Los históricos respaldan a Susana Díaz y le aconsejan moderación
La ex presidenta prepara una reunión con Pedro Sánchez, tras entrevistarse con Felipe González, Guerra, Rubalcaba, Zapatero y todos los ex líderes socialistas de la Junta
El silencio de Susana Díaz durante estos días en revelador de su nueva actitud. La alianza parlamentaria de Pedro Sánchez con los partidos independentistas se ha saldado con un gran fiasco después de que éste intentase intercambiar el principio de mediación entre partes casi soberanas por la aprobación de los Presupuestos Generales de 2019. Y Susana Díaz, ariete del PSOE más español contra la alianza Frankenstein de Pedro Sánchez, ha callado. Silencio. ¿Por qué? Su ronda de reuniones de las últimas semanas lo explican.
Una vez pasado el duelo de la salida de la Junta de Andalucía, superado el primer intento de la Ejecutiva federal de montar una gestora en el PSOE andaluz, Susana Díaz se ha venido reuniendo con los líderes históricos socialistas y con todos los ex presidentes de la Junta. Sólo le falta el primero de ellos, Rafael Escuredo, con quien hablará en los próximos días.
En Madrid, la ya ex presidenta se ha visto con los ex presidentes Felipe González, con José Luis Rodríguez Zapatero y con Alfredo Pérez Rubalcaba, que fue secretario general del partido. Y en Sevilla, se ha reunido en la sede de San Vicente con Manuel Chaves y José Antonio Griñán. También ha conversado con Alfonso Guerra y con José Rodríguez de la Borbolla, con quienes mantiene más relación que con los dos primeros. Con Chaves y Griñán casi no hablaba desde el congreso regional del partido.
Susana Díaz no se ha planteado dejar la secretaría general del PSOE andaluz ni abrir un período de reflexión para abrir una transición en el partido. Por eso, el motivo de estos encuentros no ha sido el de consultar sobre su permanencia, sino el de escuchar su análisis de la situación política andaluza, del tipo de oposición que se debe hacer y de el panorama del partido a nivel nacional. Varias de estas personas, caso de Zapatero, González y Guerra, sí han declarado, públicamente, que Susana Díaz no debe retirarse porque ha ganado las elecciones andaluzas.
Fin de ciclo
El argumento para su permanencia es el que ella misma ha subrayado desde el 2 de diciembre, pero lo cierto es que todos los consultados han coincidido en que, después de 37 años de gobiernos ininterrumpidos, al PSOE, por así decirlo, le tocaba perder alguna vez. Manuel Chaves vio cómo el ciclo comenzaba a caer, por eso promovió una transición que se hubiese malogrado si Javier Arenas hubiese sacado cinco escaños más o hubiera contado con algún socio en el centro.
Ese pase a la oposición hubiera sido catastrófico. Mucho peor que el actual. Es lo que opinan en la dirección del PSOE andaluz, y lo que Susana Díaz ha oído de algunos de sus interlocutores. El relato más beneficioso para la secretaria general es ése: hemos perdido el Gobierno, pero somos el primer grupo del Parlamento andaluz, capacitados para hacer una oposición fuerte.
Es cierto que el PSOE tiene una oportunidad. Frente a una alianza de partidos de derecha y de centro, con amplias coincidencia en los asuntos económicos, el PSOE sería el único referente de la izquierda frente a los posibles cambios que el Gobierno de Juanma Moreno introduzca en el sistema andaluz de educación y sanidad. A la izquierda socialista, sólo queda la alianza de Adelante Andalucía, pero muy debilitada y absorta en sus propios problemas. No son ya una alternativa; al menos, no solos.
Una vez construido ese relato de la derrota, muy fácil de digerir, a la secretaria general se le plantea un futuro más despejado. Con los ex secretarios generales con los que ha hablado son, o han sido, susanistas. Apoyaron a la entonces presidenta de la Junta y son enemigos declarados de la deriva catalanista de Pedro Sánchez. Y siguen confiando en ella. Y siguen sin gustarles Pedro.
El efecto catalán
La dirección andaluza sigue culpando al asunto catalán de la derrota andaluza, pero hay quien sostiene, entre los consultados, que eso perjudicó, en especial, a Ciudadanos y al PP y que, en cualquier caso, no salva la ceguera de Susana Díaz y su equipo para detectar los males de fondo en el electorado. Es decir, que Cataluña habrá beneficiado a Vox, pero el malestar que había con la sanidad pública andaluza pesaba en el balance de su gestión.
En lo que todos coinciden, y Susana Díaz gana con eso, es que el partido no está para ninguna disputa interna; al menos, hasta las elecciones municipales del 26 de mayo. Si la secretaria general ha cambiado, como indica su silencio, debería contar con los pedristas para las listas de las municipales. Hacer como Juanma Moreno, que ha hecho un Gobierno muy suyo, pero ha rescatado a partidarios de Casado y Cospedal.
Susana Díaz tiene pendiente verse con Pedro Sánchez. La última vez que se intentó fue el Día de la Constitución, pero la secretaria general suspendió la cita que se había acordado en Madrid. Desde entonces, nada.
Esa llamada a la moderación es la que está detrás del silencio de Susana Díaz sobre Cataluña. "Todo el mundo sabe de sobra como piensa ella", explica uno de sus colaboradores. Si esta vez ha preferido callar, es para que no vuelvan a señalarla como la vanguardia de quienes no están de acuerdo con Pedro Sánchez. El tiempo ha venido a darle la razón al PSOE andaluz cuando, en vísperas del comité federal del 1 de octubre, impuso que Pedro Sánchez no pudiese negociar con quienes defendían la autodeterminación, porque era inconstitucional y, además, era una estrategia condenada al fracaso porque eran "insaciables".
Perdidas las elecciones primarias, Pedro Sánchez retornó y consiguió el Gobierno gracias, precisamente, a esa alianza con Podemos y los independentistas. Tampoco es casual que, ante el silencio de Susana Díaz, dos de sus interlocutores sí hayan hablado: Felipe González y Alfonso Guerra. El ex vicepresidente en un acto en el Congreso y González, en unas declaraciones grabadas por un equipo de su fundación.
Sin gestora
El fracaso de esta semana ha debilitado mucho a Pedro Sánchez en el plano interno, su dirección federal ya no tiene la fuerza para imponer una gestora en el PSOE andaluz que organice el congreso. Éste llegará, pero a su tiempo, en 2020 ó 2021, y será ahí cuando se dirima el liderazgo del socialismo andaluz. Todos desaconsejan la creación de la gestora, mientras que la dirección andaluza espera, maliciosamente, que las elecciones del 26 de mayo pongan al resto de dirigentes locales en situaciones tan comprometidas como la andaluza.
Pero ese planteamiento no conducirá a ningún sitio, y es como opina un ex dirigente andaluz, "Susana debería entender que su problema no es Pedro, que es el partido el que tiene el problema con nuestro electorado de siempre".
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