Trebujena se viene arriba
Vinos
La ciudad vive un espectacular auge de sus vinos, con varias iniciativas para lanzar productos nuevos. Uno de ellos ya se puede probar nada menos que en un restaurante con tres estrellas Michelin, Aponiente
Cádiz/No es ninguna novedad que en Trebujena se cultiven uvas o que se hagan mostos y vinos. Es “tierra de viticultores desde tiempos remotos y que año tras año celebra la llegada de los nuevos mostos, auténtica savia de este laborioso pueblo”, según descripción del propio Consejo Rector de los vinos de Jerez. De hecho, este municipio del Bajo Guadalquivir está en la Zona de Producción del Marco de Jerez: su mosto suministra a las bodegas jerezanas para elaborar los jereces, pero al no estar en la Zona de Crianza, un vino que se elaborara totalmente en el municipio no sería un Jerez. La situación, como es lógico, no gusta en Trebujena, que lleva tiempo reclamando un cambio.
Toda la producción de uva no acaba en la Zona de Crianza; la localidad consume su mosto y elabora unos vinos que se han convertido en su mejor secreto, aunque sea un secreto a voces, porque salvo excepciones no salen del municipio por carecer del registro sanitario necesario. Y eso que despiertan interés en un sector cada vez más interesado en los vinos ‘de pago’.
La excepción son los elaborados desde hace años por la cooperativa Virgen de Palomares: cream, dulce, oloroso, fino y el Viñalquivir, un vino blanco joven, variedad Palomino y Vidueño. Ca´Moña es un establecimiento que combina la venta y degustación de productos gourmet con la organización de eventos turísticos, casi todos de carácter gastronómico. Su propietaria, Elisabeth Ramírez, explica que durante mucho tiempo este ha sido el único vino que se ha podido vender con todos los papeles elaborado íntegramente en el municipio. Pero eso no significa, ni mucho menos, que la cooperativa fuera la única en elaborar y embotellar sus vinos, hasta con marca propia. Es el caso, por ejemplo, del Michicote, un vino difícil de encontrar más allá de la localidad.
Lo elabora Juan Jerónimo Tímermans desde hace 30 años. Explica que hace bajo el mismo nombre un crianza 100% Syrah y un coupage de Tempranillo, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon, en producciones muy reducidas. Durante estos años ha recibido ofertas, algunas de importantes restaurantes de la provincia, para comprar su vino, pero nunca ha llegado a realizar los trámites legales que le permitirían venderlo. Y es que la elaboración de estos vinos ha sido para él más una afición que otra cosa, aunque no descarta intentar la comercializar cuando la jubilación le permita centrarse más en el vino.
La salida del anonimato
Ha sido en los dos últimos años cuando Trebujena ha empezado a salir del relativo anonimato vinícola. En 2018, la Cooperativa De Albariza decidió celebrar su 40 aniversario elaborando vinos con nombre propio. Así surgieron Castillo de Guzman (fino, amontillado y generoso), y los vinos tranquilos Terralba (blanco de uva Palomino) y Bijuré, un blanco fermentado en botas que habían contenido fino, oloroso y amontillado, elaborado de Vidueño.
Este vidueño, un coupage o mezcla de variedades, ya lo habíamos visto en el Viñalquivir. No es una mezcla sin más, sino prácticamente un viaje al pasado de los viñedos de Trebujena. En De Albariza, lo describen como “una mezcla de variedades antiguas casi extinguidas en el Marco de Jerez, provenientes de cepas centenarias situadas en excepcionales tierras albarizas mirando al río Guadalquivir”. Se trata de múltiples variedades criadas en un mismo terreno (Bijuré tiene Perruno, Mantúa, Barceloné, Castellano, Cañocazo o Beba), una forma de cultivo que prácticamente desapareció debido a que se fomentó el cultivo de la Palomino, que es la que demanda el Marco. Vidueños quedan pocos, pero antiguos.
La cooperativa está satisfecha con el éxito de sus nuevos vinos; de hecho, la iniciativa no se ha quedado en el año del aniversario, sino que continuará en el tiempo, y con más vinos. A la selección inicial se ha unido un cream, y el presidente de la cooperativa, José Castillo, explica que están probando nuevos vinos: quieren sacar un ecológico de Palomino, un oloroso…. Aseguran que están “muy animados” a seguir trabajando en esta dirección. La acogida ha sido buena: de hecho, su Torralba se ha convertido en el vino de bienvenida que Aponiente (tres estrellas Michelin) ofrece a sus clientes (más datos aquí).
El nuevo proyecto
Pronto, diciembre si todo sale bien, el nombre de Trebujena figurará en nuevas botellas de vino gracias a El Piraña. Así llaman a Francisco Pulido, que planea realizar pequeñas tiradas de vinos (unas 500 botellas) cada pocos meses, denominados con el nombre del pago de procedencia. Incluso planea distinguir entre el vino de la zona sur y la zona norte de un mismo cerro. La uva que empleará, explica, es Palomino y Vidueño.
Pulido no es ningún recién llegado. El propietario del Mosto El Piraña lleva haciendo mostos y vinos toda la vida, y los primeros le han valido unos cuantos premios. La diferencia es que ahora tendrán un nombre, un diseño cuidado y saldrán de su casa o su tabanco rumbo a un mercado que busca vinos de autor. Los vinos de Trebujena, explica, tienen mucho potencial, pero conseguir las autorizaciones y permisos para comercializar no es ni fácil ni gratis. De hecho, reconoce que sus vinos siempre habían gustado, pero nunca había dado el salto por culpa de esos trámites administrativos. Para estas primeras botellas de la marca El Piraña ha optado por una vía intermedia: hará sus vinos en el espacio proporcionado por una bodega de Sanlúcar.
Exceso de requisitos
Pulido no se explica cómo se piden los mismos requisitos a pequeños artesanos y a grandes bodegas. “Mi casa genera más residuos que la bodega”, indica como ejemplo. Sólo hacer el proyecto, asegura, le cuesta 2.000 euros. Si las primeras experiencias con los vinos salen bien, podría animarse a realizar la inversión necesaria para completar todo el proceso en sus instalaciones.
Ya hay quien ha tenido la oportunidad de probar los vinos de El Piraña: el pasado mes de mayo, The Wine Room Club de Vinos realizó una cata que contó con la asistencia y las explicaciones del propio Pulido.
El panorama se va animando, también con iniciativas como la de Ca’Moña, que el pasado año organizó la I Ruta de Esteros del Guadalquivir y Vinos de Trebujena. En su tienda -también presente en Sanlúcar y en internet– Elisabeth Ramírez comprueba a diario que los vinos de su tierra gustan, que tienen potenciar: da a probar el Viñalquivir a gente que nunca ha escuchado hablar de él, y acaban llevándose la botella.
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