“La novela, mientras se escribe, exige un vínculo tanto intelectual como emocional”

Contenido ofrecido por Alberto Villagran

Una entrevista de Marco A. Velo con el escritor Ignacio Arrabal

El escritor Ignacio Arrabal posando ante su biblioteca personal. / Alberto Villagran

13 de julio 2024 - 01:00

Decía Alejo Carpentier que “con los años me he acostumbrado a observar una tremenda disciplina. Si es posible, creo que se debe escribir diariamente, aunque no se pase de una o de media página, pues no hay que perder el contacto con el camino. Cualquier interrupción puede llevarnos a perder el tono o el ritmo de un relato”. ¿Está usted de acuerdo? ¿En su caso es así?

 Sí. La novela exige un vínculo intelectual y me atrevería a decir que emocional, mientras se escribe, así que las suspensiones provocan algo así como un desajuste, un coitus interruptus del que en ocasiones la historia se resiente. Yo escribo no más de una página al día. Me parece una distancia idónea, manejable, al menos para alguien que pasa medio día trabajando para ganarse el sustento, y que tiene que dividir el otro medio que le queda entre muchos, a veces demasiados, quehaceres. Además, mi principal ocupación literaria es la lectura, a la que no escatimo esfuerzos ni dedicación, como sí hago en cambio con la escritura. Definitivamente una página al día, pulida y satisfactoria, me parece rozar la excelencia escritora.

¿Qué le cuesta más -y por qué-: escribir versos o prosa poética?

No creo que sea una cuestión de esfuerzo, sino más bien de impulso, de arriesgarse, de jugarse el tipo en cada frase. Esto entronca con la pregunta anterior, ya que no prosigo en la escritura si hay una frase, una palabra, una idea, que no está perfecta, y esto a veces lleva a la extenuación, a la obsesión por la justeza y la exigencia.

¿Pule en demasía sus textos? ¿Cuándo considera que una frase está definitivamente terminada -o, según los casos, rematada-?

Sin quererlo, tal vez he contestado en la pregunta anterior. La respuesta correcta es que nunca está una frase terminada, ni siquiera un libro termina jamás de escribirse, pero hay un momento en que el autor, al menos en mi caso, ya no sabe si las modificaciones o correcciones que hace mejoran o no el texto, ese es el momento de dejarlo.

¿Galdós o Valle-Inclán?

 Probablemente uno de ellos es mejor escritor que el otro. En cualquier caso, los dos.

¿Cuál es -o debería ser- la utilidad social de la novela?

No tengo ni idea. No me interesa la novela social si eso significa asemejarse a un telediario. Yo tengo otro concepto de la literatura, no sé si más romántico; más estético seguro.

¿Es usted, en tanto escritor, un hombre comprometido con su siglo?

Me atrevería a decir que soy más bien un esclavo de mi siglo. No me identifico con casi nada del siglo XXI, y con muy poco del XX, en rasgos generales. Con la literatura pasa exactamente lo mismo, culturalmente nos hemos empobrecido, a veces hasta el delirio y la ridiculez. Es desalentador observar cómo algunos jóvenes que escriben no leen, y ni siquiera saben quiénes son Proust, Pessoa o Faulkner.

¿Qué aporta la inteligencia artificial al ejercicio de la escritura?

Si es artificial, no puede ser inteligencia. Será un algoritmo, un programa informático, un código binario, pero jamás inteligencia.

¿Y la inteligencia emocional?

Creo que emocional podría ser justamente lo contrario de inteligencia. Para mí la emoción está en la lectura y en esas pequeñas cosas de la vida que al final son lo único que importa. La emoción ha de nacer en las entrañas, y no en el cerebro.

Las ‘Novelas ejemplares’ de Cervantes, sometidas a cánones muy determinantes, sostienen la fijación en cuanto a la interpretación de una época. ¿Usted introduce comúnmente la interpretación de la época actual en cuanto escribe o prefiere dejar la interpretación al libre albedrío del lector?

El albedrío del lector puede ser un arma de doble filo, pero creo que divagar sobre eso sería alejarme mucho de la pregunta. Mis novelas, si exceptuamos quizás ‘Hasta que sea verano’, cuya temporalidad narrativa puede ser más identificable, carecen de una cronología reconocible, precisamente porque no me interesa, en tanto escritor, interpretar el tiempo en el que vivo, sino el alma humana. La vida, en definitiva.

¿En qué cree que ha avanzado, si nos referimos al estilo, su escritura?

Mi escritura siempre ha estado marcada por la exigencia en el lenguaje, y eso no ha cambiado. Ha aumentado, se ha hecho más latente en cada libro, más obsesivo, más necesario.

¿Qué condiciones ambientales precisa para su proceso creativo?

Silencio, aislamiento, y seis o siete millones de libros a los que acudir cuando el camino se me cierra.

¿Alguna manía confesable que no puede saltarse a la torera mientras escribe?

Me temo que ninguna. De tenerla sería confesable, no tendría gracia lo contrario.

Su novelista de cabecera es…

Es imposible decir uno sólo.

Su poeta referencial…

La respuesta es la misma que la anterior.

¿Huye usted de la escritura barroca?

Rotundamente no. ¿Existe otra?

¿La novela de costumbres ‘Arroz y tartana’ de Blasco Ibáñez o un microrrelato de síntesis y mensaje inmediato de hoy día?

No está Blasco Ibáñez en mi órbita de lecturas habituales, pero el microrrelato, con perdón, me parece una simpleza, aunque sea Robert Walser quien los escriba.

Dígame tres motivos por los que su novela ‘Wanted’, de reciente publicación, constituye una lectura propicia para estas vacaciones veraniegas.

Me gustaría pensar que ‘Wanted’ no tiene estación, o que su lectura no se somete a temporalidades atmosféricas, pero entiendo que estos meses vacacionales son un momento propicio para la lectura, así que animo a todos a leerla, y a habitar ese paisaje de terral y literario que he creado, y que sean los lectores quienes expongan sus tres motivos.

¿A qué responde la elección de tan llamativo título?

En principio a su atmósfera de western, pero también a algo muy kafkiano que excede de la simple búsqueda que el título sugiere.

Recomiende, también de cara al descanso estival, otro libro no firmado por Ignacio Arrabal…

‘Mil ojos esconde la noche’, de Juan Manuel de Prada.

¿Qué desea añadir?

Que le estoy infinitamente agradecido a usted por la entrevista, y que sean todos muy felices.

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