Gallina sureña busca restaurante que la guise
Proyectos
La granja que se proyecta para criar aves de esta raza andaluza necesita el compromiso de hosteleros que digan que están dispuestos a servirlas en sus establecimientos
El proyecto para hacer una granja de cría para las gallinas sureñas, las gallinas que trajeron a Cádiz y Málaga los fenicios, avanza. Lo hace pasito a pasito, con algunas modificaciones, muchas casualidades y bastante esfuerzo. Su impulsora, la jerezana Carmen Nieves, explica que ahora está en fase de proyecto y a la búsqueda de restaurantes y tiendas gourmet que sean capaces de ponerle por escrito que estarían interesados en ser sus clientes.
Carmen lleva tres años en un proyecto que está a punto de materializarse: una granja con capacidad para 12.000 aves de raza sureña al año, aunque el proyecto se completa con 4.800 pollos híbridos comerciales, 150 colmenas de abejas y 2.500 metros cuadrados de invernadero para caracoles Helix Aspersa. La idea inicial es que la instalación estuviera en Jerez, pero tras una larga búsqueda, el precio del suelo ha hecho imposible que el proyecto se desarrolle en la provincia gaditana. Al final, el lugar elegido para la Granja Abuela Luisa es una dehesa de 33 hectáreas en un municipio onubense cercano a Portugal, El Almendro.
La puesta en marcha del proyecto será gradual: el primer objetivo el desarrollo de la parte avícola y, posteriormente, las colmenas y caracoles; según los cálculos, al sexto año la granja debería estar dando beneficios. El corazón es la cría de la gallina de raza sureña, que se harán de principio a fin en las futuras instalaciones: desde la producción del huevo fértil, a la incubación del mismo, pasando por la recría y cría tanto de machos como de hembras, etapa de producción de huevos para consumo humano, así como huevos fértiles a partir de ejemplares seleccionados para recuperar las diferentes capas de color de la raza autóctona. Por último, al cabo de doce meses (tiempo en el cuál madura la carne tanto del gallo como de la gallina) se sacrifican en una pequeña sala de sacrificio, en la misma finca. La idea es el canal de distribución nacional en la vía gourmet y más adelante en el extranjero.
En el caso de los otros pollos -los híbridos- los huevos son comprados a una empresa, incubados y alimentados de forma ecológica hasta el momento del sacrificio, a los tres meses y medio. Irán a tiendas de cercanía y a la venta online. Tanto unos como otros se crían en clave ecológica, disfrutan de una crianza en libertad, en una arboleda de encina y alcornoque. No se sacrifican por sexo al nacer… en fin, que en la Granja Abuela Luisa proponen hacer una crianza responsable.
Cría respetuosa de animales
Pero más allá de la crianza respetuosa con los animales, la auténtica singularidad del proyecto es la raza con la que trabajará. La raza sureña, según ella misma explica, es un producto “único y no disponible actualmente en el mercado, al requerir de 12 meses de crianza para que la carne alcance su punto óptimo, carne exquisita, consistente, madurada lentamente, con sabor diferenciado”. Sus huevos son blancos y de gran tamaño, a partir de 65 gramos, “de sabor único”.
Ya se está terminando de redactar el proyecto de ejecución, con la idea de presentarlo al Ayuntamiento en mayo y tenerlo aprobado en el último trimestre del año; a partir de allí, la clave para que se ponga en marcha es ya la financiación. Y para conseguirla, Carmen necesita Cartas de Interés de aquellos posibles socios y clientes que estén interesados en participar en el proyecto. Según explica, estas cartas no suponen un gran compromiso: sólo se trata de poner por escrito que, una vez que estuviera en marcha la granja, se estaría interesado en adquirir sus productos. A cambio, la emprendedora se compromete a enviarles muestras del producto para conocerlos y figurar como empresa “simpatizante”. Así que pide que si restaurantes o empresas enfocadas a la cocina o los productos gourmet están interesados, que se pongan en contacto con ella (su correo es carmennibu@hotmail.com).
Una historia predestinada
La abuela de Carmen Nieves ya criaba, en Jerez, gallinas sureñas. De ahí que la futura granja se llame Granja Abuela Luisa. Lo hacía justo al lado de los Hermanos Guerrero, quienes precisamente se hicieron tan conocidos por ellas, que las gallinas acabaron siendo conocidas como ‘jerezanas’. No pudo ser que la gallina jerezana tuviera su casa en Jerez, porque los precios en la provincia son altos. Finalmente, la búsqueda se amplió a Sevilla y Huelva, y ha ido a parar cerca de la frontera con Portugal.
En la dehesa de El Almendro, Carmen Nieves sólo ha encontrado facilidades por parte de propietario del terreno y de las autoridades locales. También ha encontrado dos causalidades premonitorias: el huerto de su abuela también se llamaba El Almendro, y ella, por cuestiones laborales, compró hace años una casa a veinte minutos, en Villablanca, que nunca llegó a vender por la crisis.
La historia de Carmen está llena de casualidades como esta. Había aparcado su anterior trabajo (que no tenía nada que ver con la crianza de aves) por problemas de salud, va a desayunar debajo de su casa, y en el único sitio disponible del bar se encuentra una revista de gallinas. Ni desayunó, pero se llevó la revista. Y cuando le echó un vistazo, quince días después, vió que ya no era necesario hacinar a los pollos de mala manera para vivir de una granja avícola, que había quien estaba sacando rendimiento con gallinas en libertad. Pero de las que iba viendo, ninguna le atraía. Hasta que se enteró de que había una feria de gallinas en Medina, acudió, y empezaron a hablar y a mostrar imágenes de una raza a punto de perderse… eran las gallinas de su abuela. Y desde aquel día, sus futuras gallinas.
Más información sobre las gallinas sureñas y los intentos de recuperarla aquí.
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