Alaya afirma "rotundamente" que no va a entrar en política
Caso ERE
La magistrada dispara contra todos: contra el "clientelismo" permitido por el PSOE, contra el CGPJ y contra los escritos de acusación que en Andalucía "han sido objeto de distintos intereses políticos".
El poder político "pone personajes débiles" en los tribunales superiores
Madrid/La juez Mercedes Alaya dio otra vuelta de tuerca a sus críticas a las presiones del poder político sobre el judicial y a las “graves amenazas que pesan sobre la independencia judicial” pero afirmó “con rotundidad” que eso no le va a llevar a entrar en política.
La instructora de los ERE acudió al prestigioso Club Siglo XXI de Madrid y volvió a disparar contra todos: contra el “clientelismo” de las ayudas de los ERE que han permitido al PSOE perpetuarse en el poder en Andalucía, contra el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), por quien no se ha sentido “ni defendida ni arropada” excepto al comienzo de las macrocausas, y contra la dependencia del Ministerio Fiscal respecto del Gobierno, que da lugar a escritos de acusación en Andalucía “objeto de distintos intereses políticos”.
A sus lamentos añadió un matiz personal: afirmó que “seguro” que sus críticas le perjudicarán en su carrera profesional porque “tal vez estaría mejor calladita en casa”. Los fiscales, al contrario que los jueces, “pueden ser amigos de cualquier, parientes de cualquiera, y eso no les supone ninguna consecuencia” a nivel disciplinario.
Tampoco se libró de sus dardos la forma de designación de los presidentes de las Audiencias, tribunales superiores de Justicia o jueces del Supremo, donde el poder político “siempre va a poner a un personaje débil”. “Excelencia profesional, por favor. Dejémonos del que baila al tintineo del partido político de turno”, pidió.
Alaya no tiene esperanzas de que el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vaya a solucionar los problemas de la Justicia porque “supongo que tendrá que atender asuntos de mayor urgencia. El poder judicial somos siempre los últimos, la Cenicienta”.
Ahora estamos en “un momento político extremadamente delicado y convulso”, los “compañeros de viaje del PSOE van a estar exigiéndole que convierta en realidad sus pretensiones” y “las circunstancias no son las más favorables” para las reformas necesarias.
Ella se ha decidido a hablar “por la gravedad del problema”, porque “las personas que tenemos voz tenemos que intervenir para cambiar las cosas, es una obligación que me impongo”. “Es una lucha en la que está prohibido rendirse”, dijo.
Reprochó también el comportamiento del ex ministro de Justicia, Rafael Catalá, y sus críticas a la sentencia de “la Manada”: “Me incendian las manifestaciones del ministro. Me parecen inenarrables y espero que no se repitan manifestaciones de ese tipo”. Pero opinó que una reforma "con rigor" de los delitos contra la libertad sexual "no se deben hacer nunca en caliente".
Y se permitió alguna broma que provocó las risas de su auditorio: la única reforma llevada a cabo en los últimos tiempos en la Audiencia de Sevilla han sido unos aseos nuevos “para que los señores políticos de los ERE hagan sus necesidades en un cuarto de baño en condiciones”.
Y sobre el sistema de provisión de funcionarios en las bolsas de trabajo, contó que le han mandado a su juzgado a trabajadores cuyo puesto anterior estaba “en una fábrica de quesos”.
Ella misma tiene ahora su mesa de trabajo en la Audiencia provincial en una sala “de apenas doce metros cuadrados” que comparte con otros cuatro magistrados ”todos tecleando, hablando, como en una editorial antigua”. Pero, sin embargo, allí se encuentra “realmente cómoda porque somos un gran equipo”. no conoce,
No quiso entrar en la sentencia de la Gürtel, que no conoce, aunque sí aseguró que "cualquier crítica a las resoluciones judiciales me parece una deslealtad institucional".
Una de las cuestiones urgentes, afirmó, es que el Fiscal General del Estado sea “una persona absolutamente imparcial” y sugirió una fórmula alternativa a la actual designación por el Gobierno: que se pongan de acuerdo los cuatro partidos políticos mayoritarios, que son tan dispares que “es más posible que de ahí salga una persona independiente”.
Alaya lamentó que sus críticas a su sucesora en el juzgado de instrucción 6 de Sevilla, María Núñez Bolaños, dentro del un expediente “privado” del CGPJ, fuesen filtradas “indebidamente” a la prensa en una nueva “injerencia del poder político”, en alusión al informe que publicó en exclusiva este periódico.
Relató que ella misma ha aguantado “carros, carretas y carretones” y añadió una revelación: le hubiera encantado hablar con la prensa durante la instrucción del caso de los ERE y otros sumarios de corrupción política, pero se retrajo porque “todo resquicio puede ser interpretado como un peligro para el interés general de la causa”.
“Me daba mucha pena no poder atenderlos”, ha afirmado la magistrada, porque hablando a la prensa, “podría haber desbaratado una mala impresión que se tuviera de mi”.
Las ingerencias del poder político en su trabajo "fueron comprobables absolutamente a diario, criticando, y de qué manera, mis resoluciones", pero ella no cree que se esté metiendo en política, afirmó que "ama su carrera" como juez "y tengo intención de jubilarme en ella".
Ataviada con un vestido de color azul pavo real y ante varias decenas de personas entre empresarios, abogados y diplomáticos, Alaya afirmó que los jueces “deben mantener la cabeza fría para seguir instruyendo los procesos” y lamentó que en su día fuese apartada de las macrocausas, después de su pase a la Audiencia provincial de Sevilla, porque “se equivocaron. Mi experiencia y conocimientos podrían haber sido más ventajosos”.
La instructora de los ERE participó en un almuerzo coloquio en el que se sentó entre Paloma Segrelles, presidenta del Club Siglo XXI, y el diplomático Inocencio Arias. Esta fue su novena intervención pública después de distintas conferencias en universidades y ateneos por toda España, además de la inauguración en marzo de 2017 de un congreso de Medicina estética en Sevilla.
Alaya fue reiteradamente aclamada entre aplausos y gritos de “bravo” tras algunas de sus intervenciones, especialmente cuando una mujer afirmó que es “osada, valiente, honrada y hace bien su trabajo”.
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