Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Elecciones generales 23-J
Sevilla/Tres días después de la celebración de las elecciones generales es un periodo demasiado corto para que las disputas entre los partidos políticos en el Parlamento de Andalucía desaprovecharan la oportunidad de reverdecer enquistados enfrentamientos. Lo bueno es que el actual periodo de sesiones se termina hoy; lo malo es que volverá en septiembre con nuevo vigor ya que no es previsible que la situación derivada de las votaciones del pasado domingo, se haya solucionado.
Si los gestos del presidente de los populares Alberto Núñez Feijóo se interpretan estos días como un intento de rebajar el tono ante un posible encuentro con Pedro Sánchez, la comunicación no ha debido de llegar al antiguo hospital de las Cinco Llagas, toda vez que el portavoz del PP en el Parlamento, Toni Martín, no tuvo mejor idea que calificar como “pandilla de indeseables” al grupo formado por Bildu, ERC y “el partido del prófugo Puigdemont” en el que debe apoyarse el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno para acceder a la misma. Una amalgama de lo que llamó “nostálgicos del terrorismo” y “enemigos de España”.
Ésta es, al menos a su juicio, la diferencia fundamental entre el intento de la segunda fuerza política nacional y lo que se vivió en Andalucía en el año 2018, cuando Juanma Moreno accedió a la presidencia de la Junta en la misma situación: “aquellos eran partidos que respetaban la Constitución”. Martín también aprovechó la oportunidad para afear a Sánchez “el rechazo de la oferta de Feijóo para que gobierne a partir de ahora, la lista más votada”, tal y como “ha sucedido hasta ahora, con un partido ganador que forma gobierno y con otro que debe facilitarlo; pero estamos hablando de Sánchez, así que creemos que no lo va a hacer; es pedir demasiado”.
En el otro lado de la balanza, la portavoz de los socialistas no podía (ni quería) disimular su satisfacción. Pedro Sánchez pidió a los suyos “retiro y discreción” y ninguna de las dos premisas las cumplió Ángeles Férriz quien reconoció estar “contenta” con unos resultados que les permiten “seguir trabajando con la misma humildad que hemos hecho hasta ahora”. Momentos después, Martín le hacía la réplica: “para humildad la nuestra, no la de ellos, que somos el Gobierno de la humildad”.
Es tal el chute recibido con los resultados del 23-J que el liderazgo de Juan Espadas, que hasta hace poco parecía contestado, “no está en entredicho; el que está contestado es el de Feijóo” y ni tan siquiera se plantea, al menos por el momento, el del secretario de Organización, Noel López, de cuyas funciones cesó temporalmente el pasado mes de mayo al hilo de la investigación judicial por el secuestro de una concejal socialista de Maracena, municipio del que fue alcalde.
Tampoco la humildad fue la tónica del portavoz de Vox y pese a que dejó entrever una tímida autocrítica (“por supuesto que hay cosas que son mejorables”) que duró apenas un suspiro. El análisis de Manuel Gavira de los resultados electorales, no dejó a nadie al margen, salvo a la propia estrategia de Vox. Así, repartió culpas entre el “tacticismo del PP que pensaba que PedroSánchez era fruta madura y no lo es”; a los no apoyos de las mociones de censura que presentaron, a su “ofrecimiento de pactos perjudiciales” e incluso a “dejarse influir por encestas manipuladas” o “repartirse de antemano vicepresidencias y ministerios”, amén del llamamiento al “voto últil”.
Frente a ellos la invitación al tamayazo a través de un llamamiento a un grupo de “socialistas buenos, para que luego digan que no ofrecemos alternativas” y al recordatorio de que Vox tiene “tres millones de votos que no van a volver al lugar del que salieron” y que son de otros tantos españoles que “rechazan la ideología de izquierdas y que nunca van a votar al PP” además de culpas nada disimuladas a los medios de comunicación a quienes acusan de manipular su mensaje.
Tal vez el único mensaje de verdadera humildad que se escuchó ayer en el Parlamento, llegó de la mano de Adelante Andalucía, que en boca de su portavoz, José Ignacio García, asumió que los resultados conseguidos en la provincia de Cádiz (única circunscripción por la que se presentaban) y que apenas pasaron de los 9.000 votos, fueron “muy malos, lo que nos obliga a abrir un periodo de reflexión” que se abrirá el próximo mes de septiembre y que consistirá en algo todavía indeterminado, pero que irá “más allá de un par de reuniones. Pretendemos que sea una reflexión seria sobre nuestro papel y el futuro de la formación”.
El posible destino de sus integrantes, la formación Por Andalucía, reconoció a través de su portavoz, Inma Nieto que “la ciudadanía ha tomado sus decisiones, por lo que se impone una reflexión profunda acerca de su futuro”. Tampoco le hizo ascos a un posible cambio de nombre de su coalición (¿Sumar Andalucía?) habida cuenta de que “nunca hemos tenido demasiado apego por la nomenclatura, aunque no es el momento de plantearlo”.
Las posiciones están tan claras como antes de las elecciones del domingo. El “cambio de ciclo” esgrimido por algunos de los partidos con representación en el Parlamento andaluz es más un deseo que lo que sostienen sus manifestaciones. El descanso veraniego, la formación de las cámaras nacionales y la conformación del nuevo Ejecutivo en España, determinará buena parte de la orientación política en Andalucía. Lo único que hay que averiguar es la dirección en la que soplarán los vientos.
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