“La semana Santa siempre ha respondido a su época, nunca ha sido un arcaísmo atemporal”

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Una entrevista de Marco A. Velo con el historiador, académico y autor de ‘La Semana Santa antigua de Sevilla’ Eugenio Vega Geán

“La semana Santa siempre ha respondido a su época, nunca ha sido un arcaísmo atemporal”
“La semana Santa siempre ha respondido a su época, nunca ha sido un arcaísmo atemporal”

10 de enero 2025 - 07:35

No posee usted el don de la ubicuidad, aunque de cuando en cuando parezca facultado por dicha naturaleza. Ahora bien, nadie puede discutirle que sí maneja como nadie la fuerza de la multiplicidad. Siempre en aras de los trabajos ensayísticos, las conferencias, la dedicación a pleno pulmón a varias instituciones culturales de primer orden de la ciudad… ¿Es usted capaz de descifrarnos cuál es su fórmula mágica para tamaña producción en tiempo récord?

El secreto es no tenerle miedo al trabajo, cumplir con lo se nos encarga con responsabilidad y modestia, ya que toda propuesta es una oportunidad para aprender, y así valorar y respetar a los que nos precedieron y a los que nos rodean. Además nos ayuda el dilatado bagaje del propio curriculum, que auxilia para cumplir con las instituciones y personas con las que nos comprometemos.

Ha publicado hace pocos meses, en la editorial Almuzara, ‘La Semana Santa antigua de Sevilla’. Más de 500 páginas de riguroso análisis a partir de documentos históricos, hallazgos a no dudarlo arqueológicos, piezas de arte… El contenido es una aportación fluvial sobre una temática, una época y una localización que no estaban tan trilladas como a priori pudiera parecer… ¿No es así?

La Semana Santa antigua es la que corresponde a los siglos XV a principios del XIX, la que sufre las sucesivas crisis que supusieron la construcción del mundo liberal de la etapa contemporánea. Ese paréntesis, que en sí fue la conclusión de un ciclo, nos aleja de aquel primitivo fenómeno que evoluciona y que muta. Esa lejanía temporal y también conceptual del fenómeno sociorreligioso antiguo lo convierte en un recurso casi arqueológico para el cofrade actual.

Me consta que en Sevilla la obra ha gozado de una excelente aceptación. Ha pasado usted con nota el beneplácito del gran criterio que a este respecto siempre evidencian los cofrades sevillanos.

En Sevilla está, sin duda, una pléyade de grandes referentes académicos. Soy consciente de mi carácter de “perieco” (habitante del entorno hispalense, del antiguo Reino de Sevilla), y en este trabajo se recoge en cierta medida el histórico diálogo entre la Semana Santa sevillana y la de su antiguo arzobispado. He tenido la fortuna de contar con buenos padrinos que me han allanado el trabajo y el resultado.

¿Qué le han aportado, al hilo del arduo trabajo de este libro, Diego Posada Quintero, Rosa García Perea, el “maestro polímata e irrepetible” Francisco Antonio García Romero y el prologuista Álvaro Cabezas García?

Me he preciado de que a lo largo de mi vida siempre he trabajado con los mejores, y ellos me han llevado siempre de la mano. En ese equipo que conformamos está la experiencia, de calidad, de Francisco Antonio, mi maestro, y de Rosa, mi editora, y la brillantez de dos jóvenes que representan el esplendoroso futuro, como son Diego, un fotógrafo excepcional, con un fondo documental extraordinario, y el profesor Álvaro Cabezas, un referente en Andalucía para los historiadores del Arte de la Modernidad.

¿Es tema aún no cerrado la autoría de los ángeles ceriferarios del Silencio?

Efectivamente, así lo señala Manuel García Luque en un extraordinario trabajo sobre Duque Cornejo, rompiendo con la secular atribución. No es más que otra evidencia de que se ha volver a estudiar todo y cambiar perspectivas.

¿Qué puede decirnos de la evolución de los distintos modelos procesionales durante la Semana Santa antigua: de la procesión barroca a la religiosidad exportada?

Es uno de los objetivos que tiene el presente trabajo, el mostrar una Semana Santa en permanente evolución, incluso globalizadora y con modelos cofrades conceptualmente antiguos, aunque análogos a los actuales. Lo realmente curioso es que esos modelos que vemos en Toledo o en Sevilla se reproducen desde el XVI en muchos otros lugares de nuestra geografía, y muestran caminos de expansión fenomenológica muy complejos. Vera Cruz, Nazareno, Soledad son algo más que simples advocaciones y moldean una estética que parte de los primitivos disciplinantes bajomedievales.

En la página 133 aborda usted, textualmente, “Los orígenes de una carrera oficial: ¿génesis de la fastuosidad?”. Un titular que llama poderosamente la atención… Justifíquelo.

Es evidente que una carrera oficial es un escaparate con un gran escenario, y las corporaciones que radican en monasterios y barrios (algunas en los arrabales) se trasladan periódicamente al centro neurálgico de la gran urbe. La cofradía traspasa sus propios límites territoriales y va al encuentro de la ciudad.

A los diputados mayores de gobierno supongo que interesará los datos de cuanto usted denomina la arqueología de los primeros altares de insignia… ¿Qué subrayaría?

No solo tomarlo como modelo historicista o como un vestigio del pasado, sino como un patrimonio que es obligado conservar, e integrarlo convenientemente en una cofradía postmoderna, como es la actual.

Los documentos gráficos -grabados y fotografías- que se poseen de la Amargura de Sevilla merecen nuestro asombro y fascinación… Una Hermandad a la que además no le falta nada.

Es una de las grandes desde finales del XVIII (y en especial en el XIX), y es un paradigma documental evidente y trascendental.

El cambio de los hábitos en el XVIII: del traje ‘de serio’ y los nazarenos de hábito en numerus clausus al origen de la túnica romántica. ¿También el santo habito nazareno ha contado con su propia evolución en cuanto modos y formas?

La Semana Santa siempre ha respondido a su época, nunca ha sido arcaísmo atemporal, por lo que podemos calificarla en cada etapa con sus condicionantes, y eso también se ve en el hábito. Parte de un rudo vestido penitencial y el boato, que se adhiere al conjunto, impregna también al cofrade, que se muestre no solo como el penitente arrepentido sino como un individuo integrado en su sociedad estamental.

¿Qué desea añadir?

Agradecer siempre a los lectores la confianza depositada en mi trabajo.

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