Los traficantes regresan al Guadarranque

Los vecinos cercanos al río, en la Bahía de Algeciras, se quejan de que no haya fin para el negocio de la droga

Óscar Lezameta Algeciras

07 de agosto 2014 - 05:04

El 28 de mayo el golpe policial a la red de narcotraficantes que operaba en el río Guadarranque parecía haber puesto fin a la organización que utilizaba su desembocadura en la Bahía de Algeciras como autopista para sus cargamentos. Una veintena de detenidos, seis imputados, 29 lanchas intervenidas, 50 motores y casi tres toneladas de hachís no podía hacer suponer otra cosa. Los días posteriores se supo que sólo cuatro habían ingresado en prisión, dos de ellos por blanqueo de dinero. Poco más de dos meses después, las operaciones en la arteria fluvial que han convertido en su territorio, sigue en plena operatividad.

Vecinos de la zona denuncian que las operaciones suman "tres y cuatro absolutamente todos los días", algo que ha sido confirmado por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. La actividad apenas se ha desplazado un centenar de metros de las instalaciones precintadas que, se sospecha, puedan ser ocupadas tan pronto como los cabecillas de la red desmantelada salgan de la cárcel, algo que temen que se produzca muy pronto.

A la avenida de las Golondrinas, un paraje idílico de la urbanización de Guadacorte, en Los Barrios (Cádiz), le ha durado poco la tranquilidad. La impunidad con la que se desarrollan las labores de tráfico de hachís en las orillas del río comienza a recuperar sus mejores momentos: 60 o 70 al mes con toda la infraestructura necesaria, es decir, "camiones articulados capaces de transportar las embarcaciones neumáticas hasta unos sofisticados muelles que parecen haber surgido de la nada, aunque su construcción, forzosamente, tuvo que alertar a las fuerzas de seguridad". Fuentes de éstas reconocen que "se han impuesto varias multas porque por la urbanización está prohibida la circulación de vehículos con un peso mayor de 8,5 toneladas [que superan ampliamente]". El trabajo policial se topa con dificultades. "A pesar de que todos sabemos lo que hacen con esas neumáticas, su tenencia no es ningún delito, hay que cogerles con las manos en la masa y eso es muy complicado".

Los vecinos temen que hasta ahora sólo hayan asistido a la versión más amable de este tráfico de drogas. Hasta hace dos meses, esas labores estaban siendo realizadas por un clan determinado. "Ahora la hacen otros y la pelea por el control del río puede ser encarnizada, lo terminaremos pagando todos". Esa sensación de impunidad se ve reforzada por los "constantes alardes" que algunas de esas personas hacen de sus actividades. Saben quiénes son, las conocen, aunque su detención choca contra la petición de garantías que se exige ante cualquier intención de requerimiento de entrada y registro: la sospecha no vale.

Mientras tanto, el retiro tranquilo de los vecinos de Guadacorte se viene abajo: sus propiedades, un remanso de tranquilidad, se deprecian día a día entre carteles de se vende que se multiplican. La sensación de sentirse abandonados se adorna con las exhibiciones de un nivel de vida con el que ni sueñan, de coches deportivos que exhiben sus capacidades en "derrapajes ante una decena de personas que les jalean a las tres de la madrugada, por lo que aquí no hay quien duerma hasta esa hora; y eso cuando no llega un camión a esa misma hora y empieza a descargar con un ruido insoportable".

Además, poco a poco se van "haciendo con todo, se aprovechan de que todo el mundo quiera marcharse de aquí para comprar cada vez más propiedades en las que instalarse cuando, con toda probabilidad, sean desmanteladas por una operación policial que se produce de vez en cuando para salir en los medios de comunicación", se quejan los vecinos.

El último lunes de julio la Guardia Civil interceptó una embarcación neumática, un remolque y un todo terreno en un embarcadero ilegal en el término municipal de San Roque, en la cabecera del río. Fue una labor de vigilancia constante de las actividades de uno de los grupos de narcotraficantes en el Guadarranque. "Hacemos todo lo que humanamente podemos", insistió uno de los agentes.

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