Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Documental en Netflix
No ha pasado tanto tiempo pero, con ciclos informativos cada vez más acelerados en los que un escándalo o tragedia engulle casi al instante al anterior, y con una pandemia de por medio, se diría que hace una vida de lo que ocurrió en los Sanfermines de 2016. Y, desde cierto punto de vista, se podría decir que así ha sido.
Los hechos son bien conocidos, aunque muchos recuerden solo algunos trazos. Cinco jóvenes sevillanos, agrupados bajo el desafortunado sobrenombre de La Manada, agredieron sexualmente a una joven en las fiestas de Pamplona. Nada hasta aquí diferente, por desgracia, a otros muchos ataques, individuales y grupales, sufridos por otras muchas víctimas tanto antes como después.
Pero aquel caso fue distinto. Los sucesos y, sobre todo, la sentencia tras el juicio (con aquel voto particular de uno de los jueces que hablaba de “jolgorio y regocijo”), despertaron una ola de indignación que recorrió las calles de toda España con manifestaciones multitudinarias gritando al unísono consignas como “hermana, yo sí te creo” o “no es abuso, es violación”.
Una indignación que permeó todos los estratos sociales y que cobró una magnitud si cabe mayor cuando el considerado #MeToo español se transformó en las redes en un #Cuéntalo en el que miles de mujeres compartieron, en muchos casos por primera vez, experiencias que habían sufrido o presenciado.
Pero la repercusión no se quedó en las calles ni en las redes. Saltó a la política y fue el germen de la Ley de Libertad Sexual, la conocida como ley del solo sí es sí que, pese a sus (muchas) sombras, cambió para siempre el tratamiento de la violencia sexual contra las mujeres.
El llamado caso de La Manada ha servido a los directores Almudena Carracedo y Robert Bahar, autores de la multipremiada El silencio de otros, para rodar No estás sola: La lucha contra La Manada, una película documental ya disponible en Netflix que sigue las historias de tres mujeres, las víctimas del grupo de sevillanos en Pamplona y Pozoblanco y Nagore Laffage, asesinada en 2008.
El largometraje aborda cómo el machismo tiñe casi todas las esferas públicas y privadas, arrojando luz sobre la violencia sexual que viven a diario muchas mujeres y la responsabilidad individual y colectiva que todos tenemos para combatirla.
En ese escrutinio no escapan de la lupa de Carracedo y Bahar los medios de comunicación, que en aquel caso ayudaron a construir uno de los principales muros con los que se topan las víctimas, el cuestionamiento, la puesta en duda de su testimonio.
“Esa distorsión tiene mucho que ver con las tertulias televisivas y con filtraciones interesadas”, explica la realizadora, que destaca cómo en una secuencia de su película resumen, “en un par de minutos, lo que ocurrió durante todo un año” en los medios. “Nos parecía importante hacer ese análisis y poner un espejo a ciertos sectores de la prensa, sobre todo de la televisión, porque esa necesidad permanente de imágenes rápidas se traduce con frecuencia en una revictimización”.
Jorge Muñoz y Fernando Pérez Ávila cubrieron entonces para este periódico el caso, tanto la instrucción como las sucesivas sentencias y la repercusión social de todo ello. Coinciden en que, tanto antes como después, siempre tratan los sucesos, en este caso las agresiones, con rigor, “sin morbo, preservando la intimidad de las víctimas”, apunta Pérez Ávila, que admite “que siempre se puede mejorar” y distingue entre lo que hizo la prensa, que en general “protegió a la víctima”, y la “muy mejorable televisión, con comportamientos que hacen daño a toda la profesión, primando el morbo y el espectáculo”.
Muñoz añade que ambos han visto imágenes “que ni se nos ha pasado por la cabeza publicar” y ninguno ha dado un solo dato sobre la joven de los Sanfermines que pudiera identificarla.
Precisamente este tema centra el trabajo de María Sánchez-Ramos, Belén Zurbano-Berenguer y Aurora Edo-IbáñezTratamiento ético de la violencia de género en los medios. En él, además de exponer recursos y proponer una guía de cómo deben abordarse estos casos en los medios de comunicación, repasan algunos de los casos que más horas de televisión y páginas han ocupado en las últimas décadas en España, desde las niñas de Alcásser (paradigma de lo que no debe hacerse) a Diana Quer, pasando, claro, por La Manada.
“El tratamiento de los medios fue prolífico en malas praxis de ética periodística, destacando la cultura de la violación y la construcción del relato del terror sexual”, aseveran las autoras, que señalan directamente al periodista Nacho Abad, que cuestionó abiertamente la credibilidad de la víctima, y al programa de 13TV Detrás de la verdad, que emitió parte de los vídeos de la violación.
Otro de los asuntos delicados es la sobreexposición mediática del defensor de los cinco acusados, el abogado sevillano Agustín Martínez, con el que Carracedo y Bahar no han hablado para este documental, aunque sí incluyen sus declaraciones.
“El espacio mediático había sido tomado por los abogados defensores, así que decidimos mostrar su perspectiva a partir de ruedas de prensa o presencia en los medios”, explica la directora. “Su visión ya había sido pública; nosotros contamos el punto de vista de aquellas personas que no habían hablado durante el proceso”, añade.
La respuesta de Muñoz y Pérez Ávila a esa ubicuidad del letrado se explica por la dificultad de cubrir desde Sevilla el suceso. Tanto las detenciones como la instrucción y el posterior juicio se celebraron en Pamplona, y hasta que no llegaron los primeros autos judiciales la única fuente con la que contaban era precisamente Martínez.
“Cuando comenzamos a conocer los autos y la versión de la defensa por medio de los escritos del abogado, los fuimos publicando, para que el tratamiento fuese equilibrado”, apunta Muñoz. Esa lejanía complicó la inclusión de “un mayor abanico de fuentes, tanto policías como fiscales, como solemos hacer”, precisa Pérez Ávila.
Ambos recuerdan que antes y después de aquello se han publicado en este periódico numerosos reportajes sobre violencia contra las mujeres, con testimonios de policías, abogados, fiscales, psicólogos y expertos en violencia de género.
Otro momento duro del documental es el apartado que recoge, siempre a partir de la transcripción textual del juicio, las preguntas y comentarios, de jueces y defensas, a los que se tuvo que enfrentar la denunciante, a la que uno de los magistrados pregunta durante su declaración “¿esa es su manera habitual de sentarse?” y Martínez, después de que ella haya relatado la agresión, espeta “entiendo que usted estaba suficientemente lubricada”.
“No son por desgracia hechos aislados. Por eso tenían que pasar muchas mujeres aunque ahora, con la nueva legislación, esas preguntas no están permitidas en los juicios”, responde Carracedo.
Ese, junto al consentimiento y la equiparación de abuso y agresión sexual, fue uno de los avances de la ley del solo sí es sí.
¿Hay ahora más agresiones sexuales, tanto grupales como individuales? “Según los balances de criminalidad que cada tres meses publica el Ministerio del Interior, es verdad que las agresiones sexuales son el delito que más crece, lo que podríamos llamar el efecto Manada. Pero no creo que haya más casos, sino más concienciación y más denuncias”, apunta Pérez Ávila.
“Antes hubo otros casos similares, pero no con esta repercusión”, explica Muñoz, “en los Sanfermines, con cinco sevillanos, que encima alardearon de la agresión y compartieron vídeos, fotos y comentarios”. “Este caso tuvo componentes especiales: la vejación, la ostentación pública, dejar a la víctima desvalida, sola, en una ciudad extraña, le roban el móvil…”, dice Pérez.
Al preguntarle sobre si la vergüenza es un factor que pueda contribuir a que muchas víctimas no denuncien, asiente categórico. “Esa vergüenza es muy frecuente en las víctimas, y también que se culpen de lo ocurrido. Por eso muchas denuncian años después, incluso cuando el delito ya ha prescrito. Tenemos reciente el caso del psiquiatra sevillano Javier Criado, por ejemplo”.
¿Es necesario publicar con tanto detalle los hechos probados? “Aunque es cierto que hay datos que a veces se podrían obviar, creo que sí hay que publicarlos, porque son los que explican las sentencias”, dice Pérez, a lo que Muñoz añade: “En esta ocasión permite además entender el agravamiento de la condena cuando el caso llega al Supremo”.
La casualidad ha querido que el estreno de No estás sola coincida en el tiempo con la resolución de otro caso muy mediático, el de Dani Alves, en el que se ha protegido mejor a la víctima, no se ha cuestionado su credibilidad y cuya sentencia parte de la premisa de que para acreditar una agresión sexual no es preciso que se produzcan lesiones físicas ni que conste una "heroica oposición" de la víctima a mantener relaciones: la clave es el consentimiento, que puede ser revocado en cualquier momento.
“Sin tener demasiada información porque no hemos seguido el tema”, señala Carracedo cuestionada por este caso, “la impresión es que la sociedad está en otro sitio y tal vez eso se esté reflejando en muchos de los procesos de ahora, ojalá que sí”.
Esa esperanza en que su documental “pueda contribuir a seguir avanzando en la dirección correcta” es lo que inspira el trabajo de Carracedo y Bahar, según la directora: “El caso de La Manada fue paradigmático y catalizó y catapultó también una reflexión. Contamos un caso a través de estas historias para poder llegar a esa otra verdad universal que existe en todos los países. Tenemos esa esperanza. Creo que muchas sociedades se van a ver reflejadas y esperamos que esta conversación se amplíe”.
También te puede interesar
Lo último
Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
La tribuna
Los muertos de diciembre
No hay comentarios