A primera línea tras décadas de asambleas
El aspirante de Ganemos Córdoba a la Alcaldía asume que tiene ante sí el reto de ganar conocimiento Su labor en Stop Desahucios es hoy su gran aval
DE Rafael Blázquez (Córdoba, 1966) no puede decirse que haya llegado a la política de nuevas. A la primera línea quizás sí, pero el cabeza de lista de Ganemos Córdoba para los comicios del 24 de mayo lleva metido en harina desde hace 30 años. En esa micropolítica que tanto se ha practicado en Córdoba, la de los movimientos alternativos, la de las asambleas, la articulada alrededor de la participación ciudadana y la representación vecinal. De ahí viene este hombre criado en el Parque Cruz Conde que se declara admirador de la política de Julio Anguita y de Ada Colau y al que las casualidades han puesto al frente de una iniciativa popular que amenaza con asaltar el salón de Plenos de Capitulares con cuatro concejalías, tal y como indica el sondeo de Commentia que ayer publicó el Día.
Pero, ¿quién es Rafael Blázquez? ¿De dónde proviene este hombre de cuerpo menudo y mirada penetrante? ¿Qué méritos tiene en su haber para ponerle rostro a las esperanzas de ese amplio colectivo social articulado alrededor del desencanto, el hastío y el hartazgo por la crisis? ¿Lo conoce Córdoba? Él mismo reconocía ayer en las redes sociales que no y que le queda una importante tarea por delante para llegar al mayor número de hogares de la ciudad. Su faceta senderista le ayudará a sobrellevar esas caminatas.
Hasta que el 8 de febrero apareciese por sorpresa en una asamblea ciudadana de Ganemos para anunciar su candidatura a las primarias, de Rafael Blázquez sólo se conocía su faceta como portavoz de la plataforma Stop Desahucios. Desde ella, y junto con Rafael Carmona y Antonio Granadinos, se había caracterizado por ponerle voz a las decenas de familias cordobesas a las que la crisis había dejado sin casa. Con ese espíritu quijotesco que oculta el alumbramiento de las plataformas reivindicativas, Stop Desahucios consiguió con mucho tesón y esfuerzo hacerse un hueco en la actualidad cordobesa y poner en un brete a más de dos entidades financieras. A pecho descubierto y sin miedo, lograron frenar más de un lanzamiento y tal fue el impacto de su labor que hasta el Consistorio les otorgó la medalla de la ciudad en 2014. Desde ese mundo, y después de que Jorge Alcázar -el hombre del Frente Cívico de Julio Anguita en Ganemos- diera el paso atrás para encabezar la lista, ficharon a Blázquez desde el entorno de Podemos y Equo. Hasta ese 8 de febrero, este trabajador del Aula de la Naturaleza del Imgema ni había dado señales de vida en la nueva formación.
Fue llegar y arrasar. Se movió bien, estuvo bien apoyado y logró el aval necesario para auparse al número uno. En su aterrizaje estuvo inicialmente acompañado por Rafael Sidres, su verdadera mano derecha y hombre de confianza en el camino. Sin embargo, el descabalgamiento de este de las listas le ha dejado bastante solo en un contexto en el que él mismo reconoce que "me lo he encontrado todo hecho" y en el que afronta la difícil labor de aunar sensibilidades que, viniendo de la izquierda, recogen ámbitos de esta tremendamente variopintos: desde la izquierda más extrema a la gauche divine cordobesa.
Dicen quienes le han tratado desde hace muchos años que a Rafael Blázquez le caracterizan tres cosas: su espíritu luchador, su capacidad de trabajo y cierta dificultad para encajar bien las críticas y la diversidad de pareceres. De su espíritu luchador no solo da muestra su presencia en Stop Desahucios sino sus inicios en la asociación juvenil Alhama cuando tenía 15 años e irrumpió en un pleno para reclamar a Julio Anguita ayuda para un local. También, su implicación en el movimiento por la Objeción de Conciencia y la Insumisión o su activa presencia en la vida vecinal como miembro de la directiva de la Federación de Asociaciones Vecinales Al Zahara y representante de esta en el consejo de administración de Sadeco. En definitiva, toda una vida detrás de la pancarta.
Amante de cuidar el huerto comunitario en el que participa, Blázquez ha tenido una azarosa y variada vida laboral. Desde sus estudios básicos fue gerente de la carpintería La Buhardilla, una iniciativa cooperativa nacida de los movimientos alternativos de la ciudad que duró unos 5 años. Ha sido comercial de joyería, ha alquilado encinas para vender madera y hasta ha vendido placas solares antes de entrar a trabajar en la Asomadilla, donde por cierto se le acaba el contrato en breve. En esta larga carrera no se le puede negar que es un trabajador nato, "es un currante" dice una persona que lo conoce de largo, "se levanta muy temprano y puede estar en faena hasta la madrugada", concluye.
Y hasta la madrugada ha llevado más de una asamblea en la que ha sido protagonista, en esa tradición de la izquierda cordobesa de extender las reuniones hasta la extenuación y vencer al contrincante por cansancio o porque ha tenido que ir al servicio. De esos encuentros hay quien le recuerda su punto más débil "porque es un hombre que no encaja bien que le lleven la contraria", afirman. De hecho, ya en Ganemos Córdoba hay más de un integrante que señala que sus actitudes en algunas asambleas con las decisiones que se han tomado han sido algo llamativas. Al final ha aceptado las votaciones, pero no ha podido evitar que trasluciera en su rostro lo poco que le gustaban los resultados. En su nuevo trayecto en Capitulares habrá de modelar ese carácter, bien como miembro de la oposición o incluso como integrante de un gobierno de coalición. Quizás para ello le venga bien tirar del espíritu zen que se deriva de las artes marciales tradicionales japoneses que le gusta practicar o de la serenidad que le otorga ser un lector dedicado y un fervoroso devorador de lecturas.
Con estos mimbres llega Rafael Blázquez a la lucha por el sillón de mando de Capitulares. Un aterrizaje en la primera línea política que habrá podido ser sorprendente, pero que, a la vista de su trayectoria vital, estaba claramente marcado en su destino.
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