Una mancha en la bandera
Estupor por la incautación de 127 kilos de cocaína a bordo del buque escuela español 'Juan Sebastián de Elcano' y la detención de tres marineros
"Ella pasó, vio los bultos y avisó, pero quién sabe cuántos lo vieron antes y se callaron". Es el comentario de una de las personas relacionadas con la investigación que terminó descubriendo 127 kilos de cocaína en el buque escuela 'Juan Sebastián de Elcano'. Se refería a la marinera que alertó el pasado 2 de agosto de la presencia de la droga en el navío emblema de la Armada Española, cuando este llevaba ya 11 días atracado en su base del Arsenal de La Carraca, en San Fernando.
Y de esa manera expresaba su sorpresa, y también su indignación, por las circunstancias y los obstáculos que habían hecho posible que la droga hubiera viajado a bordo de la embajada flotante de España durante casi cuatro meses y medio, sin que nadie se oliera nada, a través de miles de millas marinas desde Cartagena de Indias (Colombia) y haciendo escalas oficiales, como si tal cosa, en Santo Domingo, donde los marineros asistieron, irónicamente, a una conferencia sobre control del tráfico de droga en el Caribe, Nueva York, Dublín, Hamburgo y Oslo, Marín y finalmente San Fernando.
En realidad, el sufrimiento para los mandos del 'Elcano' empezó a mediados del mes de mayo, cuando conocieron que unos narcotraficantes detenidos en NuevaYork, de donde acababan de zarpar, habían confesado a la Policía norteamericana que los 20 kilos con que los habían detenido en un taxi se los habían proporcionado tres marineros del buque escuela español, que habrían obtenido la droga en Cartagena de Indias.
En el barco se produjo el primer revuelo, ya que fueron requeridas fotografías de todos los tripulantes para que el departamento de Aduanas estadounidense identificara a los sospechosos. La investigación determinó que habían aceptado recibir 5.000 dólares (unos 3.800 euros) por cada kilo transportado. El total supondría más de medio millón de euros para los marineros por servir de camellos dentro del barco más prestigioso de la Armada Española, ya que la cantidad total de droga, al menos la encontrada hasta ahora, asciende a 147 kilos. Expertos calculan que la cocaína podría haber alcanzado en el mercado clandestino un valor aproximado de cinco millones de euros.
Los tres sospechosos fueron vigilados en las escalas siguientes del barco, y se comprobó que bajaron a tierra en Dublín, Hamburgo y Oslo, pero sin droga, por lo que se deduce que pensaban llegar con el grueso del cargamento hasta San Fernando, desde donde sería distribuido por Andalucía y España. Por fin, el 'Elcano' llegó a aguas españolas y un día antes de arribar a Marín (Pontevedra), donde suelen desembarcar los cadetes guardiamarinas que hacen su crucero de instrucción, fondeó el 12 de julio en Bueu, donde fueron detenidos los tres sospechosos. De todas formas, la Guardia Civil, que actúa en este caso como policía judicial del Juzgado Togado Militar, mantiene la investigación y cree que puede haber más implicados en esta operación .
A partir de estos hechos, ya conocidos, se suceden las preguntas y el asombro ¿Cómo pudo pasar que en dos registros, presuntamente completos, efectuados en el bergantín goleta, uno primero en Marín y un segundo en San Fernando, no se encontrara nada? Una clave puede estar en que realmente los registros no fueron integrales, al estar vedado el acceso a algunas dependencias a los perros especializados en la detección de droga. Además, el pañol de velas y estachas (cuerdas), donde fueron hallados los bultos, suele tener un olor muy fuerte que pudo enmascarar el de la cocaína incluso para los olfatos de los animales bien entrenados.
La otra pregunta es ¿cómo se pudo introducir tanta cantidad de estupefaciente en un barco militar sin que nadie advirtiera nada? La segunda parte de esta cuestión podría estar contestada en el hecho de que los investigadores creen que hubo alguien más que colaboró con los detenidos. Según la información facilitada por la Guardia Civil, los marineros introdujeron la droga camuflada bajo sus uniformes, no en bolsas de mano, y durante los cinco días de escala en Cartagena, llevando cada vez entre 5 y 10 kilos por persona. Y lo fueron guardando en un pequeño compartimento llamado pique de proa, tras la punta del barco, justo detrás del mascarón que representa a Minerva, diosa romana de la sabiduría y las artes de la guerra.
Dice la fuente consultada que todos los barcos militares españoles son sometidos a intensos controles cuando tocan en un puerto conflictivo, y el colombiano de Cartagena evidentemente lo es. Pero también dice que "si hay un barco que puede sortear esos controles, es el 'Elcano',precisamente por su carácter de embajada flotante". Y es que resulta muy engorroso realizar un control riguroso de entradas y salidas cuando se producen numerosas visitas de familiares, jornadas de puertas abiertas, recepciones diplomáticas y otros acontecimientos sociales.
El último interrogante es el más incómodo. Si el servicio de Aduanas estadounidense no llega a detener a los narcotraficantes en Nueva York ¿habría llegado la droga restante a su destino y habría salido del buque para ser distribuida, poniendo así una mancha casi imborrable en el buque bandera español, convertido en una vergonzante lanzadera de narcos? Y una derivada aún más desalentadora: dada la ineficacia demostrada de los controles en los accesos al 'Elcano' ¿se habrá producido más veces este tráfico a bordo del barco más prestigioso de los que llevan la bandera española por los siete mares? De momento, nadie del Ministerio de Defensa ha salido a poner el necesario detergente para lavar esa mancha.
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