nacimientos.
Tras dejar atrás una cancela, cruzamos por una zona de monte repoblado, donde abundan las encinas, que en este paraje presentan entre uno y tres metros de porte. Entre ellas pueden verse también ejemplares de pino carrasco, madroños, labiérnagos, algarrobos... En algunos lugares se mezclan con ellos enebros, cornicabras o acebuches de buen porte. Lentamente se va conformando de nuevo el estrato arbóreo de este paraje forestal que se perdió casi en su totalidad en septiembre de 1985, cuando un gran incendio asoló la vegetación de la Sierra de Líjar. Casi 400 soldados del Ejército fueron enviados entonces como refuerzo para colaborar con las brigadas forestales y vecinos de la zona en las tareas de extinción. El fuego (al parecer intencionado) arrasó 2.000 hectáreas y destruyó casi por completo la cubierta vegetal de las zonas altas de la Sierra de Líjar. Tras muchos años de trabajos forestales y de tareas de repoblación, lo que hoy apreciamos, este bosquete incipiente de encinas, madroños, lentiscos… es el lento 'trabajo' que la naturaleza ha realizado en algo más de treinta años, lo que inevitablemente nos lleva a pensar en la necesidad de extremar la protección de nuestros bosques.
Lento pero prometedor, a juzgar por el empuje y el vigor con el que crecen tantas especies vegetales que, paulatinamente, van colonizando todos los rincones de esta alta meseta de Líjar. Además de las especies arbóreas citadas, abundan también aquí las típicas especies arbustivas y herbáceas del monte mediterráneo. Coscojas, lentiscos, jara blanca, jaguarzos, jara pringosa, gordolobo, gamones, aulagas, durillos, escobones, ononis, aladiernos, espino negro... van cubriendo todos los rincones, con una pujanza que consolida poco a poco la regeneración de este espacio y nos hace ser optimistas con respecto al futuro del bosque. Entre todo este variopinto cortejo vegetal destaca la peonía, conocida también como rosa albardera, que con sus llamativos pétalos rosados, pone una nota de color entre el roquedo.
Apenas hemos recorrido 500 m, a la izquierda del camino, en un llano al que se llega tras un ligero descenso, encontramos una balsa que sirve de reservorio de agua y de apoyo a los trabajos forestales y de la que se aprovechan también los rebaños de ovejas que pastorean en la sierra. En sus proximidades llama la atención del viajero un sumidero, uno de los muchos que nos encontraremos en nuestro recorrido. No hay que olvidar que todo este paraje no es sino una pequeña depresión cárstica, que se forma entre las paredes del roquedal circundante, presentando un fondo plano a modo de cubeta. El suelo, colmatado de material arcilloso (la conocida como 'terra rossa') producto de la descalcificación de las calizas, puede impermeabilizar estas depresiones donde el agua llega a formar charcas aunque en la mayoría de los casos se infiltra por los sumideros y grietas hacia el interior del macizo. Esta zona, conocida también como 'perezoso' en los trabajos de Ojeda Zújar, Díaz del Olmo y Rubio Recio (1987), presenta gran interés geológico porque nos permite observar las diferentes formas erosivas propias del modelado kárstico.
Aún no hemos recorrido 1 km desde que iniciamos la ruta cuando encontramos una bifurcación a la izquierda que nos indica el desvío hacia el Sendero La Muela -Los Nacimientos. Nosotros seguiremos la pista principal (Sendero Algodonales-Los Nacimientos) sin desviarnos, recordando que, como se indica en un cartel, no es transitable del 15 de diciembre al 15 de abril. El camino va perdiendo altura e introduciéndonos en una pequeña hoya que se forma en el terreno. A la izquierda se ven las crestas rocosas que se precipitan en verticales acantilados hacia La Muela y a la derecha, una suave loma cubierta de encinas que conforma el núcleo de la Sierra. Abundan en esta parte del camino los enebros de la miera, los madroños, los durillos... Algo retirada de la pista, unos cincuenta metros a la derecha, despunta entre las encinas una antena. Se trata de una curiosa instalación: una estación sismológica perteneciente a la Red Sísmica nacional.
En un recodo del camino, casi al pie de la pista, podemos observar planchas de calizas tabulares con algunos de cuyos bloques se ha hecho una singular 'mesa' pétrea. Muy cerca de allí hacemos un alto para visitar la Cabreriza de Las Víboras, un singular enclave de este rincón de la sierra. (Continuará)
José y Agustín García Lázaro
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