El relevo de Griñán se diluye y el PP consolida su alternativa
La mayoría opina que una victoria del PP mejoraría la economía, el empleo y la austeridad. Los ciudadanos juzgan que la alternancia no empeoraría ni la educación ni la sanidad, signos identitarios de los socialistas
EL efecto del relevo que protagonizaron en la Junta José Antonio Griñán y Manuel Chaves parece haberse esfumado en un año. La crisis lo barre todo. Si en junio de 2009 este cambio fue mayoritariamente apreciado por los andaluces, el Barómetro Joly de este mes muestra una clara indeferencia hacia ello, a pesar de que en estos meses José Antonio Griñán se ha hecho con la secretaría general del PSOE y ha contado con dos gabinetes distintos. Por contra, el PP se consolidaría como una alternativa real de gobierno, por cuanto un mayoría simple de los andaluces entrevistados considera que un ejecutivo popular mejoraría el crecimiento económico de la comunidad, la creación de empleo y la austeridad en las cuentas públicas. Incluso, en dos asuntos identitarios de la socialdemocracia, como son la sanidad y la educación, tampoco el PP sale mal parado. En estas dos materias, la mayor parte opina que seguiría igual, aunque son más los que creen que mejoraría sobre los que suponen un empeoramiento.
La cojunción de la ventaja electoral del PP sobre el PSOE y la creencia mayoritaria de que los populares lo harían mejor o igual que los socialistas en políticas básicas hace que tome fuerza la posibilidad de una alternancia en la Junta, que no obstante se tendría que verificar ante las urnas dentro de dos años, cuando están previstas las elecciones autonómicas.
El PSOE gobierna en Andalucía desde la instauración de la autonomía, y Manuel Chaves llevaba al frente del Ejecutivo 19 años, razón por la que la dirección socialista optó por un cambio para prolongar el ciclo. Ésta era una idea que gustaba más al PSOE federal de Rodríguez Zapatero que al andaluz, pero el presidente del Gobierno le abrió una puerta a Manuel Chaves con el ofrecimiento de una vicepresidencia. A continuación se optó por relevarlo por José Antonio Griñán al considerarlo el mejor preparado, precisamente, para afrontar un periodo de crisis. Una vez que Griñán aceptó el cargo, sin no pocas resistencias por su parte, abrazó la necesidad del cambio interno como revulsivo ante el electorado, de ahí que provocase un congreso extraordinario para erigirse en líder andaluz y renovar por completo la ejecutiva socialista. Algo parecido hizo en el Gobierno: el primer gabinete que nombró tras la salida de Manuel Chaves fue cambiado hace tres meses con el mismo objetivo. Sin embargo, esto no ha tenido un reflejo electoral. Sí se apreció en el barómetro de junio de 2009, pero no ahora. Y es que casi dos tercios de los entrevistados (un 64,5%) opina que el balance del cambio de presidente de Chaves a Griñán no es "positivo ni negativo"; un 17,7% lo ve bien, y un 10,9%, mal. El resultado que no es un desastre en sí, muestra una enorme apatía, posiblemente provocada porque el cambio presidencial no ha logrado combatir el reflejo de la crisis y las medidas de ajuste.
Sí es significativo que la mayoría de los votantes socialistas piensen lo mismo. El 59,4% de ellos opina que el cambio no es ni bueno ni malo, aunque hay un 27% que lo considera claramente positivo, frente a un 10% para el que es negativo. Por provincias, Granada, Córdoba y Málaga son las que muestran un balance menos positivo.
A ello se une que la mayoría simple de los sondeados cree que un gobierno del PP mejoraría claramente las políticas de empleo y crecimiento económico (un 43,2%) y la austeridad en el gasto (un 38,7%), mientras que en educación y sanidad ganan quienes opinan que todo seguiría igual, lo que es muy significativo puesto que estas dos últimas políticas son referentes del PSOE. Pero, incluso, en estas materias son más los que mantienen que la situación mejoraría sobre los que empeoraría.
Resulta especialmente revelador que los votantes socialistas han dejado de creer que un gobierno popular empeoraría la sanidad y la educación en la comunidad autónoma. El 44,8% de ellos opina que la sanidad "seguiría igual" con un ejecutivo popular, aunque el 33,8% mantiene que empeoraría. Algo parecido ocurre con la educación: el 43,8% no aprecia ningún cambio, pero un 32,7% opina que iría a peor.
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