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El turronero Arenas

La caja negra

Carlos Navarro Antolín

09 de mayo 2015 - 07:16

EL tiempo de Juan Bueno al frente del PP de Sevilla está finito. Lo advirtió Jaime Raynaud en la última junta directiva provincial: tras el batacazo en las autonómicas y el más que previsible retroceso en las municipales habrá que plantearse "el futuro del PP de Sevilla", un partido sumido permanentemente en una crisis de resultados, salvo el tiempo en que José Luis Sanz consiguió convertirlo en segunda fuerza de la provincia. Bueno tuvo que sustituir a Sanz de forma repentina cuando el senador y alcalde de Tomares se embarcó en la estrepitosa aventura regional de Zoido. Arenas anunció en esa misma junta directiva su intención de estar en más de cuarenta municipios de la provincia con ocasión de la campaña. El lince no quiere perder ni un gramo de fuerza en el PP sevillano, que es un partido concebido a su imagen y semejanza. Como huele el cambio, quiere estar bien colocado para poner a una persona de su máxima confianza. Y se está hartando de recorrer pueblos de incluso menos de cinco mil habitantes, animando mítines con cuatro gatos y en pleno puente festivo de mayo. Eso son ganas. A Arenas se le pueden y deben cuestionar muchas cosas, pero nadie puede dudar de que piensa en el PP el tiempo que tiene los ojos abiertos. Como no da puntada sin hilo, está reanimado a los arenistas, repartiendo caricias de lomo por la sierra y estepas, y dando cachetes en las mejillas de esos candidatos que no tienen ninguna posibilidad de alcanzar la Alcaldía. Y todo su plan lo lleva a cabo sin apenas apoyo de la capital. ¿Será porque Zoido instó a sus concejales a no dispersar las fuerzas por los Javier Arenas ha participado en la proclamación de numerosos candidatos del PP en los pueblos de la provincia pueblos para concentrarse en la carrera por la Plaza Nueva? Arenas está consagrado a la recuperación del arenismo hispalense, el de toda la vida, el que siempre le ha consentido todo, el que jamás osa reprocharle nada, el que le espera siempre como la Maestranza al Faraón. Arenas hace la ruta del turronero : Castilblanco, Umbrete, Almensilla, Bormujos... Se está dejando ver en los pueblos como en los mejores tiempos. "Juan, estoy a tu disposición en la campaña", dijo en aquella junta directiva. Y tan a disposición que está ya, pero no de Juan, sino de sus planes para el futuro de un partido, el PP sevillano, que tiene incrustada la indolencia en su escudo de armas. A Arenas no le gustó un pelo cómo se fraguó su sucesión al frente de la presidencia regional del PP. Ahí acabó mal con varios de sus hijos políticos: Zoido, Sanz, Bueno... Acostumbrado a mandar y a ser la única voz firme del PP andaluz en Madrid, chocó con el legítimo deseo de esos hijos de querer hacer las cosas de acuerdo con el criterio propio y al margen de tutelas. El PP andaluz es Arenas porque nadie ha demostrado hasta ahora que eso no sea así. El PP de Sevilla es la platea fundamental para que en el teatro regional pepero, Arenas siga repartiendo los papeles del guión de la obra. Patricia del Pozo es su favorita para la presidencia. Zoido tiene a Alicia Martínez. Arenas, mientras, hace de turronero . Es el dinosaurio del PP. Cuando sus hijos díscolos despiertan, Javié sigue allí. Prepara el asalto a su provincia favorita mientras espera alguna caída o debilitamiento entre los que le han fallado.

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