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Candidatos, sobrinos y méritos

El discurso de Bendodo sonó ayer a música celestial, lástima que algunos periodistas dudemos de la composición de la letra

Antonio Méndez

08 de mayo 2015 - 08:22

DEFENDIÓ ayer Elías Bendodo que al PP después de más de 25 años de existencia le ha llegado el momento de revisar sus valores. Que quizá fuera la oportunidad de adaptar la política a los nuevos tiempos y no aguardar lo contrario. Y en ese análisis del catálogo de las virtudes que deben adornar a un partido político abogó por "un modelo que prime la valía profesional y calidad humana de los candidatos, y no su cercanía o lealtad al líder". No es que él se rigiese por esos principios, como se encargó de aclarar más tarde, para que nadie mal pensado dedujese los motivos por los que algunos de los que le acompañan han escalado tan alto. Hablaba en general, no en primera persona.

Luego le preguntaron si todavía mantenía su opinión de que un alcalde debería estar como máximo ocho años en el poder y se reafirmó. Pero precisó que en este caso daba una opinión personal. Complicado vivir con ese desdoblamiento. Al llegar a su casa no comprende a esos regidores de su partido que se eternizan en sus cargos como si fueran de su propiedad. Algunos han cumplido 20 años y se resisten. Pero cuando entra en la sede del PP en la Avenida de Andalucía, como presidente de la formación se muestra comprensivo con ese deseo de eternizarse de los Francisco de la Torre, los Alberto Armijo en Nerja o Fernández Montes en Torremolinos. Seguro que los señalados se dan por aludidos y confiesan ese egoísmo de coleccionar mandatos.

Es evidente que algunos periodistas somos escépticos por naturaleza. Unos descreídos que le ponemos pegas a los políticos cuando, como ayer, pronuncian un discurso con sonido celestial. Sólo hay que repasar la letra de las notas que compuso Bendodo para el foro de Europa Press: el presidente de la Diputación siempre ha buscado el bien común en estos cuatro años. Ha perseguido la unidad de partidos e instituciones de cualquier color como queda patente en el Caminito del Rey. Su único objetivo es una Málaga mejor. Y en caso de duda, aunque los suyos no lo entendieron, como principio trató mejor a los contrarios que a los propios. Mandamientos que se resumen en uno: si hay que perder un puñado de votos por la ética, se sacrifican sin vacilar. Casi crea una religión.

Seguro que sí. Que la proclamación no se debe a la campaña. Que los políticos no se comportan estos días como niños en vísperas de Reyes Magos. Seguro que hace casi dos meses pasó lo mismo. El alcalde de Málaga se encontró con su sobrino y éste le dijo que se verían en el Pompidou. Y pesadilla tras pesadilla, el regidor ayer se despertó una vez más insomne y a las 07:45 proclamó en un tuit que nada ha tenido que ver con la contratación del familiar para los museos que paga el Ayuntamiento. Y que confía en que la empresa lo incorporara sólo por sus méritos. Seguro.

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