La recuperación de las balsas de fosfoyesos comenzará el año próximo
El tratamiento de residuos se hará una vez sepultados bajo suelos artificiales · Se descarta el traslado a un vertedero, lo que costaría 500 millones de euros y el uso de 20.000 camiones anuales durante 20 años
La cuenta atrás para la recuperación de las zonas 2 y 3 de las balsas de fosfoyesos en Huelva ha comenzado. El Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino y la Junta presentaron ayer la propuesta de regeneración elaborada por la empresa pública Tragsatec -con la colaboración de científicos de las universidades de Huelva, Sevilla y Murcia-, que opta por técnicas de contención de las vías de dispersión de los contaminantes.
La comisión de expertos creada para garantizar el proceso de restauración de la zona tuvo conocimiento ayer del proyecto. A partir de ahora, tendrá un plazo de quince días para darle el visto bueno. Hoy mismo la Junta y el Gobierno central aunarán propuestas para ensamblar los trabajos previos que desembocarán en el plan definitivo de regeneración que recibirá Fertiberia en enero para ponerlo en marcha en 2011.
No obstante, el director general de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, Pedro Antonio Ríos, no supo concretar en qué mes del próximo ejercicio se ejecutará ni qué presupuesto aproximado deberá tener el plan. Eso sí, tuvo claro que los gastos correrán a cargo "de Fertiberia, aunque llevar a cabo el proyecto sea finalmente más caro" que la inversión inicial prevista por la factoría de 21,9 millones de euros, para la que debe presentar el aval pertinente, según recoge la sentencia de la Audiencia Nacional. El coste del proyecto, un millón de euros, corre a cargo del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino.
El consejero de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo, especificó que se trata de un plan "a medio o largo plazo" y que, aunque los vertidos a las marismas del Tinto comenzaron en 1967, "no tardaremos tanto en recuperar las balsas".
Del proyecto se desprende que la principal fuente de contaminación "son las aguas embalsadas y, en menor medida, los propios fosfoyesos", según explicó ayer uno de los investigadores que lo ha elaborado, la profesora de la Universidad de Murcia María José Martínez.
Esto es así porque la capa situada bajo el fosfoyeso es de muy baja permeabilidad, por lo que "evita que las aguas contaminadas fluyan hacia abajo". Otra de las conclusiones del estudio de diagnóstico es que las mayores concentraciones de contaminantes no radiológicos -metales- "se encuentran tanto en las aguas de las balsas como en los canales perimetrales y en las zonas próximas a las mismas".
La propuesta de recuperación se basa en la aplicación de técnicas de contención de las vías de dispersión de contaminantes, bloqueándolos en la marisma. Las actuaciones se centrarán en las más de 700 hectáreas correspondientes a las balsas activas (zona dos en el gráfico) y las inactivas (zona tres), que contienen alrededor de 40 millones de toneladas de fosfoyeso, puesto que las Marismas del Pinar y las de Mendaña ya han sido sometidas a tratamiento y reforestadas por distintas administraciones.
Ahora le toca a Fertiberia hacer frente a una recuperación que comenzará con la retirada y depuración de las aguas contaminadas. Luego, proponen los científicos, será necesario rediseñar los canales perimetrales, la red de drenaje, los taludes y demás elementos hidrogeológicos, amén de realizar estudios adicionales de estabilidad estructural de las propias balsas y el tratamiento de las aguas pluviales hasta el final del proceso de recuperación para evitar la posible contaminación de elementos presentes en los fosfoyesos.
El tratamiento de los residuos se realizará in situ. Serán sepultados bajo suelos artificiales o tecnosoles que hacen las veces de barreras activas permeables y que en la fase experimental "están teniendo un comportamiento efectivo de reducción de contaminantes en la parcela piloto por encima del 90%", indicó Martínez. El proyecto deberá completarse con la revegetación de las zonas afectadas y con un plan de seguimiento y monitorización de las actuaciones.
Se trata, concluyó la experta, de una "solución permanente, ya que dentro de 300 años, a lo sumo, no quedarán contaminantes en las balsas". Se realizará in situ porque "no es aconsejable" el traslado de residuos. De hecho, para transportar los 100 millones de toneladas de fosfoyesos depositados en las balsas de Huelva hasta un vertedero en el que fueran sometidos a tratamiento serían necesarios más de 20.000 camiones anuales durante un plazo de veinte años. Sería, en definitiva, "trasladar el problema a otra parte", sentenció María José Martínez.
El director general de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, Pedro Antonio Ríos, subrayó que además del impacto medioambiental de esta iniciativa, también es relevante el económico: "Se necesitaría una inversión de más de 500 millones de euros sólo para trasladar los materiales de un sitio a otro", calculó. Con la llegada del año nuevo y por orden judicial, Fertiberia dejará de verter fosfoyesos a la marisma del Tinto 44 años después de iniciar esta actividad.
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