Córdoba gana peso en San Telmo

La presencia de Luis Planas y de Elena Cortés como consejeros incrementa la presencia de la provincia en la Junta de Andalucía con dos políticos de dos formaciones distintas y con experiencias nada parecidas.

J. Cabrera

06 de mayo 2012 - 12:08

El diseño del nuevo Gobierno andaluz ha cambiado de plano el peso de la provincia cordobesa en la Junta de Andalucía. En los últimos meses, tras la salida de Rosa Aguilar de la Consejería de Obras Públicas camino del Ministerio de Agricultura, Córdoba quedó representada en el Ejecutivo sólo a través del presidente, José Antonio Griñán. Este peso fue testimonial, ya que Griñán, nacido en Madrid, no tenía más vínculo con Córdoba que haberla elegido para figurar en su candidatura del mismo modo que en las últimas autonómicas cambió esta provincia por Sevilla.

Ahora son dos los cordobeses que se sentarán cada martes en el Consejo de Gobierno de la Junta y, lo que es más curioso, cada uno de ellos elegido por una de las dos formaciones políticas que componen el Ejecutivo salido de las urnas el pasado 25 de marzo. El socialista Luis Planas será el nuevo consejero de Agricultura y Elena Cortés se hará cargo de la cartera de Obras Públicas y Vivienda.

Esta circunstancia conlleva, además, la revalorización de sus respectivas formaciones políticas, que han conseguido colocar sus peones en un Gobierno muy menguado en componentes por mor de la crisis. La teoría dice que este hecho hará que la voz de Córdoba suene alta y clara en el seno del poder andaluz y los encargados de ellos serán dos políticos que, aunque cordobeses, nunca han coincidido en sus actividades públicas.

Luis Planas, aunque valenciano de nacimiento, fijó en Córdoba su residencia hace más de 30 años por razones laborales. Desde un primer momento tuvo un papel activo en la agrupación provincial del PSOE, a través de la cual llegó a ocupar cargos de relevancia que fue encadenando desde 1982 hasta la actualidad. Sus responsabilidades en los últimos años tanto en Bruselas como en la Embajada de España en Marruecos le distanciaron lógicamente del día a día de una ciudad a la que acudía cada vez que podía. Su domicilio, en la Judería, mantuvo sus puertas abiertas para el descanso en todo este tiempo en el que no se mojó en la política local.

Esto hizo que Planas pasase al status de notable en el seno del partido. Cuando hace unos meses se elaboraban las listas para las generales del 20-N el PSOE cordobés se encontró con que ni Miguel Ángel Moratinos ni Carmen Calvo, cada uno por unas razones distintas, iban a encabezarlas. En ese entonces sonaba el nombre de Rosa Aguilar, sí, pero también lo hacía el de Luis Planas, un hombre al que se le acababa el tiempo de embajador y podía abrir una lista que nadie le iba a discutir.

La opción Planas no pasó de ser un globo sonda, como ocurre con frecuencia en política, pero refrescó su nombre a quienes le perdieron la pista cuando se fue al extranjero. Su amplio bagaje político acumulado en más de 30 años en los destinos más diversos era su credencial, como exconsejero de Agricultura y Presidencia o exembajador ante la Unión Europea, por ejemplo. Recientemente había solicitado el reingreso a su plaza como inspector de Trabajo en Córdoba, que abandonó en 1982 cuando consiguió su primera acta de diputado en el Congreso.

El caso de Elena Cortés es diferente, puesto que en los últimos años ha estado tanto en la primera línea de la actividad política local como en el trabajo orgánico de su formación. Ha sido concejal de Educación y portavoz en la Diputación y de una manera o de otra ha sido siempre la abanderada de la línea más ortodoxa del comunismo dentro de IU. Ella fue la cuota del PCA en las dos últimas candidaturas encabezadas por Rosa Aguilar y tras la marcha de ésta de la Alcaldía comenzó a ganar peso en la formación, hasta llegar a ocupar la responsabilidad de las relaciones institucionales en la dirección andaluza de la formación, lo que le garantizaba la cercanía del coordinador regional, Diego Valderas. Este hecho, con toda probabilidad, ha sido determinante para su inclusión en el Ejecutivo.

Además, que Planas y Cortés tengan su respectiva cartera en el Gobierno andaluz viene, en cierto modo, a reforzar a ambas formaciones, que quedaron tocadas tras los comicios municipales de hace casi un año.

En el caso del PSOE, la lista encabezada por Juan Pablo Durán, a la vez secretario provincial, no logró superar los cuatro escaños con que contaba, por lo que en este mandato vuelve a ser la fuerza minoritaria en el Ayuntamiento. Esta situación, así como el cese de varios delegados de la Junta durante el verano, hizo que comenzara a cobrar forma un movimiento crítico en el seno del partido que se hizo notar de forma más sonora cuando la reciente candidatura autonómica recibió un 40% de votos en blanco. Todo un síntoma.

La inminencia de la campaña electoral forzó que se guardaran las formas hasta ver el resultado de las andaluzas. El resultado obtenido por Griñán hizo que los ajustes de cuentas internos en la estructura orgánica quedaran para mejor ocasión, puesto que en el próximo congreso regional no se sacará a relucir el apoyo de éste a Carme Chacón, algo que también influirá en los congresos provinciales.

También IU sufrió turbulencias internas tras las municipales. El descenso de 11 a sólo cuatro concejales fue una herida en el seno de la formación en la capital. Primero vino la dimisión del coordinador local, José Luis Gómez, y en noviembre fue anunciada la del provincial, Francisco Martínez, representante de una línea más moderada, después de que en el transcurso de una tensa reunión en Palma del Río el sector comunista acusara a IU de ser "el principal enemigo del PCA", entre los que se encontraban la propia Elena Cortés o la parlamentaria Alba Doblas, entre otros.

Martínez fue sustituido por Pedro García mientras Cortés ganaba influencia en Sevilla. Ahora, tras los resultados en las autonómicas, el nombre de García es uno de los que suenan para algún cargo en la Junta, junto a los de Francisco Javier Cobos, Manuela Calero o Agustín García.

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