Historias de gatos, obra de Laínez

28 de noviembre 2009 - 05:00

LA semana pasada les comenté la exposición de Carlos Laínez que actualmente se celebra en la Galería Belén. Hoy no me resisto a contarles algo que viene ocurriendo desde que la muestra abrió sus puertas. Los niños de los colegios están entusiasmados con la obra de Carlos Laínez, con las historias de gatos y, sobre todo, con la forma llena de genial originalidad con que el autor plantea sus imposibles pero cercanos gatitos. Los colegios están acudiendo a contemplar la obra de pintor jerezano y raro es el día que no se solicita la presencia del pintor para que informe a los niños de su curioso planteamiento estético. Los alumnos gozan con la pintura, admiran curiosos cada una de las imágenes y, después, de vuelta a las aulas, viven intensamente lo que han visto y no tardan ellos mismos en atreverse a experimentar jocosas formas protagonizadas por especialísimos gatitos salidos de infinito y maravilloso imaginario infantil. Como la muestra que organiza Ramón Martín y Paloma Caparrós se ilustra con un magnífico libro que recoge las obras presentadas - y algunas más - y unos espléndidos cuentos sobre cada gato, los niños leen las sustanciosas historias de gatos, pintan gatitos de las formas más curiosas, esas que sólo pueden elucubrar mentes inquietas y maravillosas como las de Carlos Laínez y las de los más pequeños. Exposición y libro que forman un importante material didáctico y que genera infinitas posibilidades para el trabajo docente. Desde aquí se lo recomiendo a mis compañeros maestros.

El pintor, que no deja de ser el primer gran niño, está entusiasmado con las preguntas de los pequeños, con sus imposibles salidas, con su inconmensurable ingenio y con las felicísimas muestras de lo trabajos realizados por ellos mismos, algunos dignos de ser colgados en una exposición paralela.

Que los más jóvenes son los que más facilidad tienen para adentrarse por el arte contemporáneo era cosa que llevaba tiempo contemplando. Sigamos apostando por dar el espacio que se merecen nuestros pequeños y abrámosles las puertas de la emoción plástica. Ellos sí sabrán como aprovecharlo.

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