Formalidad contra el traje premamá
Ninguno de los candidatos arriesgó con su indumentaria, clásica y sin estridencias.
Los tres candidatos apostaron por una estética formal y sin estridencias en su primer debate en televisión. Nada de camisas de leñador compradas en hipermercados ni camisetas de manga corta a lo Mark Zuckerberg. El clasicismo fue la nota predominante entre los representantes de aquello que algunos consideran peyorativamente la vieja política.
El plató preparado por los técnicos de Canal Sur en el antiguo Pabellón de Retevisión de la Expo 92 tenía una apariencia más moderna que los propios políticos, que se veían las caras prácticamente por primera vez.
Delante de una escenografía azul, Susana Díaz, Juan Manuel Moreno y Antonio Maíllo se presentaron ante los andaluces de pie tras los atriles en vez de estar sentados en mesas individuales como suele ocurrir en otros debates electorales.
Estéticamente, la mayor novedad procedió de Susana Díaz. La candidata socialista vistió por primera vez en público una blusa premamá que pone en evidencia su estado de gestación. Ropa cómoda y zapato plano para aguantar con soltura la hora y media larga de duración que se preveía para el debate.
Juan Manuel Moreno traicionó el estilo moderno y juvenil que le ha caracterizado hasta el momento. El líder de los populares andaluces optó por un traje oscuro, camisa blanca y corbata verde, a juego tanto con la bandera andaluza como con el color corporativo de su campaña electoral. Su indumentaria chocó con la aversión a la corbata que caracteriza últimamente a la clase política española y de la que no ha sido ajena el Partido Popular.
Antonio Maíllo fue fiel a sí mismo. Al candidato de Izquierda Unida no se le ha visto aún con corbata y ayer no iba a ser la primera vez. Aunque tampoco fue estridente ni excesivamente informal. Maíllo optó por una chaqueta oscura, pantalón a juego y camisa blanca.
Una de las ventajas de los atriles es que otorgan a los participantes en el debate mayor libertad de movimientos que en la clásica disposición sentada. Juan Manuel Moreno fue el que más tardó en percatarse.
Su presentación, sin mover las manos del atril, adoleció de rigidez. Todo lo contrario que en su segunda intervención, en la que mostró mucha más soltura, sin dejar de mirar a la cámara y gesticulando con naturalidad, como hizo desde el primer momento Susana Díaz. En cambio, Antonio Maíllo tuvo algunas dificultades en el primer bloque tanto con el manejo de los tiempos como con sus papeles, a los que tuvo que recurrir en varias ocasiones para no perder el hilo.
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