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LA decisión de José Antonio Griñán de precipitar el anuncio de que no volverá a ser candidato a la Presidencia de la Junta tiene una evidente lectura generacional y otra política. La primera habla de la necesidad de dejar paso a nuevos dirigentes, mientras que la segunda enlaza directamente con el grave deterioro que sufre el PSOE desde la derrota electoral de 2012 y que hace referencia a la exigencia de una profunda renovación en el primer partido de la oposición. Por lo que atañe al primer aspecto, Griñán ha entendido que lo que podía darle a la política andaluza ya se lo ha dado y que por su edad y el desgaste que en los últimos tiempos han significado para su Gobierno los diversos frentes judiciales abiertos a la Junta, era el momento de escenificar su salida. Es un planteamiento respetable, por más que se antoje extraño que el presidente y su equipo vayan a permanecer en la situación de interinidad que ahora se abre durante los próximos tres años. Parece más lógico pensar en un relevo más o menos inmediato que, tras unas primarias en el PSOE, colocaría previsiblemente a la consejera Susana Díaz al frente del Ejecutivo de coalición con Izquierda Unida. La actitud que a partir de ahora adopte IU va a ser una de las claves del proceso. La segunda lectura, la que conecta con un proceso de regeneración en el PSOE federal, tiene si cabe la misma importancia. El anuncio de Griñán da un vuelco a los equilibrios que hasta ahora habían sostenido a Alfredo Pérez Rubalcaba en la secretaría general y obligará a la Ejecutiva nacional a hacer movimientos que no estaban en su calendario. Griñán, que además de ser con diferencia el dirigente del PSOE con mayor poder real, es secretario general de la federación más importante y presidente del partido, lanza un mensaje inequívoco de renovación. Una de las claves de la decisión del presidente andaluz es la de evidenciar que el papel de la generación que ha estado durante las últimas décadas al frente del partido se ha agotado y que toca poner otras caras en la dirección del proyecto socialista. La actuación del PSOE en la difícil situación por la que atraviesa España y el resultado que cosecha en cuantas encuestas se han publicado en los últimos meses ponen de manifiesto que el análisis de Griñán no va desencaminado. En este proceso a Andalucía le toca jugar un papel fundamental y el dirigente andaluz va a ser en gran medida la pieza clave de lo que pase en los próximos meses. Griñán, que ha demostrado mayor hondura política y capacidad estratégica que la que se le presuponía cuando sucedió a Manuel Chaves en 2009, ha hablado muy claro con su anuncio de retirada. Ahora le toca a su partido responder al reto.
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